viernes, 28 de diciembre de 2007

2007: Un año sin definiciones



Por Eduardo Dimas

Tengo la impresión de que el 2007, que ya concluye, fue un año sin definiciones en
prácticamente ninguno de los conflictos que afectan a la humanidad. Ni en América
Latina, ni en el Medio Oriente ni en Europa, ni en ningún otro lugar del planeta, se
percibió la solución de algunos de los problemas que hacen peligrar la estabilidad y la
paz, si es que puede hablarse de paz y estabilidad en un mundo pletórico de injusticias y
muerte.

Todo lo relacionado con el ya más que visible cambio en el clima de la Tierra, quedó
supeditado en Bali, Indonesia, a los intereses de las grandes transnacionales petroleras
y, fundamentalmente, de Estados Unidos que, tal vez por ceguera, pretenden continuar
destruyendo el planeta, en su afán de obtener grandes ganancias. Son los mismos intereses
que tratan por todos los medios de mantener un modelo económico (neoliberal) que ha dado
muestras de total agotamiento.

Precisamente, en el año que termina se hizo muy evidente la posibilidad de una recesión
económica de grandes proporciones, a partir de la crisis de las hipotecas de alto riesgo
en Estados Unidos y otras partes del mundo, que ha afectado a grandes bancos y, por
extensión, a las Bolsas de Valores de la mayoría de los países capitalistas
desarrollados. Según los pronósticos de destacados economistas norteamericanos, ya la
economía de ese país está en fase recesiva, y es de esperar que siga así en los próximos
6 u 8 meses.

Esa situación abre muchas interrogantes en torno a la búsqueda de una salida por parte de
la Casa Blanca.

Hasta ahora, el objetivo que mayores campañas preparatorias para una
guerra ha recibido es Irán, un estado cuya influencia en el Medio Oriente y Asia Central
no conviene a los intereses norteamericanos.

Ese es uno de los conflictos que quedó por definir durante el 2007. Washington trató de
crear las condiciones para la agresión, mediante la preparación de la opinión pública y
la concentración de enormes fuerzas en el Golfo Arábigo Pérsico, otros países de la
región y en la Isla Diego García. Como pretexto esgrimió que Irán estaba desarrollando
sus capacidades nucleares para tener el arma atómica.

El informe de la comunidad de inteligencia estadounidense sobre Irán, dado a conocer el
pasado 7 de diciembre, se convierte en un obstáculo para las pretensiones de los
elementos neoconservadores más agresivos, la Casa Blanca, el lobby israelí y Tel Aviv, de
asestar un golpe quirúrgico a las instalaciones nucleares, militares y gubernamentales de
la nación persa. No es posible descartar que esa agresión pueda tener lugar en cualquier
momento, antes de las elecciones del próximo año en Estados Unidos.

De otra parte, la ocupación de Iraq, el mayor fracaso de la Administración de W. Bush,
tampoco tuvo solución durante el 2007. Por el contrario, la mayoría de los jefes
militares señalan que tardará años lograr la estabilidad del país, de acuerdo con las
pretensiones estadounidenses.

Al margen de que hubo una disminución de las operaciones de la resistencia, sobre todo en
Bagdad, el número de soldados norteamericanos muertos siguió creciendo (3896 cuando
escribo este resumen). Disminuyeron también los enfrentamientos entre chiítas y sunitas,
debido a la creación de ghettos confesionales en la capital y otras ciudades.

Las consecuencias humanas y sociales de la agresión a Iraq se desconocen con exactitud,
pues ha sido política de la Casa Blanca ocultar esos datos. Sin embargo, cálculos de
diferentes entidades científicas cifran en más de un millón el número de muertos, más de
2 millones de heridos y mutilados, y más de 4 millones de iraquíes desplazados de sus
hogares. Luego de 4 años de ocupación, los alimentos, el agua potable y la electricidad
son un objeto de lujo para la mayor parte de la población.

En el Líbano, se dieron todas las condiciones para una nueva guerra civil que,
afortunadamente, no estalló. Cuando termina el año, todavía no ha sido designado un
presidente de consenso entre las fuerzas en pugna. Las diferencias entre las distintas
tendencias confensionales (cristianos meronitas, chiítas, sunitas y drusos) constituyen
un caldo de cultivo propicio para los intereses norteamericanos, franceses, también de
otros gobiernos, en los que cada cual juega su juego.

Mientras, en Afganistán, el otro país agredido por el gobierno de W. Bush, el movimiento
talibán se fortaleció a lo largo del 2007. El número de acciones contra los ocupantes de
Estados Unidos y la OTAN creció en más de un 60%. La situación se ha complicado a tal
punto que los mandos militares estadounidenses pretenden trasladar tropas de Irak hacia
Afganistán, ante la imposibilidad de las fuerzas de la OTAN de controlar la situación.
Sería como desvestir un santo para vestir otro.

En Pakistán, un aliado de Estados Unidos en Asia Central, la oposición al gobierno de
Pervez Musharraf y su alianza con la Casa Blanca creció a lo largo del año, sobre todo
después que Musharraf destituyera a los miembros del Tribunal Supremo de Justicia. Su
renuncia a la jefatura del ejército para ejercer la presidencia como civil, no tuvo el
efecto deseado.

El regreso de la exprimera ministra Benazir Bhuto, de conocida filiación
pronorteamericana, tampoco ha calmado los ánimos. El temor de Washington, según varios
analistas occidentales, es que grupos extremistas islámicos asuman el poder en Pakistán,
lo que los pondría en posesión de varias armas nucleares. La mayoría de esas
organizaciones fundamentalistas fueron, en su momento, financiadas por la Agencia Central
de Inteligencia (CIA), así que el gobierno norteamericano está recogiendo los frutos de
lo que sembró.

