domingo, 8 de marzo de 2020
Los Fernández en un impasse
No es necesario infiltrarse en un estudio de Nueva York para saber que la negociación de la deuda externa se encuentra en un impasse o, traducido, en un callejón sin salida. Esto implica un impasse de carácter político si se acepta la posición oficial de que una resolución del endeudamiento es la condición para una reactivación de la economía. Como quiera que ésta no ofrece signos vitales, con una elevada capacidad ociosa de la industria, y que el llamado ‘riesgo-país’ ha superado los 2.400 puntos, la conclusión no puede ser otra que el gobierno marcha a una crisis con los ojos vendados.
Desde que naufragara el propósito de Kicillof de reprogramar un vencimiento de u$s250 millones de la deuda de la provincia de Buenos Aires, el gobierno ha fracasado, una y otra vez, en imponer una quita a los vencimientos de la deuda nacional que se rige por legislación local. Esto significa, nada menos, que los acreedores internacionales y los tenedores locales no aceptan otorgar quita alguna sobre el monto total de la deuda con el sector privado, que es de u$s150 mil millones, a cortísimo y mediano plazo. Hace un mes, el intento de canjear un bono llamado ‘dual’ (se ajusta por dólar, pero se podía comprar, indistintamente, en pesos o en dólares), con una quita del 20%, no encontró aceptación. Como el estado no tenía el dinero para cancelarlo, lo reprogramó en los términos originales por un par de meses, para evitar una declaración de default. Lo ocurrido hace, digamos, algunas horas, ha tenido un resultado, si se quiere, más negativo. El ministro de Economía intentó reprogramar un título, llamado Bogato, casi a la par, o sea sin pretensión de quita. Aunque ahora no recibió un portazo, una proporción elevada de bonistas rechazó el canje, para señalar su interés en el pago inmediato. Como, de nuevo, la plata para cancelar el vencimiento no está, todo indica que habrá, aquí también, una reprogramación. En el medio, Anses salió a comprar bonos al mercado, cuando el bono cotizaba alto debido a la cercanía de la fecha de vencimiento.
No va más
Las desventuras de los Fernández con los bonos domésticos demuestran que no existe un acercamiento de posiciones con los acreedores, incluso porque cuando el bono es cobrado en pesos la conversión a dólares sólo puede hacerse en uno de los mercados paralelos, donde la cotización del peso es un 25 inferior a la del mercado oficial. Es que los default o cesación de pagos no se arreglan nunca con una discusión aislada de quitas o no, sino que plantean la tutela del capital financiero sobre el conjunto de la política económica del estado deudor. El gobierno ha dado un paso al frente en la aceptación de esa tutela al admitir que el FMI audite o supervise las cuentas públicas y las proyecciones económicas. Es un arma fuerte, que le permitiría al Fondo cuestionar el cuadro financiero de Argentina, y dejar planteada la necesidad de una política fondomonetarista ‘clásica’ - de ajustes y entreguismo. Mientras tanto, el gobierno sigue aplicando - dice que a cuentagotas- esa política fondomonetarista en salarios y jubilaciones, y en la prometida reforma de los “regímenes especiales” de previsión social. Como Macron, en Francia, pretende meter a todos en la caja única de Anses, de modo que borra la conexión entre aportes y jubilación al cese, para integrar en forma completa la previsión social al Presupuesto público. De esta forma, la jubilación perderá relación con los aportes y dependerá del saldo fiscal.
El escenario de una crisis de negociación de la deuda ya está montado, pero no todavía el del lugar de cada fuerza en la crisis política que será su resultado. Para cortar el nudo del impasse es probable que se plantee negociar con el FMI un tipo de acuerdo diferente al firmado con Macri, conocido como “facilidades extendidas”. Esto supone la supervisión económica y política del Fondo a cambio de una reprogramación de la deuda que Argentina tiene con el FMI. Un aporte adicional sería usado como ‘endulzante’ de un acuerdo con los fondos internacionales, que podría contemplar alguna quita, si no directa al menos otorgando un período de gracia de cuatro años para el capital y una reducción modesta de intereses. Se trata de encarar una ofensiva contra los trabajadores en un sentido amplio –salarios, servicios sociales, educación, liquidación de aportes patronales a la previsión social.
