Este martes 16 se cumplieron 40 años del asesinato de Atilio López, histórico dirigente de la UTA, uno de los protagonistas del Cordobazo y quien fuera además vicegobernador de la provincia de Córdoba desde mayo de 1973 hasta el golpe policial que pasó a la historia como Navarrazo, ocurrido en febrero de 1974.
En este aniversario el kirchnerismo local, junto a autoridades nacionales, del municipio y de la UTA, llevaron a cabo distintos eventos de homenaje a la memoria de López. Estos incluyeron el descubrimiento de una placa en la sede de la UTA Córdoba, la colocación de un busto conmemorativo en la esquina de Bulevar San Juan y Avenida Vélez Sarsfield y un festival del que participaron, entre otros, Paola Bernal y el Dúo Coplanacu. La presencia de autoridades nacionales -como el secretario de Derechos Humanos de la Nación Martín Fresneda- y del intendente de la ciudad, Ramón Mestre, dio notoriedad a los actos conmemorativos.
Tragedias políticas
Atilio López fue asesinado por la Triple A, organización paraestatal armada directamente por el gobierno nacional al que López había apoyado. Una de las mayores tragedias políticas de la historia de los años ‘70 fue la protagonizada por la izquierda peronista, dentro de la cual se enrolaba el histórico dirigente de la UTA.
Protagonista de importantes luchas que habían golpeado a la dictadura de la llamada Revolución Argentina -entre ellas el mismo Cordobazo o el Viborazo de 1971- López, como parte de esa izquierda peronista, privilegió el alineamiento con la política gubernamental del peronismo a partir de 1973.
El viejo General vuelto del exilio se proponía instaurar el “orden” y la “paz entre los argentinos”. Su rol esencial -y así lo afirmaba Perón- consistía en frenar la lucha creciente de la clase trabajadora, el pueblo pobre y la juventud. Pero esto significaba aplicar una política represiva sobre los sectores más conscientes que, incluso, se proponían la lucha por el socialismo.
La Triple A nació de esa necesidad. Fue la herramienta que creó el gobierno peronista para derrotar a los sectores sobre los cuales su hegemonía política era limitada. Diversos cálculos estiman entre 1500 y 2000 la cifra de asesinados por esa organización paraestatal. Eran luchadoras y luchadores obreros, juveniles, populares, militantes de la izquierda peronista y de la izquierda marxista. El asesinato de López refleja entonces una tragedia colectiva.
La subordinación política de López al peronismo gobernante significó, en varias ocasiones, una frustración para los sectores avanzados de la juventud y la clase trabajadora. Una de ellas ocurrió al plantearse la normalización de la CGT Córdoba con una conducción completamente peronista, hecho ocurrido en julio de 1973. Eso motivó importantes tensiones con Agustín Tosco y René Salamanca.
Un segundo hecho de importancia fue el abandono, casi sin pelea, del gobierno provincial luego del Navarrazo. Tanto López como Obregón Cano pusieron su suerte en manos de Perón y el gobierno nacional. Pero éste terminó avalando el golpe mediante la Intervención federal de la provincia. Algo que no debería haber extrañado dado que el gobierno nacional, la derecha peronista cordobesa y las conducciones sindicales burocráticas venían alentando el golpe desde hacía meses.
La enorme tragedia de una generación de luchadores populares en los años 70’ fue la de confiar en un proyecto político que declaraba, desde sus inicios, abiertamente y sin ambages que su objetivo era liquidar la lucha de clases. En este marco es posible entender el asesinato de López por un gobierno peronista.
Eduardo Castilla
@castillaeduardo
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