El último decreto de necesidad y urgencia de Fernández y su gabinete ha dispuesto una mayor flexibilización de la cuarentena que implica la reapertura de 18 nuevas industrias no consideradas en las ramas esenciales. Este levantamiento paulatino de la cuarentena, dictaminado paradójicamente para el momento en que se prevé el pico de contagios en el país, ha venido acompañado de una serie de protocolos para las fábricas, discutidos por las cámaras empresarias.
La elaboración por parte de las patronales nos coloca ante un problema central: quienes estarán a cargo de dictaminar las medidas de seguridad son los mismos empresarios que tienen como eje la reducción del llamado "costo laboral". Sin ir más lejos, son quienes han formulado, junto con la CGT y el gobierno, la reducción de salarios. A quienes no les tiembla el pulso para intentar imponer una confiscación de esa magnitud, que, sumada a la ausencia de paritarias, coloca en un agravamiento de la pobreza a la clase obrera en un contexto en que la salud y la necesidad de adquirir recursos básicos para su cuidado se extrema por la pandemia, no tendrán entre sus intereses el cuidado de la vida de la clase obrera. Las ramas esenciales en las que se ha dejado a los patrones a cargo de la decisión respecto de las condiciones de seguridad han terminado en muchos casos en una catástrofe, como sucedió con el caso del frigorífico Morrone (ex federal). Es que, en este contexto, preservar a los trabajadores implica de manera excluyente y necesaria la prolongación de la cuarentena.
La precariedad se vuelve evidente ante la declaración de las primeras "medidas" que serán puestas en pie: uso de tapabocas, lavado de manos, transporte y distanciamiento social; prácticas harto conocidas, que se han desenvuelto con anterioridad al inicio del aislamiento obligatorio, que justamente por no ser suficientes, se prosiguió a este último. Para ninguna industria están previstos elementos de protección personal, exceptuando la rama de higiene y protección del trabajo (Ámbito financiero, 13/05). Peor aún, las condiciones a las que de por sí ya se encuentran expuestos los trabajadores los coloca en un contexto de vulnerabilidad de su salud, siendo proclives a ser pacientes de riesgo o tenes mayores posibilidades de contraer coronavirus. Estudios hechos al respecto confirman que la exposición a material particulado, como pasa en varias ramas, aumenta veinte veces las posibilidades de contraer COVID-19 y su tasa de mortalidad, así como las condiciones contaminantes en las que se trabaja en la industria perjudica específicamente las vías aéreas (idem, 13/05).
La vuelta a las fábricas tiene como telón de fondo la "reactivación económica", que apunta a la renegociación de la deuda y la necesidad del Estado de destinar recursos a ese fin.
Mientras las cámaras empresarias y el gobierno ensayan protocolos ficticios y la burocracia sindical acompaña, la clase obrera se organiza en defensa de sus condiciones de vida, que incluye desde los reclamos sanitarios hasta la defensa de los salarios. Todo lugar en donde se han impuesto mejores condiciones, partió de una imposición de los trabajadores. Es lo que ha sucedido en los frigoríficos Penta y Morrone, en la ocupación de Bed time, en Acindar y en Fate. Es de primera necesidad la deliberación y coordinación de la clase trabajadora en defensa de la cuarentena, los salarios y paritarias, con los sindicatos y comisiones internas combativas a la cabeza.
Camila Pérez
15/05/2020
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