viernes, 15 de mayo de 2020

Murió Sergio Denis, víctima de la precarización del trabajo musical



Tras una larga agonía murió hoy Sergio Denis.

El cantante había permanecido en coma y sido sometido a varias intervenciones quirúrgicas en clínicas porteñas, luego de su caída en marzo de 2019 en una fosa de más de tres metros durante un recital en el Teatro Mercedes Sosa de Tucumán.
En aquella ocasión, el asunto fue presentado como un accidente por Raúl Armisén, director del Ente Autárquico a cargo de ese teatro, que incluso sostuvo que “nunca vimos a la fosa orquestal como un peligro”. Ello cuando la pasarela que daba al foso de la orquesta solo se encontraba separada por una cinta flúo y no por un recorrido de luces led -como tienen los grandes escenarios- y carecía de una red de seguridad, en combinación con la iluminación frontal que hacía imposible para el artista reconocer las dimensiones del escenario.
Pese al fatal siniestro y a las múltiples denuncias de los trabajadores por persecución laboral, contrataciones precarias, manejos de fondos a discreción del poder político y disposición del teatro más grande de Tucumán como una sala de alquiler y de eventos oficialistas, Armisén continúa al frente del ente. Había sido designado por el gobernador José Alperovich en 2014, y su sucesor Juan Manzur lo mantuvo al mando.
En ocasión del accidente de Denis, diversas figuras famosas de la música dieron cuenta de que peligros como este son moneda corriente en el mundo del espectáculo: “está lleno de peligros evitables en muchos 'venues'. Pónganse las pilas ya”, señaló Lali Espósito, mientras que Oriana Sabatini reclamó que “esto sea una alerta para mejorar la seguridad de todos los artistas sobre el escenario”.
En efecto, la inseguridad atraviesa todos los escenarios, del más grande al más chico, como parte de una honda precarización del trabajo de los artistas del rubro, que agrupaciones como Músicxs Organizadxs vienen denunciando sistemáticamente.
El Estado es cómplice y responsable de esta situación, como dejó claro el comunicado con el que el Instituto Nacional de la Música respondió al accidente de Denis y otros sufridos por músicos y técnicos en esos días. Sin denuncia de las patronales, y a renglón seguido de reconocer que “es responsabilidad de las autoridades correspondientes realizar controles y fiscalizaciones técnicas de todos los lugares donde se realiza música en vivo”, el organismo sostenía que “sin embargo, existen ciertas malas prácticas de las cuales somos responsables y que pueden modificar las condiciones de seguridad en pocos minutos, como por ejemplo modificar enchufes, disponer de escasa señalización, etc” –es decir, cargaba la culpa sobre los trabajadores.
Los gobiernos actúan con dureza contra los músicos callejeros a lo largo y ancho del país, pero dejan actuar a sus anchas a los empresarios y a sus propios funcionarios.
El trípode se completa con el Sindicato Argentino de Músicos, integrado al Estado, cuyas respuestas ante la desprotección laboral no pasan de las palabras. Y eso en el mejor de los casos, ya que su política general es hacer la vista gorda. Mientras tanto, los artistas de la melodía avanzan en un promisorio proceso de organización por sus derechos.
La lamentable muerte de Denis debe servir para que la conciencia sobre esta degradación de la cultura y sus trabajadores se extienda a todo el pueblo argentino, como lo hicieron algunos de los hits creados por él y luego reformulados en canciones de cancha y de protesta popular.

Prensa Obrera

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