domingo, 23 de diciembre de 2007

Salario, precio y ganancia en la Era K



Los cuatro años del gobierno de Néstor Kirchner dejaron un panorama laboral distinto al que encontró. Más allá de la reducción en la desocupación, reflejada por los índices oficiales, algunos de los puntos más característicos de este período son la recomposición salarial -con grandes asimetrías de acuerdo a la rama de producción- y el surgimiento de incipientes nuevas formas de organización sindical, conviviendo con el retorno de viejas prácticas de la burocracia.

Por Agencia

"Quizás el mayor logro de Kirchner haya sido consolidar un modelo económico que contenta a todos los sectores del bloque dominante" señala Guillermo Gigliani, docente de la UBA y miembro del colectivo Economistas de Izquierda (EDI). "Tanto el modelo alfonsinista, como incluso la convertibilidad, tenía grandes enfrentamientos al interior del bloque, sin embargo el modelo iniciado por Duhalde y Lavagna y continuado por Kirchner permite un consenso de los principales actores: el agroexportador -con un margen que soporta holgadamente las retenciones-, el industrial -con inéditos márgenes de rentabilidad- y hasta el bancario y financiero -que en 2006 tuvo la mayor rentabilidad de la década-". Al mismo tiempo, el "modelo" produjo cambios sustanciales en las principales variables que afectan a los trabajadores y trabajadoras.

Salario

Sólo a partir de 2005, luego de que las empresas lograron beneficios extraordinarios, comienza un crecimiento sostenido de los salarios, llegando al final del mandato de Néstor Kirchner con una media salarial (que incluye a todos los asalariados) que recién supera los niveles anteriores a la crisis.

De esta manera, la industria comienza a incrementar sus márgenes de rentabilidad. Sin embargo, durante los dos primeros años del kirchnerismo, los salarios no logran alcanzar los niveles anteriores a la crisis, salvo en algunos sectores industriales y de servicios, a pesar de desarrollarse un crecimiento inaudito para la historia argentina.

Sin embargo, los salarios de los privados aumentaron asimétricamente. Esta asimetría se puede observar en distintos planos: Según la legalidad del nivel de contratación: los trabajadores en negro mantienen niveles de remuneración inferiores, y lo mismo ocurre con los "precarizados" (pasantes, contratados, etc.) Por rama de la economía: los trabajadores de ciertas industrias, como la automotriz, fueron los principales beneficiados del la rentabilidad extraordinaria del sector. Por región: Los trabajadores de la Patagonia reciben remuneraciones que alcanzan el doble de sus pares del norte del país.

Estos elementos que siempre caracterizaron los últimos períodos de la historia económica nacional se mantuvieron durante el último gobierno y se han acentuado en algunos casos.

El gobierno de Néstor Kirchner actuó implementando desde 2004 una política largamente esperada por los trabajadores: reinstalar las convenciones colectivas. Si bien las mismas solo repercuten directamente en menos de un cuarto de los trabajadores del país, tiene efectos concretos e indirectos sobre el conjunto de los trabajadores. Sobre los resultados obtenidos en estas nuevas negociaciones, Guillermo Pérez Crespo, abogado del Taller de Estudios Laborales (TEL), destaca que "en el Ministerio de Trabajo se siguieron homologando convenios colectivos precarizadores, en muchos casos en abierta violación a normas de orden público laboral. Pero más allá de la responsabilidad administrativa en este punto, es evidente la responsabilidad de las mismas organizaciones sindicales que no han demostrado, salvo en casos puntuales, voluntad de impulsar una negociación diferente".