Sin salida
Este recorrido divide al campo de partidos patronales y, antes que nada, al Frente para Todos, que no ha resuelto aún la cancelación de los juicios a CFK o la revisión de las condenas, algunas firmes, contra De Vido, Boudou o Milagro Sala, entre otros. Un reciente rechazo, del poder judicial de Argentina, a la recepción de pruebas del poder judicial de Brasil, por los negociados de Odebrecht, deja ver un intento de impunidad para delitos cometidos tanto por kirchneristas como macristas –por ejemplo, Calcaterra o el ex servicio Gustavo Arribas. Lo que más temen oficialistas y opositores es, sin duda, una rebelión popular. La tenacidad de la insurgencia del pueblo chileno aterra a patronales y políticos en toda América Latina.
Es significativo que los precios no paren de aumentar con un cambio y tarifas congeladas. Esto no lo va a cambiar la ley de góndolas. La inflación de precios refleja el desequilibrio económico y financiero de conjunto, y el colapso de la demanda de lo que no sean alimentos. El gobierno ‘nacional y popular’ acaba de hacer una concesión fenomenal a los bancos, a quienes ha autorizado a utilizar títulos de la deuda de Argentina, en default, como encaje o reserva, en lugar de dinero. Con el pretexto de liberar plata para el crédito, sustituye un respaldo por el cual paga intereses a los depositantes, por otro, el bono, por el que cobra intereses en lugar de pagarlos. Fomenta, de este modo, una presión sobre el dólar, porque hay pocos que puedan garantizar la obtención de créditos. El gobierno que prometió acabar con las Leliq las sigue renovando, a tasas de interés inferiores pero muy altas. Si esto no es un impasse mayúsculo, habría que preguntarse qué es un impasse.
Un arreglo de la crisis de deuda no resolvería nada – esto es fundamental; podría empeorar lo que ya está bastante mal. Nada en el escenario mundial indica que superada la crisis de deuda fueran a venir inversiones a Argentina. Menos que nada a Vaca Muerta. Desde antes del coronavirus, el precio del crudo venía en picada, lo mismo el gas, por debajo del costo de producción del combustible no convencional. En Estados Unidos, el principal productor de ‘shale’ ha pedido, por estas razones, convocatoria de acreedores. El exjefe de gabinete, convertido en Presidente, simplemente no sabe adónde va; para su consuelo, los críticos tampoco.
Crisis mundial
Encima cayó la abuela. La devaluación del real, un 15% desde principios de año, marca tendencia. Es el resultado de una fuga de capitales que recuerda a la de Argentina desde principios de 2018. Julio Guedes, el Caputo brasileño, ha ido bajando la tasa de interés para animar una economía moribunda y el sistema de crédito interno, y para subsidiar las exportaciones, por supuesto. Nada que no hayamos visto. La caída precipitada de los rendimientos de los bonos del Tesoro en USA, revela que EEUU está chupando la liquidez del sistema mundial. Los títulos de cortísimo plazo han bajado al 0.5% anual, en contraste con lo que ofrece la misma Reserva Federal - un interés del 1,25% por el mismo plazo; el costo del financiamiento es más caro que su rendimiento. A estos niveles de tasas, la suba del oro advierte que el capital busca refugio, no riesgo – el motor se para. ¿Los trabajadores pueden sacar de todo esto una conclusión provechosa? Sí. El cuento de que el sacrificio de hoy es para la prosperidad de mañana es sólo eso.
A la luz de este cuadro, las peleas que se comentan entre los intendentes y Kicillof; entre De Vido y AF; el semi-acuerdo de éste con el jujeño Morales para que Sala siga como presa domiciliaria; las diferencias en los pronunciamientos entre AF, de un lado, y CFK, del otro, remite a algo más vasto: cómo se plantarán a medida que el impasse se haga insostenible. Una crisis de gobierno constituye un pasaje inevitable y obligado en el estallido de este impasse. Ahora bien, los representantes de la burguesía, sea cual fuere la fracción que representen, no manejan la situación, son arrastrados por ella.
Polémica
La polémica desatada en la izquierda acerca del parlamentarismo, como rescate del estado capitalista, por un lado, y el uso revolucionario de la tribuna parlamentaria para desarrollar una alternativa revolucionaria en la vanguardia y las masas, por el otro, alcanza en este cuadro político todo su significado.
Jorge Altamira
07/03/2020
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