miércoles, 25 de junio de 2014

El capitalismo financiero y la disputa por la soberanía económica

La fase de desarrollo capitalista que vivimos pondera su faz financiera por sobre la productiva; Este fenómeno histórica pareciera ser más que una tendencia, sino la consolidación de la dinámica que históricamente encontró el capital para reproducirse en su estado senil. Dinero que produce dinero, esquivando la fase productiva, con los resultados evidentemente dañinos en el mundo del trabajo y el consecuente desaliento a la inversión, evidencian el estado senil del capitalismo.
Las consecuencias son insondables, y bien podría sostenerse que su comportamiento es suicida, más allá del reproche ético. Algunos sostienen como apósteles de un credo del sentido común, que esto debe corregirse, que el capitalismo debe ser serio, pero desconocen la ontología del capital.
La resolución de la Corte Suprema de EEUU, no hace más que legitimar una lógica hegemónica a escala mundial, con supremacía del capital financiero. La estructura donde se sustenta consta de un andamiaje financiero, que inició su ofensiva con el acuerdo Thatcher - Reagan, pero también de una red legal, que ha visto como máxima expresión la resolución a la que aludimos.
Las voces que se alzan con reproches respecto del manejo de la deuda argentina debieran considerar las actitudes pro activas de los sectores especulativos, en el contexto mundial, así como reparar en la diferencia de criterio, a los fines de sostener amplios márgenes de soberanía económica, sostenida por la diligencia del gobierno argentino, en relación a otros, como Liberia, Panamá o incluso Perú.
Con la resolución del juez Thomas Griesa, también se debate la posibilidad de desmarcarse de la distribución internación del trabajo que sostuvieron los países centrales a través de la dicotomía centro-periferia. Las deudas externas, y la necesidad de su restructuración en la búsqueda del desarrollo siempre recayó en la periferia. Las perspectivas de este fallo configuran una herramienta filosa para obturar ese despegue. Por todo ello, hoy más que nunca se requiere de unidad nacional de la clase política para que la toma de decisiones no vuelva a emigrar a Washington.

Mariano Massaro

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