Llevemos la campaña por el proyecto del Frente de Izquierda a todas las organizaciones populares.
El kirchnerismo ha hecho una bandera nac&pop del llamado impuesto a la riqueza, pero el poncho no aparece. No fue parte de las sesiones del Senado y de Diputados y en el demagógico discurso de Máximo Kirchner en el cierre del debate tampoco hubo detalle alguno.
El tema no es menor porque en el mientras tanto todavía no cobraron la IFE la totalidad de las 8 millones de personas aceptadas, algo que ocurriría recién el 9 de junio. Ya sabemos que las camas con respiradores no superan las 10.000, y el personal de salud sigue protagonizando reclamos por elementos de seguridad sanitaria que faltan. Obras públicas esenciales de agua y vivienda requieren enormes fondos. El Estado debería garantizar el cobro de los salarios de todos los trabajadores abriendo las cuentas de las empresas a la vista de los trabajadores, para pagarlos cuando no hay más remedio. Los jubilados deben recibir antes del 20 de mayo la noticia de su movilidad cercenada en marzo. Los alimentos no llegan a los comedores comunitarios en la magnitud ni el contenido necesarios, cuando todos los días aumentan los comensales.
El pequeño listado demuestra el dramatismo de algunas de las urgencias. El Congreso fue cerrado dos meses y abrió para ser la mera escribanía de reafirmación de los DNU del Presidente. En cambio, a mano alzada, sin nominalidad ni debate, Sergio Massa hizo votar en contra el tratamiento del proyecto del FIT de impuesto progresivo a las grandes rentas y fortunas.
Lo que encubren el gobierno y el kirchnerismo, que hace demagogia con un proyecto de impuesto que no llega, es que esperan el desenlace de la negociación de la deuda el 22 de mayo para no incomodar a los bonistas sobre el curso del plan económico futuro. Algunos de los afectados por un impuesto de este tipo son, naturalmente, tenedores de los bonos en reestructuración. Tampoco se sabe si el proyecto que viene gravará los bonos en manos de los especuladores, bonito tema que muy probablemente sea motivo de negociación con los propios especuladores que tendrían que ser gravados.
Estos motivos de la demora pintan un régimen incorregible en su subordinación al capital financiero y los grupos económicos. Porque, además, en la medida que se sigan pagando –o refinanciando- los bonos en pesos que hasta fin de año suman la montaña de $800 mil millones, el importe del impuesto, cualquiera sea, se va por el resumidero de la deuda. Aun cuando formalmente se establezca que tiene otro destino. Porque lo que no se usa para una cosa, se usa para la otra.
Con todo, conviene saber de qué impuesto estaríamos discutiendo. El texto estaría listo, aunque tiene que pasar por la aprobación de Guzmán y de Fernández Alberto. Se trata de una tasa del 2% sobre fortunas de entre 200 y 400 milllones de pesos, hasta alcanzar una tasa del 3,5% para aquellas mayores a $3000 millones.
La AFIP ha hecho trascender que se trata de unos 12.000 contribuyentes. Si el promedio de esas fortunas fuera unos $500 millones, a una tasa del 2,5%, estaríamos ante una recaudación de unos dos mil millones de dólares, apenas la cuota pendiente con el Club de París. Una gota en el océano de la quiebra argentina.
El proyecto del Frente de Izquierda cuyo tratamiento rechazó la “unidad nacional” del Frente de Todos y Juntos por el Cambio a mano alzada, en cambio, es un verdadero impuesto progresivo a las grandes rentas y fortunas, a los bancos, a la propiedad terrateniente y a las propiedades ociosas.
Su alícuota arranca en el 5% para las ganancias mayores a $65 millones, plantea como piso patrimonial para personas humanas los 100 millones de pesos, con alícuotas progresivas e impuestos especiales y progresivos a las ganancias bancarias, a las altas rentas, a la gran propiedad de la tierra a partir de las 5.000 hectáreas y a las viviendas ociosas. De esta manera, se recaudarían entre 15 y 20 mil millones de dólares que deben destinarse a un fondo especial de emergencia, con un comité de monitoreo del mismo compuesto por trabajadores de la Salud, del Instituto Nacional de la Vivienda, de la Afip y técnicos de universidades públicas para garantizar el reforzamiento del sistema sanitario, un seguro al desocupado de $30.000 y un plan de vivienda y se excluya utilizar esos fondos para el pago de la deuda.
¿El proyecto agota la cuestión de un plan económico y social de lucha contra la pandemia sanitaria y económica de la Argentina? Por supuesto que no, pero es un gran puntapié en el debate de salida a la crisis. Se trata de un planteo que tiene que formar parte de un paquete que incluye el no pago de la deuda, la nacionalización del sistema bancario, del comercio exterior así como de todos los recursos estratégicos empezando por los hidrocarburos, minería y energía eléctrica. Es parte de un planteo de reorganización económica y social integral desde el campo de los trabajadores que incluye la centralización de todo el sistema de salud en manos del Estado y bajo control de los propios trabajadores de la salud.
Por eso, ante el freno del gobierno, pongamos proa a una gran campaña en todo el movimiento popular por el proyecto del FIT. Ya está en desarrollo una campaña en la universidad, llevemos el debate a todas las organizaciones obreras y populares.
Néstor Pitrola
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