Bogotá, diciembre 8 (PL). La aceptación por el presidente Álvaro Uribe de una zona de encuentro para facilitar un canje entre personas retenidas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y guerrilleros presos, abre hoy nuevas expectativas.
La víspera el mandatario lanzó esa iniciativa en medio de la sorpresa general, pues a lo largo de la semana insistió en todos los foros su rotunda negativa a despejar de fuerzas militares cualquier punto del país, tal como piden las FARC para lograr el intercambio.
En realidad la idea de la zona de contacto partió de la Conferencia Episcopal, y tras muchas consultas con allegados y opositores fue asumida por el gobernante.
A diferencia de un despeje de los militares de determinada área, la propuesta de la zona de contacto establece que sería un área de 150 kilómetros cuadrados, despoblada y donde no haya establecimientos del ejército o la policía que tengan que replegarse.
Según las autoridades, el área que acuerden el Comisionado para la Paz y la insurgencia para los contactos sería supervisada por observadores internacionales y los delegados de las FARC obtendrían un salvoconducto que les permita libertad de movimiento.
Al mismo tiempo, el gobierno mantiene su postura de enfrentar a las FARC, pues junto con la zona de contacto anunció la creación de un fondo de 100 millones de dólares para entregar recompensas a los guerrilleros que deserten y entreguen a personas retenidas.
La zona de contacto recibió de inmediato la aprobación de prácticamente todos los sectores políticos y sociales y de los familiares de las personas en poder de la insurgencia, aunque con diferentes niveles de entusiasmo.
Los más consideran que, en principio, parece ponerse en marcha de nuevo el proceso a favor del canje humanitario.
Esto después que el gobierno echó por tierra las positivas gestiones mediadoras que llevaban adelante el presidente venezolano, Hugo Chávez, y la senadora liberal Piedad Córdoba.
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