domingo, 10 de mayo de 2020

La prisión de la deuda



Venció el plazo para aceptar la oferta de reestructuración de Martín Guzmán. Los especuladores exigen más concesiones. Mientras tanto, lo único que se sacrifica son los salarios.

La prisión de la deuda

La negociación para reestructurar la deuda atraviesa días que se viven como una final del campeonato mundial. La expectativa está puesta en si el ministro de Economía, Martín Guzmán, les doblará el brazo a los lobos de Wall Street o, sí, finalmente, cede para hacer una oferta más generosa a los especuladores.
Este viernes 8 de mayo a las 18 horas estaba establecido el límite para que los bonistas acepten o rechacen la oferta de Guzmán. No obstante, el resultado final se conocerá de manera oficial el día lunes cuando lo devele la Securities and Exchange Commission (SEC) de los Estados Unidos.
Ese ente regula no sólo las transacciones financieras estadounidenses, sino también las operaciones de bonos en dólares de Argentina bajo jurisdicción extranjera. Este “detalle” es una expresión cabal de la relación de dependencia asimétrica en la que se encuentra nuestro país con los centros financieros internacionales: ellos ponen las reglas, el árbitro y se llevan los recursos.
Al final del día, los trascendidos señalaban que los tenedores locales habían aceptado en una buena proporción la propuesta, pero los fondos extranjeros, que poseen un volumen mayor de bonos, la rechazaban, por lo cual quedaría en jaque la reestructuración que requiere aceptación de mayorías, variables según el tipo de bonos.
Todo indica que el gobierno se mueve en el sentido de continuar las negociaciones al menos hasta el 22 de mayo, fecha donde tendría que efectuar el pago del Bono Global para no entrar en default. En conversación con El Cronista, el ministro Guzmán señaló que “mantenemos el diálogo abierto con los bonistas y mañana anunciamos cómo seguimos”. En las próximas horas se conocerá en qué términos continúa la historia.

La “internacional”

Alberto Fernández y el ministro Guzmán consiguieron el apoyo a la propuesta argentina de parte de economistas con reconocimiento internacional. Excepto el francés Thomas Piketty, cuya carrera se desarrolló en la academia, la mayoría de las figuras destacadas que firmaron el respaldo al Gobierno son hombres y mujeres que antes de pregonar un “capitalismo con rostro humano” contribuyeron a la expansión del neoliberalismo feroz a escala planetaria y se volvieron críticos cuando se dieron cuenta del Frankestein que habían ayudado a crear. Una cosa es reconocer el cambio en sus posturas. Otra muy distinta es alimentar esperanzas en esos apoyos: todas son figuras que no cuestionan, obviamente, el orden imperialista.
Pero la distancia parece distorsionar la percepción. Es lo que ocurre con Joseph Stiglitz: el premio Nobel de economía y mentor de Guzmán es ponderado en estas pampas como el Che Guevara de la guerrilla contra las finanzas. Pero su carrera profesional no la hizo en la Sierra Maestra, sino como asesor de Bill Clinton y economista jefe del Banco Mundial, entre otros antecedentes.
Otro tanto ocurre con Jeffrey Sachs, un economista que contribuyó a la restauración capitalista en el este europeo. O con Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff que luego de haber pasado por las huestes del FMI comenzaron una reflexión crítica sobre la mala praxis del establishment financiero en las crisis.
En parte, la explicación de esos apoyos hay que encontrarla en la defensa de la estabilidad financiera internacional que todo el tiempo está en riesgo de quebrarse por la especulación escalofriante de las últimas décadas y ahora más que nunca por los efectos del coronavirus sobre la economía: "Una resolución responsable sentará un precedente positivo, no solo para Argentina, sino para el sistema financiero internacional en su conjunto", escribieron los economistas en la declaración de apoyo a la propuesta argentina.
La oferta de Guzmán para honrar a los especuladores, independientemente de que se interprete como agresiva o amigable, tiene lugar en momentos en que el FMI y Banco Mundial discuten la condonación de deudas de los países pobres. E, incluso, el G20 acordó la moratoria de la deuda bilateral de setenta y seis economías. ¿No sería más adecuando apoyarse en esta realidad para plantear un desconocimiento soberano de la deuda?