A esto se agrega la avanzada de reclamos por aumento salarial, ante lo cual el gobierno de Kirchner recurrió a un pacto, tanto con la CGT como con la CTA, para imponer un tope en los porcentuales, que comenzó siendo del 13 por ciento y finalizó en un 19. Sin embargo en la mayoría de los casos fueron sobrepasados. Para Perez Crespo "En cuanto a los techos de aumento salarial impuestos desde el Ejecutivo -explica el abogado- las representaciones sindicales recurrieron a una vieja práctica que viene, por lo menos de la década del sesenta, de obtener incrementos de haberes disimulados a través de modificaciones en categorías e introducción de rubros especiales o bonificaciones de distinto tipo. Pero parecería que en definitiva se terminaron manejando -con escasas excepciones- dentro del límite real trazado desde el poder, algo más amplio que el que trascendió en los medios de difusión. No se puede hablar realmente de una superación de los techos salariales, en tanto no se atravesó esa última barrera".

Precio

Según Gigliani, a partir de 2005 puede apreciarse una recuperación del salario real, que marca el verdadero poder adquisitivo, calculado en base a la comparación del salario con el nivel de inflación. "Este cálculo se dificulta por la manipulación de los índices de precios, pero aún con un cálculo estimativo de la inflación real (alrededor de un 20% anual, el doble de lo que publica el INDEC) los salarios crecieron comparativamente con la década anterior. Al mismo tiempo, puede observarse un incremento en la participación de la riqueza por parte de los trabajadores, que superó los niveles de los años 90 y está cercanos a los de la década del 80".

"Los salarios industriales superaron ampliamente los niveles anteriores a la recesión de 1998, y la media salarial (que incluye a todos los sectores) se encuentra en los niveles de la década anterior". Según el economista, resta por alcanzar los niveles de la década del 70, que fueron los de mayor participación en la historia del movimiento obrero. Gigliani es optimista en este sentido y ve factible un crecimiento de la participación por dos motivos: por un lado, los niveles de rentabilidad son lo suficientemente altos como para pelear por una participación mayor en el PBI, y por otro lado por el desarrollo de la lucha de la clase trabajadora. Los índices de desigualdad, sin embargo, siguen siendo muy altos: los mismos datos del INDEC estiman que el 10 por ciento de la población de mayores ingresos tiene una renta 30 veces superior a la del 10 por ciento más pobre. La distribución Capital / Trabajo en 2006, según datos del TEL, era 69,2 % / 30,8 %.

Para Eduardo Lucita, también economista del EDI, esta recuperación era necesaria para la reconversión del modelo: "A la salida de la crisis lo principal era garantizar exportaciones más rentables, ahora es necesario reconstruir el mercado interno", señala. De esta manera, el incremento del consumo sirve como motor del crecimiento. En gran parte se trata de productos suntuarios, aunque los sectores populares van paulatinamente recuperando capacidad de compra. Este incremento de la demanda es una causante de la inflación, denominado técnicamente por Lucita como "inflación por demanda", pero no por el aumento de los salarios sino por la falta de inversión por parte de las empresas y por los mercados cuasimonopólicos en la mayoría de las ramas de la economía, lo que garantiza libre albedrío para establecer los valores de las mercancías.

En una charla reciente, Lucita reformuló la metáfora peronista sobre la relación precios / salarios que reza que "Los salarios suben por escalera y los precios por el ascensor", señalando que en realidad "los precios suben por la escalera y los salarios hacen lo que pueden". Los "techos salariales, que las burocracias de algunos gremios festejaron al superarlo, funcionaron: los convenios de la UOM o SMATA, por ejemplo, superaron el 16% propuesto, pero en términos reales, al realizar un cálculo ponderado, queda relegado al aumento real de precios. A nivel de estrategia comunicacional es eficiente para ambos lados: las burocracias pueden decir que lograron aumentos considerables y el gobierno convence a los empresarios -con veracidad- de que son significativamente menores.

Al mismo tiempo, esta carrera contra la inflación parte de un supuesto errado, o al menos de un patrón que se modificó en las últimas décadas: ya no supone que el salario debe cubrir las necesidades de los trabajadores -materializadas en la Canasta Básica- sino que solamente debe mantener o recuperar levemente los niveles vigentes. De allí el éxito de instalar la disputa precios - inflación como el centro de la agenda económica de los trabajadores.

