domingo, 29 de marzo de 2020
Secretos (y mentiras) con el FMI en medio de la pandemia
El sitio de Maxi Montenegro ha revelado que Guzmán “negocia con la máxima reserva una operación con el FMI para darle respaldo al plan de expansión fiscal anti crisis por el impacto del Coronavirus”.
Esta negociación corre por cuerda separada, si eso es posible, de la negociación del conjunto de la deuda con el FMI, que no es tan urgente porque los plazos de los principales vencimientos son para los próximos años y en buena medida dependerá del acuerdo o no con los bonistas privados y llevará más tiempo.
El crédito que se negocia en secreto sería de 2.500 millones de DEG (Derechos Especiales de Giro) que es la moneda del organismo. Eso equivale a unos u$s3.000 millones que irían a reforzar las alicaídas reservas del Banco Central de modo de dar respaldo a la emisión del gobierno como consecuencia de la pandemia y algunas de las medidas que se han tomado.
El Tesoro colocaría una letra como ya se hizo (y se agotó) por medio de la megaley de emergencias cuando el parlamento autorizó a Fernández a usar u$s 4.500 millones de las reservas del Central para el pago de deuda y evitar el default.
Este monto permitiría emitir con ese respaldo unos 200.000 millones de pesos que alcanzarían para financiar los $3.000 a los jubilados de la mínima en abril, el mismo importe a los beneficiarios de la AUH y los $10.000 a monotributistas menores, trabajadores informales, empleadas de familia y desocupados. Y todavía sobraría porque, en total, “todo el paquete de “asignación directa de ingresos al bolsillo” implica para abril un aumento del gasto público de unos $ 53.500 millones. Es alrededor de 0,25% del PBI. Una cifra que podría duplicarse de extenderse la cuarentena hasta mediados o fines de abril y el pago de estos ingresos durante mayo. Es decir, poco más de $ 100.000 millones, 0,5% del PBI” (ídem, Maxi Montenegro).
O sea que las limitadas medidas que está adoptando el gobierno se financiarían con más deuda, cuando estamos virtualmente en default por la inviabilidad del pago de la actual deuda.
¿Y los 700.000 millones que anunciaron al comienzo de la Pandemia?
Recordemos que al comienzo de la llegada de la Pandemia, Guzmán y Kulfas, ministros de economía y producción respectivamente, anunciaron un paquete que sonaba a los grandes paquetes de fondos por la crisis mundial que se están inyectando, lo cual como sabemos no ha detenido ni la recesión, agudamente agravada, ni la caída de las bolsas.
Pero resulta que en ese paquete había una serie de pájaros voladores difíciles de capturar. El grueso, $320.000 millones es una disponibilidad de créditos al 24% que las empresas tienen que tomar para afrontar la crisis, otorgado mediante baja de encajes y otras medidas del Banco Central. No hay de esto el menor informe de su viabilidad, de cuántas empresas lo tomaron y están dispuestas a comprometer sus cuentas con deuda que no saben si podrán pagar a una tasa de interés baja para una inflación del 50%, pero alta si hay que tener ese margen de rentabilidad para devolver el dinero. Es decir, el Estado no se hace cargo de los salarios como en otros países, sino que son posibles créditos de dudosa viabilidad. Algo similar ocurre con los Repro prometidos, cuyo alcance en números, ni condiciones han sido expresados.
Luego están los $100.000 millones para futuras obras públicas que es una promesa sin ningún tipo de detalle y de más que dudoso cumplimiento sobre todo en el corto plazo, porque toda la obra pública está parada y se calculan 100 mil despidos solo por este motivo. Para terminar el paquete, se informó otro importe similar en créditos Procrear, lo que directamente constituye un bolazo, porque nadie tomará hoy un crédito para ampliar una casa cuando no sabe si va a cobrar su salario, si va a tener trabajo y difícilmente quiera que un albañil llegue a su casa desde el exterior con un posible contagio, si es que el albañil traspone los controles donde no podría demostrar que cumple una actividad esencial.
En resumen, en medio de un creciente déficit fiscal financiero por el pago de deuda que en febrero alcanzó los $67.000 millones, de un marzo con $150.000 millones de vencimientos en deuda, para el modesto gasto en el financiamiento del hambre que ya había y que agrava la cuarentena, se incurre en un nuevo endeudamiento con el FMI para no alterar más aún a los nerviosos acreedores internacionales.
Ante recaudaciones cada vez más flacas, con provincias al borde de los patacones, se emite pesos, con todos los riesgos inflacionarios que eso implica, pero no para afrontar la pandemia, sino para afrontar la deuda. En tanto, se negocia secretamente con el FMI más endeudamiento. Es una política explosiva que significará privaciones imprevisibles para las masas trabajadoras.
Estas contradicciones forman parte del debate mundial y hasta se manejan plazos sin pago de deuda, pero siempre para rescatar a término al capital financiero a costa de los pueblos.
Más que nunca abramos el debate en las filas de los trabajadores y la juventud, en los grandes movimientos de lucha como el de la mujer, en los barrios, en todo el movimiento piquetero que hoy está en la primera línea de lucha contra el hambre: la anulación de todo pago de la deuda, de manera unilateral, para volcar los recursos a los trabajadores, será cada día más, una cuestión de vida o muerte.
Néstor Pitrola
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