Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CXLIV)
Esa es la orden de un Jefe de Redacción cuándo una noticia importante modifica la llamada “nota de tapa”, y así me sentía yo aquella mañana del 8 de diciembre cuando ingrese a las oficinas del Diario para asumir la dirección interina del mismo.
Había dejado atrás la ciudad en la que había nacido en la primavera de 1940, en la que comencé a militar en política e inicie el camino de las utopías revolucionarias en la Unión de Estudiantes Secundarios en 1954 y en la que había ejercido la profesión de abogado desde 1965.
Pensando en que podía volver quedaron en la casa, reconstruida luego del ataque con explosivos de la proto Triple A, Alba y nuestros tres hijos.
En la organización, identificada con el peronismo revolucionario que habíamos construido que adhería al FRP que lideraba Armando Jaime, se habían producido algunas deserciones ya que un grupo de compañeros consideraron que había que fortalecer el “polo rojo” y se incorporaron al PRT, otros discreparon con la postura crítica al gobierno que sosteníamos y decidieron acercarse a una corriente que había surgido del Frente Estudiantil Nacional y otros, que se identificaban con la Teología de la Liberación, se sumaron a Montoneros.
De todas maneras seguíamos teniendo una vinculación fraternal y, más allá de la pertenencia orgánica, todos reivindicábamos el pensamiento y el mensaje del CHE.
Una vez en mi oficina tuve la primera reunión con el equipo que conformábamos con Alberto y Tito que me pusieron al corriente de algunos de los temas que debíamos afrontar. Acordamos que la primera cuestión a resolver era la de la Jefatura de Redacción y la necesidad de restablecer el vínculo con la Comisión Interna.
Posteriormente Elena, la Secretaria con la que Luis Cerrutti Costa había trabajado durante varios años que era sumamente eficiente como pude comprobar, me organizó la agenda con entrevistas con embajadores de países amigos, integrantes del Consejo Editorial y funcionarios con los que teníamos que tener algún tipo de relación.
Me adelantó que, la última semana de ese mes, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Oscar Bidegain saludaría, en la “ciudad de las diagonales”, a los periodistas acreditados a la que resolví que concurriría, ya que lo conocía desde había muchos años y sabía de la ofensiva que había desatado en su contra la burocracia sindical y el peronismo burgués con la anuencia del General y la participación de su vice el metalúrgico Victorio Calabró.
Me había hospedado, transitoriamente, en un hotel de Avenida de Mayo de propiedad de españoles republicanos.
A la noche de ese intenso día cené con Jorge Di Pasquale que me puso al tanto de la creciente actividad represiva de la siniestra Triple A y de la absoluta adscripción del Líder al acuerdo con el partido militar y su apoyo a la dirigencia sindical colaboracionista, jaqueada por las bases obreras.
Al día siguiente me reuní con la Comisión Interna que encabezaba el “Negro” Carlos Suárez, militante de la Juventud Trabajadora Peronista y de Montoneros y Susana Viaux, que en ese momento integraba el Partido de la Victoria del Pueblo; una corriente revolucionaria uruguaya.
Al principio el encuentro tuvo momentos de tensión, ya que me resultaba complejo asumir el rol de “representante de la patronal”, siendo que, en la actividad profesional y política, siempre había estado del lado de los trabajadores, pero tome conciencia que había que manejar esta contradicción para evitar que naufragara esta primera experiencia de un diario de izquierda en la Argentina del Siglo XX.
Acordamos dar respuesta a algunas reivindicaciones que plantearon entre las que estaba la categorización de algunos periodistas, mejores condiciones de trabajo para los correctores y una fecha precisa para el pago de los salarios.
Al mismo tiempo les solicité que las asambleas no se realizaran en el horario de cierre ya que el vespertino se imprimía en COGTAL -una cooperativa de gráficos que había sido sugerida por Raymundo Ongaro-.
La misma tenía una imprenta, con un sistema antiguo de impresión; por lo que todo el material, salvo la tapa y la contratapa, se enviaban cerca de la medianoche para poder estar en la playa de distribución, en la primera hora de la tarde, y así poder competir con “La Razón” y “Crónica”.
Les adelanté que habría cambios en algunas jefaturas y que en el caso de Sergio Peralta lo desplazaríamos abonándole la indemnización conforme a lo establecido en el Estatuto del Periodista ya que no contaba con nuestra confianza y, dada su adscripción al Partido Comunista Argentino, boicoteaba toda información sobre el sindicalismo clasista y combativo, el Frente Antimperialista y por el Socialismo y las actividades de las organizaciones revolucionarias.
No despedimos, afectuosamente, ya que quedaban atrás los conflictos; comprometiéndonos, mutuamente, a mantener una relación fluida.
Al día siguiente tuve un encuentro, bastante ríspido, con Peralta, al que ya le habían adelantado nuestra decisión.
Intentó discutir la misma pero comprobó que se trataba de evitar un enfrentamiento mayor con su organización política por lo que aceptó, de mala manera, el cheque con la liquidación final.
Al día siguiente asumieron la Jefatura Ettore Pierri, representante del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, Julio Huasi designado por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno y Andrés Alsina por el PRT - ERP.
