jueves, 5 de junio de 2014

Ciccone, la historia completa



Temores en el gobierno por la posibilidad de que Boudou involucre a otros funcionarios, como hizo en el pasado con Esteban Righi. Ciccone, una empresa que creció al amparo de negociados con la dictadura y, luego, del menemismo y de Alfredo Yabrán. La quiebra y la aparición de Boldt SA. Las maniobras kirchneristas para quedarse con un negocio multimillonario.
Cuando, el 15 de julio, el juez Ariel Lijo le tome declaración indagatoria a Amado Boudou, estará bajo riesgo de procesamiento algo más que el vicepresidente de la Nación: “Si Boudou habla, puede involucrar a todo el gobierno” (La Nación, 1°/6). Por eso, para la Casa Rosada,dejar caer Boudou le puede salir mucho más caro que sostenerlo. Después de todo, cuando el juez Daniel Rafecas allanó el departamento de Boudou en Puerto Madero y encontró ahí pruebas que lo incriminaban en el caso Ciccone, el vicepresidente denunció maniobras contra él dentro del gobierno e hizo caer a Rafecas y al entonces procurador general, Esteban Righi, a pesar de que Rafecas y Righi pertenecían al círculo íntimo del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini.

De la dictadura al menemismo

Ciccone Calcográfica, fundada en 1951 por los hermanos Alberto y Nicolás Ciccone, no dejó de crecer desde 1978. En ese año, gracias a sus vínculos con el almirante Carlos Lacoste, presidente del Ente Autártico Mundial 78, consiguió adjudicarse la impresión de las entradas para los partidos. Las empresas amigas de Lacoste fueron autorizadas a importar libremente, sin aranceles, de modo que los Ciccone pudieron traer del exterior maquinarias a precios preferenciales, privilegio que mantuvieron aun después de disuelto el EAM 78.
Finalizado el Mundial, siempre por intermedio de Lacoste, los Ciccone empezaron a imprimir los billetes de Lotería Nacional. Luego se quedaron con la planta de impresión de tarjetas del Prode, hasta entonces en manos de IBM Argentina, y posteriormente de otros juegos, como el Loto. También imprimieron billetes para varias loterías provinciales y valores para las provincias y sus bancos.
Ciccone Calcográfica, aun con tironeos, mantuvo su poderío y hasta su influencia durante el gobierno de Raúl Alfonsín, pero fue bajo el menemismo cuando conoció sus tiempos de mayor esplendor, especialmente cuando Armando Gostanián fue presidente de la Casa de Moneda.
Sin embargo, fue también durante la administración Menem cuando empezaron los problemas de Ciccone. Fracasaron en su intento de quedarse con los sistemas informáticos para la renovación de pasaportes y cédulas, por la oposición del ministro del Interior, Gustavo Béliz, y sobre todo de Domingo Cavallo, titular de Economía. Cavallo, en una puja interna que terminaría con su caída, denunció entonces los vínculos de los Ciccone con Alfredo Yabrán.
En efecto, Yabrán había conseguido una posición dominante en Ciccone por un crédito que esa firma había obtenido de la Banca della Svizzera, de Italia, por 25 millones de dólares, que no pudo devolver. Yabrán pagó ese préstamo en 1995 y se quedó con Ciccone. Desde entonces, la empresa prosperó gracias a licitaciones fraudulentas, como la provisión de pasaportes y la documentaación automotor. En esa época, el gerente general de Ciccone era Alberto Isaac Chinkies, director de Ocasa, una de las empresas más fuertes del grupo Yabrán.
Cuando Yabrán cayó y terminó suicidado, después de varias maniobras peor que oscuras Ciccone, ya quebrada, quedó bajo control de otra de las empresas que son parte de esta historia: Boldt SA, vinculada con Eduardo Duhalde. Entre otras razones de la quiebra, había una deuda de 7 millones de pesos con la Afip. En su momento, el juez Rafecas caratuló la causa “Boldt-Ciccone”. Boldt-Ciccone tenía en sus manos negocios jugosos, siempre vinculados con el Estado, como la confección de los nuevos DNI y, otra vez, de billetes de lotería.

La mano de “él”

En el año 2010, Néstor Kirchner decidió dejar que Ciccone se hundiera. La empresa no lograba cobrar sus contratos con el Estado y estaba bajo permanente hostigamiento de la Afip. Los encargados de “apretar” a Ciccone por cuenta del ex presidente Kirchner fueron el ex chofer Rudy Ulloa Igor y el actual embajador en Uruguay, Dante Ravena, quien, dicho sea de paso, no ha dejado torpeza por cometer en Montevideo y, según dicen los uruguayos, se comporta allí como si fuera el gobernador de una provincia argentina (la diplomacia kirchnerista en el Club de París no es la misma, claro, que en Uruguay).
Luego, NK en persona delegó en Amado Boudou las negociaciones para desplazar a Boldt y quedarse con un negocio multimillonario.
Esa es la historia, y habrá mucho más, que se verá sometida a indagatoria el 15 de julio.

A. Guerrero

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