En el plano internacional, Estados Unidos perdió dos de sus principales aliados políticos
con la salida de Anthony Blair del cargo de primer ministro en el Reino Unido y de John
Howard en Australia. Al margen de que el nuevo primer ministro británico, Gordon Brown,
no ha retirado sus tropas de Iraq y Afganistán, el apoyo a la política de fuerza de la
Casa Blanca, ya no es el mismo. El nuevo gobierno australiano, por su parte, tuvo como
una de sus primeras medidas, la firma del Protocolo de Kyoto, y ha anunciado que retirará
sus militares de Irak.

El resto de Asia se mantuvo en relativa calma. El conflicto indo-pakistaní sigue
estancado. Las relaciones entre Japón y China mejoraron, mientras que Corea del Norte
llegó a un acuerdo con Estados Unidos y las otras 4 naciones (China, Rusia, Corea del Sur
y Japón) para cerrar sus reactores nucleares y poner fin a su programa de armas atómicas.
El diferendo entre China y Taiwan se mantuvo latente.

El Grupo de Cooperación de Shanghai vio fortalecido su papel en la región con el ingreso
como observadores de India e Irán. Este Grupo ha incrementado su influencia a partir de
los acuerdos chino-rusos en la esfera económica y militar, los proyectos de construcción
de varios gasoductos y la cooperación con otras naciones.

La alianza de China y Rusia, consolidada durante el 2007 – ambos miembros
permanentes del Consejo de Seguridad--, se ha convertido en un muro de contención para
las pretensiones de la Casa Blanca en la región, a pesar de que cuenta todavía con
aliados poderosos en el área, como es el caso de Japón. El peso de China en la economía
mundial y el de Rusia como potencia nuclear y petrolera no pueden dejar de ser tenidas en
cuenta por el imperio.

África vivió un año más de pobreza y abandono. Los conflictos internos continuaron. No
obstante, se dieron pasos importantes en la unidad de los países y gobiernos, con la
consolidación de la Unión Africana. La ofensiva china hacia África, las grandes
inversiones que está realizando en varios países, han provocado que tanto Estados Unidos
como Europa busquen fortalecer sus posiciones en la región. Estados Unidos, con la
creación de un Comando Militar para África, como una forma de garantizar su acceso a los
países petroleros y las rutas de navegación. Europa, tratando de aumentar su influencia
en los gobiernos de las antiguas colonias.

Es evidente que las ofertas chinas son mucho más aceptables que las de los centros de
poder mundial, por lo que es posible avizorar un aumento de las posiciones de fuerza por
parte de los intereses estadounidenses y europeos.

En Europa, el triunfo de Nicolás Zarkozy en la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales en Francia, fortaleció la derecha y la influencia norteamericana en el
Viejo Continente. Para algunos fue como una compensación por la pérdida de Anthony Blair.
Sin embargo, Francia y Alemania, cuya dependencia del comercio exterior es muy alta,
sufren las consecuencias de la depreciación del dólar y de la apreciación del euro.

Ese es un asunto sin resolver que puede crear fricciones, pues el gobierno norteamericano
no ha hecho nada por impedir la devaluación de su moneda. Otro tema sin solución es el de
Kosovo, que Estados Unidos y la Unión Europea pretenden desmembrar de Serbia, mientras
que Rusia y China se oponen. El conflicto entre valones y flamencos en Bélgica, parece no
tener solución. Casi terminando el 2007, el rey lograba crear un gobierno de transición,
luego de casi 6 meses de gestiones.

Por último, América Latina vivió durante el año que termina la continuación del proceso
de cambios que tienen lugar en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y, en menor medida,
por Argentina, Brasil y Uruguay. Esos cambios cuantitativos pueden conducir a un cambio
de sistema en la región o, al menos, a la consolidación de la integración económica sobre
bases de cooperación y complementación.

No obstante, no todo está garantizado. Las fuerzas que se oponen al cambio son poderosas
y están apoyadas por Estados Unidos y el resto de los centros de poder económico mundial,
interesados en impedir que el modelo neoliberal desaparezca. La situación en Bolivia, por
ejemplo, tiende a deteriorarse y peligra la continuidad del proceso. En Ecuador comienza
ahora el mayor enfrentamiento, mientras que en Venezuela, a pesar de la derrota en el
referéndum del 2 de diciembre pasado, la tendencia es a la consolidación de la Revolución
Bolivariana.

Lo más importante es que se fueron consolidando los mecanismos de integración regional,
como el Banco del Sur, PetroAmérica, PetroSur, PetroCaribe y la Alternativa Bolivariana
para las Américas (ALBA), entidades impulsadas por el presidente Hugo Chávez, que pueden
constituir las bases de la unidad latinoamericana y caribeña.

Valorando lo sucedido en el mundo a lo largo del 2007, parece evidente que quedaron sin
resolver los problemas más candentes y peligrosos que afectan a la sociedad global. Si a
ello unimos la situación económica que tiene Estados Unidos y la celebración de
elecciones presidenciales en noviembre, con un presidente en ejercicio que pasará a la
historia como uno de los peores que ha tenido el imperio, y un Partido Republicano en
franco deterioro, no sería festinado decir que el 2008 puede reservarnos situaciones muy
peligrosas para la paz y la estabilidad mundial.

Fuente: Cubarte

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