lunes, 28 de abril de 2014

Una vida dedicada a la lucha



Su imagen se ha convertido con el pasar del tiempo en un símbolo de izquierda y de luchas revolucionarias, luego de que participara en varios movimientos armados en países de América Latina y África.
Fue en uno de esos episodios de lucha armada antiimperialista que el Che murió, en Bolivia, cuando sus enemigos lograron emboscarlo, herirlo y apresarlo, y posteriormente decidieron ejecutarlo el 9 de octubre de 1967 en la selva boliviana, cerca de Vallegrande.
Treinta años después, sus restos fueron localizados y trasladados a un mausoleo en Santa Clara, Cuba, país donde participó junto a Fidel Castro de la revolución que acabó con la dictadura de Fulgencio Batista y que sobrevive hasta hoy día.
Y fue precisamente en Santa Clara donde Ernesto Guevara de la Serna (verdadero nombre del Che) protagonizó uno de los pocos eventos en los que tanto sus admiradores como muchos de sus detractores coinciden en que mostró una gran capacidad como líder militar, al lograr ocupar la ciudad a pesar de que sus fuerzas eran superadas por sus enemigos en proporción de 10 a uno.
Para finales de diciembre de 1958, el Che, argentino de nacimiento y declarado luego cubano, había sido ascendido a comandante de la guerrilla y comenzó a marchar al frente de una columna desde el oriente de Cuba, donde los rebeldes ya controlaban gran parte del territorio montañoso, hacia el centro de la isla.
Tras semanas de combates, los guerrilleros habían forzado al ejército de Batista a replegarse. Uno a uno fueron ocupando los pueblos de la zona central, tras dejarlos aislados bloqueando caminos e inutilizando puentes y líneas de tren.
Entonces Che dirigió su atención a Santa Clara, principal ciudad del centro del país, y bastión en la ruta hacia la capital La Habana. Sus tácticas, por momentos vistas como casi suicidas, han sido reconocidas como una estrategia militar excelente. Che, cuya formación antes de convertirse en guerrillero era de médico, dividió sus cerca de 350 hombres en dos grupos, uno con la misión de detener un tren blindado cargado de refuerzos de armas y soldados, y el otro de avanzar dentro de la ciudad.
Las fuerzas de Batista, pese a los reveses recientes, eran muy superiores, sumando unos 4,000 soldados bien equipados, y contando el apoyo de tanques y aviones de combate.
El 28 de diciembre comenzó el estratégico ataque a Santa Clara. Un día después, los guerrilleros lograron descarrilar el tren blindado y tras duros combates, forzaron la rendición de sus ocupantes, dejando aislados a los soldados que combatían en el centro de la ciudad y logrando conseguir pertrechos para reforzar su ataque. Al tercer día de la batalla, tras bloquear las calles y asediar las posiciones de sus enemigos, los rebeldes ocuparon Santa Clara, el golpe militar decisivo que necesitaban los guerrilleros.
Pocas horas después, Batista huyó de Cuba a la República Dominicana, y quedó el camino abierto para que la revolución liderada por Castro asumiera el gobierno de Cuba.

Omar Pérez Méndez.

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