De esta forma, la Junta Coordinadora Revolucionaria de la que también formaba parte el ELN boliviano de los hermanos Peredo, pasaba a tener un rol destacado en esa experiencia periodística.
En la sección Interior confirmamos a Nora Lafont y en Internacional a Vilar, con el compromiso, de este último, de priorizar la información que nos llegaba por Prensa Latina de los movimientos de Liberación del Tercer Mundo.
El director de cine y, excelente ser humano, David Kordon quedó a cargo de Espectáculos y Carlos Somigliana, Edmundo Eichelbaum y Roberto Cossa seguirían como los redactores de las notas de investigación o de análisis de coyuntura.
Por su lado, José “Pico” Vazeilles, al que conocía desde la época universitaria cuándo él era dirigente del Movimiento de Liberación Nacional al que pertenecían los hermanos Viñas y León Rozitchner, quedó a cargo de los suplementos.
En deportes estaban varios exiliados uruguayos “comandados” por un compañero apodado “Pinocho” y el “Nene” Pando, entre otros.
Estos compañeros, pese a que no eran “burreros”, elaboraban una “fija” con muchos aciertos, que determinaba que el vespertino se vendiera como “pan caliente” en los hipódromos.
Para que no me olvidara del contexto unos días antes del fin del año la Triple A colocó un poderoso explosivo en la imprenta, advirtiendo, telefónicamente, que impedirían la publicación del diario y que este era el primer aviso.
Como estaba descansado en el hotel, a sólo dos cuadras del lugar, llegue antes que los bomberos y la policía.
El espectáculo era impactante. Todo el frente aparecía destruido y los daños en las máquinas eran muy serios.
Entre el polvo que provocó la explosión apareció Susana “la Negra” Viaux, que me increpó duramente y me exigió que buscáramos otro lugar para que trabajaran los correctores con más seguridad y menos riesgo.
Al llegar los directivos de COGTAL evaluaron los daños y me adelantaron que por varios días no podrían imprimir el diario por lo que en los hechos se nos coartaba la libertad de expresión.
Al día siguiente le pedí una entrevista al Secretario de Prensa de la Presidencia Emilio Abras; al que conocía por la militancia en el Movimiento.
Me recibió afablemente y me aseguró que el “General” no quería clausurar el diario ya que pensaba que los “zurditos” tenían que tener un órgano en el que expresaran sus puntos de vista más allá que se opusieran al Pacto Social.
Su problema, me aclaró, era con los “infiltrados marxistas” para los que haría “tronaría el escarmiento”.
No confiaba en lo que me manifestó ya que pensé que el “péndulo” del General, desde su regreso aquél trágico 20 de junio, se inclinaba para la derecha y que no era ajeno, por el contrario habían surgido por su inspiración, las bandas criminales que él equiparaba al “Somatén” español.
Pese a ello entendí que era importante tener una vía de acceso directo con el gobierno para garantizar nuestra sobrevivencia, como medio de expresión de la izquierda social y del movimiento revolucionario.
Cuándo todavía permanecíamos sin poder editar el diario se realizó, en la Casa de Gobierno de la provincia de Buenos Aires en La Plata la recepción ofrecida por el gobernador Bidegain a la que concurrí.
Al advertir mi presencia, “Don Oscar”, sorprendió a los periodistas presentes proponiendo un brindis por el diario y su Director destacando que me había conocido cuándo militaba en la corriente que lideraban Alicia Eguren y John William Cooke; a los que consideraba sus grandes amigos.
Demostrando cuál era la verdadera intención del gobierno comenzaron las amenazas de la Triple A en mi teléfono.
Interrumpían la comunicación con Alba advirtiéndome que matarían a nuestros hijos, por lo que los compañeros me plantearon que no podía seguir viviendo en el hotel y que debía hospedarme en una “casa operativa”; me di cuenta que esta situación restringiría mis movimientos y eso no me agradaba.
Al mismo tiempo debía avisarle a la seguridad del diario cuyo responsable era Enrique, un excelente compañero de nacionalidad uruguaya, cuándo me aproximara a las oficinas en la mañana, para que me esperaran dos compañeros de la autodefensa armada.
Las salidas nocturnas con Jorge, Alfredo y otros compañeros estaban desaconsejadas, y debía romper toda rutina en el movimiento en la ciudad haciendo permanente “contrachequeo”.
Al mismo tiempo que el escenario nacional se complicaba, en el Tercer Mundo se anunciaban importantes avances consolidándose la ofensiva del Ejército de Liberación en Vietnam que ya se acercaba a Saigón la capital del gobierno títere, se fortalecía la Revolución Cubana, pese a la permanente agresión de los Estados Unidos, crecía la actividad guerrillera del Frente de Liberación “Farabundo Martí” en el Salvador y las FARC, resistían una ofensiva del ejército colombiano, exitosamente.
¿De que manera enfrentar la constante agresión de la burocracia sindical y de las bandas armadas por el gobierno? ¿Cómo recorrer el camino de la unidad de los revolucionarios? ¿Cómo garantizar el pluralismo del diario y una “prensa legal” con una organización revolucionaria que lo financiaba? Estos son algunos de los temas que abordaremos en nuestra próxima nota.
Manuel Justo Gaggero, ex director del Diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”.
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