sábado, 21 de junio de 2014

El Día de la Bandera, preguntas y reflexiones

En todos los niveles de la educación argentina se conmemora el “Día de la Bandera” cada 20 de junio. Como todos sabemos, la elección de esa fecha no resultó de una decisión azarosa sino que se instituyó en homenaje al General Manuel Belgrano, recordando su fallecimiento.
La efeméride comenzó a recordarse en 1938, cuando lo designó por ley el Congreso Nacional. En esa época las medidas tendientes a fortalecer la identidad nacional se encontraban a la orden del día. Preocupados por la inmigración extranjera que le daba fisonomía a nuestras ciudades y por las ideas, supuestamente peligrosas, que llegaban del otro lado del Océano Atlántico, los políticos conservadores que construyeron “la década infame” se autoerigieron como los máximos defensores de la nacionalidad y los símbolos patrios.
En ese contexto se decretó feriado cada 20 de junio. En un contexto en el que los docentes al finalizar sus estudios juraban “por Dios y por la patria”, sí, por Dios y por la patria, en el que las maestras eran suspendidas si no portaban su escarapela, en el que mostrar una bandera celeste y blanca en las ventanas de las casas se consideraba garantía de “buen patriota”. ¿Qué significaba ser un buen patriota? Los dirigentes que se jactaban de eso fueron los que elevaron el fraude electoral a niveles nunca vistos en nuestra historia.
No es interés de este escrito plantear un recorrido sobre la vida de Manuel Belgrano, mucho menos transformar este artículo en un “ritual patriótico” donde se reproducen discursos automatizados sobre nuestro pasado y nuestros próceres. ¿Qué significa ser un prócer? Pasó mucho tiempo desde la institución del Día de la Bandera, llevamos casi 80 años escuchando la biografía del General que triunfó en Salta y Tucumán. Bien ganado tuvo Belgrano el reconocimiento posterior dado que demostró numerosas virtudes para ser destacadas. Sin embargo, en la actualidad, resulta más pertinente preguntar, cuestionar y reflexionar.
En pos del desarrollo del pensamiento crítico y autónomo, consideramos más valioso plantear algunas preguntas que promuevan el análisis sobre lo establecido, sobre lo estructural, sobre lo que parece que siempre fue así y nunca fuera a cambiar. La reseña sobre la década del treinta nos permite advertir que recién 126 años después de la creación de la bandera se estableció una fecha para conmemorarlo. Las efemérides no son apolíticas, no son neutrales, ni mucho menos “naturales”. ¿Dónde están las mujeres en nuestras efemérides?
El Día de la Bandera nos permite reflexionar sobre sus límites y sus olvidos. En general, solemos evocar nuestra bandera como símbolo de la libertad dado que fue el estandarte que guió las luchas independentistas contra el imperio español. Sin embargo, al mismo tiempo, la bandera fue signo de opresión para las poblaciones nativas que sufrieron, con el suceder de los años, la pérdida de sus territorios y la división de sus comunidades. ¿Será símbolo de libertad para los quechuas del norte que se encontraron separados por la frontera argentina-boliviana?
En nuestra sociedad contemporánea el 20 de junio presenta una función insoslayable. La tarea radica en repensar el significado de nuestra bandera. Advertir que hay muchos que siguen quedando en los márgenes de la historia, ¿Belgrano combatió sólo? ¿Dónde quedaron los soldados? Comprender que nuestra bandera nos representa como país pero que no nos hace enemigos de otros. Reconocer que debajo de esa bandera hay otras, muchas, que históricamente han sido silenciadas, no sólo por el poder político sino también por los ámbitos educativos. Reflexionar sobre el sentido de “jurar defenderla hasta morir” y desconocer los derechos de la diversidad de pueblos que habitan este suelo. Que la bandera creada por Belgrano se consolide como símbolo de respeto, integración y solidaridad es una tarea en construcción, y nosotros como ciudadanos, deberíamos colaborar en ese proceso.

Matías Emiliano Casas.

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