miércoles, 11 de junio de 2014

Una indagatoria y procesamiento a todo el gobierno



La lista de los indagados esta semana por el juez Ariel Lijo da idea de la magnitud política del caso Ciccone, de las consecuencias que puede tener para el gobierno y, al mismo tiempo, de la costosa necesidad presidencial de sostener a Amado Boudou.
Además del vicepresidente, fue indagado José María Núñez Carmona. Socio de Boudou en varios negocios y negociados, fue el interlocutor habitual en las negociaciones —o en los aprietes— con los Ciccone para quedarse con la compañía. En 2010, el oscuro fondo de inversión The Old Fund desembarcó en Ciccone Calcográfica, a punto entonces de ser contratada por la Casa de Moneda para imprimir los billetes de 100 pesos. El testimonio de Nicolás Ciccone describe cómo y de qué manera Núñez Carmona hizo todo lo necesario para que The Old Fund se quedara con la máquina de fabricar plata (la Casa de Moneda, conviene recordar, depende del Ministerio de Economía, a cuyo frente estaba entonces Boudou; por lo tanto, nada de lo que ocurrió pudo ser desconocido por el ministro, es decir por el Poder Ejecutivo).
Alejandro Vandenbroele, otro indagado, es un monotributista del último escalón. Sin embargo, era el presidente de The Old Fund. La Justicia de cinco países lo busca por maniobras de lavado de dinero y otros delitos financieros. Boudou dice no conocerlo, pero Vandenbroele vivía en un departamento del vicepresidente, en Puerto Madero, donde pagaba expensas y servicios. Según la mujer de Vandenbroele, su marido era el testaferro de Boudou.
Lijo indagó a también a Rafael Resnick Brenner, jefe del gabinete de asesores de la Afip cuando Ricardo Echegaray, titular del ente recaudador, aceptó a pedido del vicepresidente un plan de pagos excepcional para que Ciccone cancelara sus millonarias deudas con el fisco. Luego, intervendría en el rescate de Ciccone, cuando aún la manejaba The Old Fund, otro ministro de Economía: Hernán Lorenzino, quien, en 2011, estuvo en reuniones con Núñez Carmona y los Ciccone.
Por último, fue indagado Guillermo Reinwick, yerno de Nicolás Ciccone y nexo entre los dueños de la imprenta y Amado Boudou.
Como se ve, empieza a configurarse una asociación ilícita que toca los niveles más altos del poder político.

El grupo Clarín

Cuando Boudou acusa al grupo Clarín de someterlo a un “linchamiento mediático”, asume el riesgo de escupir su propio asado o, tal vez, lanza contra sus compinches en el gobierno una amenaza velada, en código, como para que solo la entiendan quienes él quiere.
El intento mafioso del gobierno por quedarse con Ciccone es anterior a Boudou. Lo comenzó Néstor Kirchner en sociedad, precisamente, con Clarín. Eran los tiempos en que Héctor Magnetto comía no menos de dos veces por semana en Olivos, y “él” lo llamaba todas las tardes para discutir la tapa del diario del día siguiente. Hasta 2007 o 2008, Néstor Kirchner se proponía echarle el zarpazo a la impresora de billetes en sociedad con Ernesto Gutiérrez, de Fibertel (grupo Clarín) y con David Martínez, accionista del gupo de Magnetto/Noble.
Luego, cuando el “triple play” (provisión simultánea de internet, cable y telefonía fija), junto con otros negociados, produjo una lucha mortal entre grandes pulpos y Magnetto quedó por eso enfrentado con el gobierno, NK le encargó a Boudou, su ministro de Economía, continuar las operaciones para vaciar primero, y tomar por asalto después, a Ciccone Calcográfica.
He ahí la negra historia que se sentará en el banquillo cuando Lijo decida el procesamiento de Boudou y compañía.

A. Guerrero

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