Ganancia

Para Gigliani, pueden distinguirse dos períodos al interior de la "Era K". Luego del estancamiento de 2000 a 2003, con la asunción de Kirchner comienza a revertirse esa situación, con un incipiente crecimiento salarial. Hay que tener en cuenta que la reconstrucción del bloque dominante luego de la crisis de 2001 -que se arrastraba desde la recesión iniciada en 1998- "carga todo el peso sobre los sectores populares, con una devaluación de la moneda que afecta principalmente a los sectores asalariados y los más empobrecidos, licuando las deudas de las empresas y los salarios", hecho que se leyó como un "incremento de la competitividad". Como se señaló, los dos primeros años son de un gran crecimiento económico que no se corresponde con una mejora para los trabajadores.

El período que va de 2005 a 2007 "son años de caída de la rentabilidad a partir de niveles muy altos, el fin de un período de ganancias extraordinarias" explica Gigliani. Es en este marco -no como única causa- donde se da el proceso de mayor crecimiento de los salarios.

La tasa de explotación, según Lucita, se fue reduciendo a medida que se sostiene el crecimiento, pero aunque ahora se encuentra por debajo de los índices de 2002, sigue siendo alta. El costo salarial en la industria es ínfimo: en un auto terminado, según datos de la propia SMATA va del 3 al 5%, números similares a los de la industria plástica, y cercana al 6% en la de autopartes. Si tomamos un ejemplo del rubro de servicios, el salario ferroviario no alcanza al 10% del costo operativo de un tren.

"También es importante señalar uno de los principales fracasos del gobierno de Kirchner: no haber podido constituir una burguesía nacional como lo expresó" evalúa Gigliani. Esta es una consecuencia -no deseada, seguramente- del tipo de cambio barato. De allí la compra de empresas estratégicas por parte de Brasil (frigoríficos, petroleras, petroquímicas, cementeras) y México (medios de comunicación, electrodomésticos, autopartes, hotelería) y en un futuro posible bancos.

Los desafíos para lo que viene

Una de las principales cuestiones a resolver son los atrasos salariales a fin de alcanzar un sueldo acorde al aumento de la Canasta Familiar durante las próximas paritarias, ya que la mayoría de los convenios colectivos vencen a partir de febrero-marzo de 2008. Al mismo tiempo, revertir la tendencia de que estas mejoras salariales se dan conjuntamente con una mayor flexibilización en las condiciones laborales, especialmente en las empresas con menor capacidad de inversión. También, compensar con aumentos de salarios la reducción que van a tener los trabajadores afiliados a las AFJP por el incremento del aporte personal jubilatorio que subirá del 7 al 11 por ciento en enero. Sin duda, que los aumentos salariales sean en blanco y remunerativos es una tarea pendiente que mira hacia el salario de futuro.

Por otro lado, es parte de la lucha de los trabajadores en blanco, pelear por la efectivización de quienes no están en planta permanente, bajo múltiples formas de precarización como pasantes, contratados, tercerizados, y con convenios colectivos por la baja, de manera de ir reduciendo progresivamente las asimetrías al interior de la clase, que no sólo afectan a quienes se encuentran en estas situaciones sino a la totalidad de los trabajadores, ya que establece un "piso" de condiciones de trabajo inferior.

Con esta situación en la cual los trabajadores visualizaron el aumento de las ganancias patronales, su caída del poder adquisitivo derivó en el surgimiento de más reclamos laborales. De esta manera comenzaron a aparecer y a hacerse visibles muchos activistas que durante años venían trabajando en secreto, a espaldas de los directivos empresariales, logrando construir una fuerza gremial "propia" y que en sus picos de alzas repercutieron en las políticas del Gobierno. En vista de lo que viene, las principales modificaciones del panorama vendrán de la mano de estos actores.

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