Los dueños de la pelota

En el ámbito local, muchos economistas de consultoras del establishment, los diarios de mayor circulación, pugnan con más o menos disimulo para que el gobierno realice mayores concesiones a los fondos especulativos. Se burlan del academicismo de Guzmán y sus apoyos internacionales en favor de mayor pragmatismo. Marina Dal Poggetto habla del “Peligro de usar a la Argentina como ratón de laboratorio de la academia”. La receta que proponen no tiene novedades: más “responsabilidad” fiscal, es decir sacrificar a los que menos tienen para darles a los que les sobra de todo.
La propuesta de reestructuración, bien vista, no es “tan agresiva”, como pretenden los acreedores: implica una quita de entre el 50 % y el 60 %, como analizó Martín Mikori en La Izquierda Diario. Pero los títulos hoy cotizan al 25 % de su valor nominal, por lo cual se les estaría reconociendo un valor mayor al de mercado: una potencial recuperación patrimonial. O, vista de otra manera, la propuesta implica un recorte de la tasa de interés que los fondos especulativos obtienen en el país: del 7 % al 3,5 % aproximadamente. Es un recorte importante, pero relativamente atractivo en un mundo donde rigen tasas cercanas a cero en las principales potencias económicas.
El ministro Guzmán posiblemente siga negociando con los fondos BlackRock, Fidelity, Templeton, Ashmore, Pimco, que están entre los principales que rechazan la oferta. Son fondos que tienen espalda de sobra: manejan recursos que superan ampliamente lo que produce el país en un año. Algunos de esos fondos de inversión mantuvieron “relaciones carnales” con el macrismo para hacer negocios contra los intereses del pueblo trabajador: mientras ellos se enriquecían aquí subía la desocupación, aumentaba la pobreza, y bajaban las jubilaciones. De allí el calificativo de deuda odiosa. Y por eso corresponde un desconocimiento soberano. Lejos de esto, el oficialismo se apresta a mayores concesiones a los especuladores sin haber establecido una investigación de la fuga de capitales en la era macrista, la fraudulenta colocación del bono a cien años, ni del proceso integral de endeudamiento.

Dime quién te respalda

La Unión Industrial Argentina (UIA) y la Asociación Empresaria Argentina (AEA) brindaron su apoyo a la negociación de deuda Guzmán. Es una tarea para los detectives investigar en cuánto incidió para que el gobierno lograra esos apoyos, el regalo que Alberto Fernández y la CGT hicieron al mundo empresario con la habilitación de rebajas salariales para las actividades no esenciales: se trata de un recorte promedio de $ 11 mil por asalariado del sector privado registrado.
Algunas empresas interpretaron el “visto bueno” para rebajar salarios con cierto grado de discrecionalidad. Es el caso de la multinacional yanqui Mondelez, que en el inicio de la cuarentena se benefició de la declaración de actividad esencial con la que fue calificada la industria alimenticia para producir y generar stock de golosinas. Ahora, en los hechos se “autoproclama” no esencial para poder suspender trabajadores y pagar menos salarios. Hay más casos: en FATE, propiedad del megamillonario local Javier Madanes Quintanilla, a pesar que la empresa está funcionando, descontaron el 50 % del salario.
Estos días, también se conocieron otras concesiones a los empresarios. Es el caso del precio del “barril criollo”, un precio del petróleo subsidiado por el Estado para mantener los negocios petroleros, fundamentalmente los de Vaca Muerta.
La velocidad de las concesiones a los empresarios contrasta con la lentitud que adquirió el proyecto de impuesto a las grandes fortunas del oficialismo: también es tarea para detectives establecer las causas por las cuales no llega nunca al Congreso ¿Se habrá cajoneado, aunque sea momentáneamente, para cosechar apoyos a la causa reestructuradora de la deuda de Guzmán? Esperar y ver.
En estos momentos, el único proyecto de impuesto a las grandes fortunas que existe es el presentado por el Frente de Izquierda y los Trabajadores-Unidad. Este proyecto plantea un impuesto a aplicarse sobre las 15 mil personas más ricas (0,04 % de la población), el sistema bancario que obtuvo ganancias récord en 2019, las 5.000 empresas más grandes (0,8 % del total de las compañías), la gran propiedad de la tierra y a las viviendas ociosas más caras. Permitiría recaudar al menos U$S 15 mil millones para orientar los recursos a las necesidades urgentes de la crisis sanitaria y social: entre ellas un salario de emergencia de $ 30 mil para todos los que se quedaron sin ingresos, una gestión de la cuarentena con GPS basado en testeos masivos y mayor presupuesto de salud, como así también un plan de viviendas para atender la emergencia de las familias hacinadas.
La “normalidad” de la economía a la que pretende volver la derecha que critica la cuarentena tiene características escalofriantes: casi diez años de estancamiento y directamente recesión (es decir, caída de la actividad) desde 2018. Este viernes 8/5 se cumplieron dos años del acuerdo con el que Macri entregó el mando al FMI: los U$S 320 millones que pagó el Gobierno de Alberto al Fondo esta semana ¿habrán significado un homenaje?
Todos los indicadores económicos y sociales se agravan día a día. La caída de la actividad para este año, ya se pronostica en 7 %, dejará un tendal de despidos. No sólo eso. El acuerdo de rebaja salarial sumará más pobres por ingresos. La pelea por una reorganización de la economía, con una perspectiva anticapitalista, se torna vital para evitar que la catástrofe social avance sin piedad.

Pablo Anino
@PabloAnino
Sábado 9 de mayo | 00:12

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