domingo, 20 de abril de 2014
Oficialismo y oposición rinden pleitesía al capital
El plan de ajuste en marcha contra el salario con los techos en paritarias y tarifazos en los servicios públicos junto con una coyuntural estabilización cambiaria y una mínima recomposición de las reservas del Banco Central alientan el consenso anti obrero del régimen burgués. La leve desaceleración inflacionaria de estos días se debe poco al éxito de los “precios cuidados” y mucho al enfriamiento de la economía, que pega sobre el consumo popular y el empleo. No obstante, la inflación anualizada todavía está por encima del 40%. Axel Kicillof es el “marxista” que cumple con todos los reclamos del establishment financiero (pago a Repsol, Club de París, quita de subsidios). La política antiobrera del gobierno que está haciendo parte del trabajo sucio antes de la finalización del mandato de Cristina Kirchner, quien no cuenta con candidato de recambio dentro del oficialismo, y las alternativas de la oposición corridas bien a la derecha (Massa y Macri, o el mismo panradicalismo) contribuyeron a destrabar el compromiso de algunas inversiones del capital imperialista (como los 1.000 millones de dólares que consiguió YPF) que busca extender los negocios extractivos en hidrocarburos y minería, así como ofrecimientos de fondos al Banco Central por parte de bancos internacionales, deseosos de sacar el jugo a los requerimientos de financiamiento del gobierno. El oficialismo, claro está, busca usar para sus propios fines la vuelta a los “mercados” con la esperanza que la economía reaccione hacia fin de año y llegue “caliente” a las elecciones. El resultado es un afianzamiento de las posiciones del imperialismo y el atraso económico.
Kicillof rindiendo examen en el fondo
A su regreso de Washington donde participó de las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial Axel Kicillof, el ministro de Economía, dio una conferencia de prensa donde declaró que por el momento no aceptará la revisión de la economía que establece el artículo IV del estatuto del organismo de crédito. En última instancia, la revisión de la economía por el FMI tiene más un carácter simbólico, es una cuestión de burócratas del organismo, como sentenció el macrista Carlos Melconian.
En la conferencia el ministro buscó ubicarse en las antípodas de las políticas neoliberales de los organismos internacionales. Lo cierto es que el gobierno viene llevando adelante todas las tareas necesarias para regularizar las relaciones con los “mercados” de crédito. El sinceramiento parcial de las cifras de la inflación, aunque manteniendo la intervención y la patota que retocó todos estos años los índices, y la revisión a la baja del crecimiento de 2013 (bajó de 5% a 3%) fueron consensuadas con el FMI. La revisión a la baja del crecimiento implicó que no se pagará el cupón del PBI, un premio adicional a los especuladores que otorgaron Néstor Kirchner y Roberto Lavagna en la renegociación de la deuda de 2005. Pero esto, lejos de toda la apariencia de buscar una confrontación con los especuladores es resultado de una negociación con el FMI. Quien captó bien el sentido de la conferencia de Kicillof fue el ex presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, quien dijo que “cacarea en público y negocia allá”.
En el mismo sentido, se desarrollan los acercamientos con el Club de París. En el último viaje a Francia, CFK se trajo el compromiso de François Hollande, el presidente galo, de apoyar a nuestro país en las negociaciones con el Club de París y los fondos buitres. Esta solidaridad del presidente de una potencia imperialista no es gratuita. CFK habría concedido dejar atrás las trabas que venía interponiendo a un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, algo ambicionado por Brasil, pero que no contaba con la anuencia argentina. La unidad latinoamericana llevará de este modo a un acuerdo típico del neoliberalismo.
El cierre de los conflictos abiertos con el capital financiero internacional, todavía no garantizado a pesar de los esfuerzos “nacionales y populares”, reforzará la dependencia del imperialismo. Ya el año pasado el ex ministro Hernán Lorenzino acordó con las empresas imperialistas que litigaban en el CIADI, un tribunal a la medida de las potencias económicas que funciona en el seno del Banco Mundial. Esas empresas habían hecho jugosos negocios con las privatizaciones. En esa negociación sacaron una tajada más. Lo mismo ocurre con el acuerdo para pagar a Repsol por el saqueo de los recursos hidrocarburíferos que la banca oficialista se apresta a votar en el Congreso. Todos estos acuerdos harán más pesados los pagos anuales de la deuda externa. La expoliación no tiene fin.
