jueves, 5 de junio de 2014

El palacio de invierno de Cristina Kirchner

Luchamos por el derecho al trabajo y la democracia sindical

Una lucha de 67 despedidos, en las condiciones más difíciles, desató un furioso ataque de la Presidenta, de varios ministros, de la burocracia del Smata y de otras fracciones de la burocracia sindical. La dirección del Smata no vaciló en recurrir a las peores prepotencias para escindir a los despedidos del conjunto de la fábrica, mientras CFK volvía sobre su oficio ya habitual de descalificar a los luchadores. Las diatribas -en este caso patagónicas- de CFK apuntaron a impedir la propagación de la lucha contra las suspensiones y despidos, y una repetición de la victoria de los metalúrgicos de Valeo, en Córdoba, y de las grandes huelgas indefinidas de los docentes de la provincia de Buenos Aires y de Salta, o el gran paro general del 10 de abril pasado.
Con raleada autoridad política y vacilante capacidad intelectual, la Presidenta pontificó que la ocupación de fábricas es “un método pasado de moda”, como si ella le hubiera hecho el aguante a alguna en su larga trayectoria política. Si, como ella misma asegura, “al capital financiero no (le) importan los puestos de trabajo”, debería haber usado la coerción estatal para hacerlo entrar en razones. Si el capital financiero se enseñoreó con Argentina, la responsabilidad le cabe a su gobierno y a los predecesores que acompañó, no a los compañeros despedidos de Gestamp. Para CFK, “Tampoco tienen lugar los que quieren tomar el Palacio de Invierno y creen que cuanto peor mejor”. El Palacio de Invierno fue tomado para salir de una guerra mundial que costó millones de vidas – fue una salida de lo peor, esto dicho con tibieza. En cuanto a poner las cosas “peor” de lo que estaban, el gobierno K está dando cátedra. ‘Generosa’ con Repsol y el Club de París, o con los bancos y las cerealeras, desenvaina el fuste contra la clase obrera.
CFK está repitiendo un error caro: dar vuelo a los Pedraza del Smata, como se los había dado antes a los de la Unión Ferroviaria, cuando la calificó como “un sindicalismo que construye”. La burocracia del Smata está desparramando patotas en las empresas, en lugar de luchar contra las patronales para que repartan las horas de trabajo disponibles sin reducir el salario.
A la Presidenta le vendieron que al capital financiero no le importan “las fuentes de trabajo”, o sea que el capital financiero vive del aire, no de la explotación de la fuerza de trabajo. Recurre a esta falacia para persuadir a los obreros de que su derecho al trabajo es una causa perdida, que solamente podría remediar la asignación por hijo o el plan familia. No, señora: el capital es trabajo muerto, la fuerza de trabajo es energía viva. La energía que mueve al mundo no es el ‘fracking’, sino el trabajo humano que se esfuerza por liberarse de la explotación. La industria capitalista es una tercerización del capital financiero, que se refugia en las sociedades anónimas, en las Bolsas y en los paraísos fiscales. El capital despide y cesantea para reforzar su presión sobre la fuerza de trabajo, en especial en la época de la decadencia capitalista, no para que los obreros disfruten de un fin de semana re-largo. Cesantea y despide para que los obreros honestos y luchadores sean aniquilados y prosperen los Zanola, Pedraza, Pignanelli, Caló y todos los demás.
El discurso contra la toma del Palacio de Invierno es de corte macartista y descubre el enorme desprecio ‘nacional y popular’ por los esfuerzos gigantescos que han realizado las masas populares, durante milenios (no solamente siglos), para conquistar una dignidad humana. De la demolición de los Palacios de Invierno germinan los cerezos en primavera. Los compañeros de Gestamp aspirarán algún día próximo a asaltar palacios de invierno; esa jornada la emprenden ahora desde un puente y un acampe, para exigir la reincorporación. Con ellos marcharán, y ya lo hacen, los trabajadores mecánicos, los nietos del Cordobazo. El certificado de nacimiento de la lucha por la democracia del medio siglo reciente.
Cuanto peor mejor es la línea del gobierno actual. Extorsiona con despidos para imponer salarios a la baja y desarrolla un ajuste tremendo para rescatar al capital financiero internacional definitivamente en bancarrota. Nosotros luchamos por una salida a la catástrofe del capitalismo.
Señora Presidenta: usted ha actuado, en este conflicto, con una perfidia ‘refinada’. Usted ordenó a Scioli que arregle el conflicto, cuando debía haberlo hecho usted misma. Utilizó su verdugueo eterno al gobernador para hacerlo responsable de una reincorporación de los despedidos en el marco de la conciliación, con la aviesa intención de incumplir el acuerdo luego de que la fábrica quedara desalojada en forma ‘pacífica’. Al día siguiente, las fuerzas de seguridad de la Nación se apostaban en las puertas para impedir el ingreso de los compañeros reincorporados en el papel. Esto que usted no haría en la diplomacia internacional, su gobierno lo ha pergeñado para combatir a la clase obrera que lucha en Argentina.
Señora Presidenta: ¿se ha dado cuenta, usted, que mientras nuestros congresistas y legisladores han presentado proyectos articulados para prohibir suspensiones y despidos, su FpV se dedica a vaciar sesiones para impedir la deliberación de la representación popular? ¿Se ha dado cuenta, acaso, de que solamente el Frente de Izquierda ha ofrecido una salida en este tema y que los opositores que saludaron el acuerdo cipayo que el gobierno de usted firmó con el Club de París, no han sido capaces de ofrecer nada?
El régimen político que usted preside se ha convertido en un ‘déjà vu’, ‘démodé’. Manejan con el retrovisor. Los obreros mecánicos, las enfermeras, los ex ypefianos, las organizaciones de derechos humanos, los campesinos de Santiago, los maestros y azucareros de Salta, los trabajadores de la vid y los del Estado en Mendoza, los ceramistas y docentes en Neuquén; en fin, un número cada vez mayor de trabajadores y de jóvenes concurren al Congreso y a las legislaturas para participar de las audiencias que convoca nuestro Frente de Izquierda -no para asistir a la perorata vacía de los partidos que parasitan con el sistema actual.
Habrá nuevas Torres de Londres, Bastillas, la Gran Muralla, Palacios de Invierno, el cuartel de Columbia, la Plaza de Mayo. De lo que se trata es de mirar siempre hacia lo alto.

Jorge Altamira

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