sábado, 5 de abril de 2014
Massot, a rendir cuentas
Fue citado para el 24 de abril como imputado por delitos de lesa humanidad y le prohibieron salir del país. En la causa se investiga el asesinato de los obreros gráficos Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola.
El empresario Vicente Gonzalo Massot, director del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca y profesor de historia en la Universidad Católica Argentina, deberá prestar declaración indagatoria como imputado por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura. A casi once meses del pedido de detención de los fiscales federales José Nebbia y Miguel Palazzani, el juez federal subrogante Alvaro Coleffi decidió citar al ex funcionario menemista para el jueves 24 de abril a las 8.15 y decretó la prohibición de salir del país por “la naturaleza de los delitos” que le imputan y “la necesidad de garantizar” su presencia. “El juez dio un paso muy importante, hizo constar que tomó nota de las pruebas aportadas por la fiscalía, de la gravedad de los delitos y le prohibió salir del país”, evaluó con cautela el fiscal Ne-bbia, quien no cuestionó la decisión de Coleffi de permitirle a Massot seguir en libertad.
Massot está imputado por el rol de LNP como auxiliar de la inteligencia militar en las operaciones de acción psicológica desplegadas por el Ejército y la Armada en el sur bonaerense y como coautor de los asesinatos de los obreros gráficos Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola, delegados y dirigentes del Sindicato de Artes Gráficas de Bahía Blanca. La acusación del Ministerio Público incluía a su mamá y directora del diario, Diana Julio de Massot, a su hermano y vicedirector, Federico Massot, y al secretario de redacción Mario Gabrielli, pero los tres murieron impunes.
“El caso de los Massot difiere de la típica complicidad de los empresarios con el terrorismo de Estado. En este caso lo central no fue la cuestión económica, más allá de los beneficios derivados del disciplinamiento de los trabajadores tras los asesinatos de Heinrich y Loyola”, explicó Nebbia a Página/12. “La complicidad de La Nueva Provincia fue mucho más profunda: mientras los sicarios fueron miembros de las Fuerzas Armadas, los Massot fueron ideólogos y después justificaron el exterminio”, resumió. “Un exterminio de las características que tuvo el argentino no se produce de un día para el otro: se prepara, se ejecuta y después tiene que justificarse. La Nueva Provincia fue partícipe de todas las etapas: construyó al enemigo, a ese ‘otro’ que debía ser eliminado, generando odio en la población; señaló lo que había que hacer, llegando a tratar de ‘cagones’ a los militares que no actuaban como ellos pretendían, e incluso anticipó algunos ‘problemas’ como el de los ‘desaparecidos’, siempre entre comillas, diciendo ‘ya vendrán los derrotados’ a denunciar violaciones de derechos humanos”, recordó Nebbia.
Columnista del diario La Nación y profesor en el doctorado en Ciencias Políticas de la UCA, Massot es socio de La Nueva Provincia desde 1974, cuando tenía 22 años y era un activo militante del nacionalismo católico. En mayo de 1973, una semana antes de la asunción del presidente Héctor Cámpora, publicó el primer número de la revista Cabildo, donde haría pública su admiración por el fascismo. Fue en esos años cuando comenzó a tener incidencia directa en los editoriales de LNP, diario que primero reclamó a las Fuerzas Armadas que impidieran el ascenso del gobierno peronista y luego que lo derrocaran. “El nacionalismo ultrafascistoide le ‘brotó’ a LNP cuando uno de los nenes (el que está en el fino humor de Cabildo) comenzó a incursionar en el ‘periodismo’”, entrecomilló en 1974 un redactor de la revista Militancia sin imaginar que 40 años después Massot respondería “ponga periodista” cuando el juez le preguntó por su oficio.
El paso de Massot por Cabildo, El Fortín y Restauración permite corroborar su vocación democrática aunque no forma parte de la acusación. Los hechos que lo involucran directamente comienzan en 1975, cuando los editoriales de LNP criminalizaban abiertamente a delegados y activistas. El 28 de septiembre de ese año la mamá le encomendó a Vicente “todo trato con el personal”, incluidos los gráficos a los que representaban Heinrich y Loyola. Poco antes, en el marco de lo que debió ser una negociación salarial, un editorial anunció que “LNP se encuentra en guerra” y otro la presentó como víctima de “la infiltración más radicalizada”. También por esos meses (porque el primer borrador data de diciembre) la sección informaciones de Prefectura zona del Atlántico Norte elaboró un informe titulado “Guerrilla sindical” en LNP que concluyó con una lista de “personal a ser raleado”. La encabezaban los dos delegados e incluía las direcciones de donde los secuestraron para torturarlos y matarlos. Dos días antes del golpe de Estado se elaboró el informe definitivo de Prefectura y el 24 de marzo de 1976, eufóricos, madre e hijo se pasearon por la rotativa con una bandera argentina provocando a los gráficos. Cuando aparecieron los cadáveres atados y masacrados dieron la noticia en veinte líneas bajo el título “Son investigados dos homicidios” y nunca más retomaron el tema. El próximo jueves 24, con casi 38 años de demora, Vicente Massot comenzará a rendir cuentas por esos crímenes.
Diego Martínez
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