El enfriamiento de la economía pega sobre los trabajadores
Junto con la devaluación el gobierno decidió poner un techo en las paritarias, que pretendieron que fuera del 22%. La lucha docente rompió parcialmente el techo salarial. El parazo del 10 de abril obligó a rever algunas negociaciones paritarias, como ocurrió con el gremio de comercio. Pero el plan antiobrero sigue su curso.
El aumento de la tasa de interés es una medida recesiva para sacar dinero de circulación. Proviene del arsenal típico del monetarismo neoliberal. Afecta el consumo a crédito y el financiamiento, principalmente del empresariado Pyme que no tiene la opción de conseguir deuda en el exterior. Como señaló el economista Dante Sica “es claro que la tasa de interés es la que de alguna manera hace el trabajo sucio” (comercioyjusticia.info, 16/4). La consecuencia es la caída de la actividad económica.
El enfriamiento de la economía ya se hace sentir en despidos y suspensiones, como así también en el recorte de horas extras. Mientras Cristina Kirchner se acuerda luego de una década de “combatir” la precarización y el empleo en negro con una ley de dudoso efecto, más allá de beneficiar con jugosos descuentos a las empresas, la crisis golpea sobre los sectores más precarizados de la clase obrera. Es lo que ocurre en el gremio mecánico y en el metalúrgico de Córdoba y varias fábricas a lo largo del país.
Un poco de combustible para llegar al final del camino
El gobierno abriga la esperanza de reactivar la economía, aunque sea moderadamente, en el último tramo de Cristina Kirchner al frente del ejecutivo. Es lo que escribió Mario Wainfeld en el “boletín oficial” el último domingo: “calculando que para el tercer trimestre del año muchas variables habrán mejorado y con ellas el talante y el bolsillo de la mayoría de los argentinos” (Página 12, 13/4). En la conferencia de prensa Kicillof al referirse a la reunión con empresas yanquis que mantuvo en Washington señaló que le habrían anticipado “formidables planes de inversión en el país” (Página 12, 15/4). Lo mismo prometió la francesa Total a CFK un mes atrás en París. El gobierno quiere dejar una buena última imagen para tratar de incidir en la definición de su sucesión.
La perspectiva de un país con las relaciones normalizadas con el capital financiero internacional, como no podía ser de otro modo, tiene un amplio consenso entre la burguesía local y su socia extranjera. Sergio Massa se paseó por Estados Unidos para mostrarse, además de fiel garante de la “mano dura”, confiable a las ambiciones imperialistas en el país. Viene haciendo los deberes hace tiempo. En el conflicto por despidos en Kraft en 2009 apoyó a la yanqui contra los trabajadores. Por su parte, Scioli, en pos de apuntalar su proyecto presidencial, confraternizará en mayo con los gobernadores y las empresas de la megaminería. Al son de un panorama de grandes negocios e ingreso de inversiones baila el régimen político patronal: “Si sigue haciendo los deberes en el año y medio que le queda a Cristina, bajará la tasa a la que se podría endeudar afuera. Se tomaron medidas para mantenernos a flote. Vamos a tener un 2014 de alta inflación y poco crecimiento, pero se van a ordenar las cosas y además los activos argentinos siguen, pese a la suba, muy baratos por la baja que había tenido en los años anteriores. Los capitales siguen entrando”, dijo un hombre de las finanzas (“Horizonte 2015: los inversores se ilusionan con cambios”, La Nación, 13/4). YPF, Siderar, Aluar, Banco Francés, Macro, entre otros grandes capitales, brindan opciones baratas para acceder a sus acciones en comparación con sus pares de otros países de Latinoamérica y ofrecen altos rendimientos. El capital financiero buscaría aprovechar esa “baratura” de las empresas argentinas con la ambición que se valoricen luego del cambio de gobierno del año próximo. Pero el remate del país al capital imperialista no tiene despejado el camino, el paro del 10A mostró la predisposición de la clase obrera para ofrecer resistencia al ajuste y al imperialismo. A los planes de la burguesía hay que oponer un programa obrero y socialista.
Pablo Anino
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario