Se trata de una de las actividades más expuestas donde no se garantizan condiciones sanitarias mínimas frente al coronavirus.
En el día de ayer por la noche, trabajadores portuarios de las terminales de TRP del Puerto de Buenos Aires se negaron a abordar una embarcación de la empresa Hamburg Sud proveniente de distintos puertos internacionales donde existe una alta tasa de propagación del coronavirus. La medida tuvo lugar ante la negativa de la empresa de proveer los insumos más elementales de seguridad e higiene, tales como alcohol en gel, barbijos, guantes, gafas y otros insumos; así como la falta de divulgación de los protocolos contra epidemias y de los supuestos controles implementados.
La empresa instó, bajo todo tipo de presiones, para que se despache la embarcación a toda cosa, encontrándose con una respuesta contundente de los trabajadores que se extendió a distintos gremios: estibadores, guincheros y apuntadores, entre otros. Ante estos hechos, la patronal tuvo que ceder y a las pocas horas aparecieron los elementos de seguridad e higiene y recibieron los reclamos de los portuarios.
Una zona de riesgo
La actividad portuaria es una de las más expuestas a la propagación de una pandemia debido a las posibilidades de contagio por el contacto frecuente de los trabajadores con la tripulación de las embarcaciones comerciales y con el personal y pasajeros de los cruceros. No solo se trata del posible trato directo, sino que los trabajadores circulan por los mismos espacios que la tripulación y luego entablan contacto en distintos puntos de reunión (comedor, descanso, etc.) con el resto de sus compañeros. Incuso ocurre lo mismo entre el personal jerárquico que transita las distintas áreas del puerto y su contacto con los trabajadores. Todas son potenciales formas de propagación de enfermedades virales.
Las propias características del Puerto son un factor fecundo para el contagio si no se toman los recaudos suficientes. En el Puerto de Buenos Aires desarrollan sus tareas más de 1.500 trabajadores (agrupados en distintos gremios), cuya extensión de algunos cientos de metros se reduce mucho en el caso de los espacios comunes de trabajo y descanso.
Las autoridades portuarias han dado a conocer un escueto protocolo para el caso de los cruceros, debido a la incertidumbre de cómo actuar frente al arribo de numerosos contingentes provenientes del exterior. Sin embargo, poco y nada hay acerca de la actividad portuaria vinculada al tráfico comercial de la cual dependen cientos de trabajadores de la actividad, ni a los problemas derivados del contacto permanente entre distintos agentes portuarios.
Cuidar a los trabajadores, no a los empresarios
La medida asumida por los trabajadores hizo sonar las alarmas en el entorno portuario insistiendo en que de tal manera se perjudicaba el normal funcionamiento del puerto y los negocios de la empresa, en tiempos de un Puerto de Buenos Aires turbulento: sin licitación ni certeza sobre el futuro.
Sin embargo, los trabajadores asumieron directamente la iniciativa de defender su salud y condiciones de empleo ante todo tipo de negativa de la patronal, incluso a la información más elemental.
La entrega de insumos de seguridad e higiene, elementales para el trabajo, es lo menos que podría esperarse por parte de empresas que facturan en dólares, sin embargo es absolutamente insuficiente para garantizar la salud y seguridad de los trabajadores. No existe ninguna claridad respecto a las medidas preventivas sobre la tripulación de las embarcaciones, ni ningún recaudo respecto al personal portuario, cuya actividad normal no se ha modificado en lo más mínimo. Tampoco hay medidas de desinfección de las embarcaciones y de los espacios de uso común; como así tampoco ninguna circular informativa ni campaña de higienización y controles periódicos. En el Puerto de Buenos Aires (y en el resto de los puertos) se está muy detrás incluso de las limitadas medidas resueltas por el gobierno nacional y de las recomendaciones de la OMS y la OIT.
La situación actual demanda un protocolo con medidas urgentes para evitar el contagio del virus en los distintos puertos: provisión de alcohol en gel, guantes, lentes, vestimenta de seguridad, barbijos, repelentes, e insumos necesarios; realización diaria de test de detección del Covid-19 para todos los trabajadores y personas que ingresen a las instalaciones portuarias, y a la tripulación de las embarcaciones; desinfección ante cada cambio de turno de las instalaciones y lugares de uso común; funcionamiento de una guardia sanitaria permanente para acudir en caso de malestar o aparición de síntomas; licencia con goce de sueldo sin afectar ningún premio a los trabajadores inmunodepresivos, con patologías crónicas o aquellos que se encuentren con algún padecimiento que pueda facilitar contagio. Para que estas medidas se garanticen es necesario conformar una Comisión Independiente de trabajadores que audite el cumplimiento de las mismas. La Administración General de Puertos (el gobierno) debe expedirse respecto a estas circunstancias. Lo mismo vale para las distintas direcciones sindicales. Ha quedado demostrado que las patronales no piensan en la salud de los trabajadores.
Jan Valtín
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