¿Es lo mismo un defol declarado por Cristina Kirchner (o por otro gobierno capitalista) que el repudio de la deuda usuraria por parte de un gobierno de los trabajadores? El defol es una interrupción de pagos para propiciar una reestructuración o refinanciamiento de la deuda impagable. El repudio de la deuda equivale, en cambio, a una expropiación de los capitalistas que lucran con una deuda usuraria y confiscatoria, aunque deja de lado a los especuladores pequeños que depositan sus ahorros en la deuda externa. El defol mantiene sin modificaciones las relaciones y la estructura económica que produjeron la bancarrota. Rodríguez Saá, por ejemplo, declaró el defol cuando el país había agotado la posibilidad de seguir pagando, y lo hizo con el propósito de generar las condiciones para volver a pagar. Al mismo tiempo, Duhalde inyectó luego una suma multimillonaria de pesos para rescatar a los bancos y AFJP que tenían una cartera de títulos de deuda externa superior a su patrimonio neto. El defol habilitó en un gran negocio para los capitalistas que, mientras tanto, habían fugado capitales durante 2001 y luego lograron, en la reestructuración de la deuda llevada adelante por los K, el reconocimiento de los intereses usurarios aplicados a los blindajes y megacanjes realizados por De la Rúa-Frepaso-Cavallo en 2001. Además recibieron los llamados cupones del PBI -40.000 millones de dólares.
El Partido Obrero es preciso con sus consignas: no al defol, sí al repudio definitivo de la deuda usuraria. Un defol, por parte de Cristina Kirchner, iría acompañado por un caos económico generalizado en perjuicio de los trabajadores, en primer lugar. Un repudio de la deuda usuraria, que solamente podría ejecutar en forma consecuente un gobierno de trabajadores, iría acompañado con un plan económico obrero y popular financiado con el ahorro nacional salvado del pago de esa deuda. Es un paso hacia la reconstrucción socialista del país.
Nuestro planteo de no pago forma parte de un programa de transformación social integral del país bajo la dirección de los trabajadores. Para eso se impone la nacionalización de la banca y del comercio exterior y la creación de una banca única dirigida por los trabajadores. Los bancos y los pulpos comerciales son los canales principales de confiscación del ahorro nacional y la convierten en deuda pública que expolia a la fuerza de trabajo. Si el gobierno se ve obligado a rechazar el fallo de Griesa y a suspender el pago de la deuda, nos movilizaremos para que este rechazo se convierta en repudio de la deuda y para impulsar la convocatoria a un congreso de trabajadores que aplique los recursos rescatados a un plan obrero y popular.
Gabriel Solano
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