domingo, 1 de junio de 2014
La sinceridad de la Presidenta no tiene precio
El discurso del 22 de mayo de la Presidenta no tuvo desperdicio. No se priva de pegarle a los trabajadores cada vez que se acordó de ellos. Después de decir que “los petroleros condenados en Las Heras son los que mataron al policía Sayago” y otros varios etcéteras, ahora le dedicó unos párrafos a los ferroviarios del Sarmiento, acusándolos de creerse “dueños de los trenes”. El ataque a la huelga del Sarmiento no sorprende. Lo llamativo son los términos, viniendo de un gobierno que le ha entregado el sistema ferroviario a una entente criminal de burócratas sindicales, empresarios corruptos y funcionarios que llevó al asesinato de Mariano Ferreyra.
Pero lo más interesante del ascenso de la izquierda fue la referencia a los subsidios. Después de una década de proclamar que las multimillonarias sumas que su gobierno les entregó a los empresarios que explotan los servicios públicos eran para “favorecer a los más humildes”, reclamó a esos mismos empresarios que “si nosotros no mantuviéramos una parte del transporte subsidiado, una parte tan importante, seguramente ellos deberían pagar un mayor salario. Porque cuando uno subsidia el transporte a los trabajadores, está subsidiando el transporte de la fuerza laboral”.
O sea: los multimillonarios subsidios entregados a los empresarios que explotan servicios públicos tenían como objetivo principal el abaratar el acarreo de la fuerza de trabajo para los empresarios, quienes así pagaban salarios más bajos, porque el costo del transporte era más bajo.
La sinceridad de la Presidenta no tiene precio. Y los cientos de miles de millones que se llevaron los Roggio, los Cirigliano, los Romero y tutti quanti, tampoco.
Rubén Tonzar (Resistencia, Chaco)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario