lunes, 2 de marzo de 2020
Alberto Fernández y la moderación política
El discurso del presidente ante la Asamblea Legislativa, en la inauguración del 138° periodo de sesiones ordinarias del Congreso, fue analizado en el editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite los domingos por Radio Con Vos, 89.9.
A lo largo del programa de hoy analizamos y seguiremos analizando en detalle los aspectos más destacados del discurso del presidente Alberto Fernández, frente al pleno de la Asamblea Legislativa.
La mayoría de los análisis que leí hoy destacaron -como dato positivo- que el Presidente eligió privilegiar los equilibrios por sobre las inestabilidades, los acuerdos por sobre los conflictos.
Hasta en el anuncio más audaz -el envío de un proyecto para legalizar el aborto- también hubo un contrapeso o un guiño para los sectores más conservadores: el plan de protección de futuras madres y de los recién nacidos que se popularizó como de los mil días.
Con el tema deuda informó que “el Banco Central de la República Argentina se encuentra analizando de modo pormenorizado la manera en que nuestro país recibió divisas en concepto de préstamos y el destino que los mismos merecieron”. Dijo que había que decir “nunca más” a ese tipo de endeudamiento. Y acto seguido manifestó que “más allá de analizar lo ocurrido, hemos iniciado las negociaciones para reestructurar la deuda pública.”
Un último ejemplo: sobre las retenciones a los productos del campo, dijo que el gobierno hizo una propuesta de aumento, pero que es una propuesta “generosa en materia de derechos a las exportaciones en la que solo se incrementa uno de un total de veinticinco cultivos que hoy están afectados por esos derechos.”
Reafirmó una ubicación de moderación y de diálogo para “superar la grieta” y algunos lo consideraron toda una estrategia de política comunicacional para potenciar beneficios y diluir costos.
La propuesta de “un cuerpo profesional de servidores públicos formados con excelencia académica, con arraigo a la carrera administrativa y con una mística de transformación del Estado para ponerlo al servicio de la sociedad.” Va en ese sentido, de un Gobierno de científicos, no de CEOS.
Este estilo de política sin épica y sin conflicto, se notó también en la calle, en la escasa movilización de personas. Algunos me decían que era lo que quería el mismo Alberto Fernández: evitar movilización popular para que no lo critiquen de populismo. Puede ser, aunque también puede ser que en la sociedad hay espera, pero ningún entusiasmo; porque la realidad cotidiana de la gente de pie ha variado poco y nada, pese a que se “tranquilizó la economía” como afirmó el Presidente. Es sintomática la diferencia con la importante movilización que hubo en diciembre con la alegría de mucha gente por haberse sacado de encima al macrismo.
Y ahí se va a uno de los puntos centrales sobre todo por la ausencia: la extensión temática se explica por esa búsqueda de equilibrio, tanto como por la intención de disimular ausencias fundamentales: la economía, el plan macroeconómico y la situación de la economía es la cuestión más preocupante para todos los argentinos.
Sobre, además de cuestiones generales como el controversial anuncio de un régimen especial para petróleo, gas y minería, se escucharon frases como “Ningún acuerdo sostenible con nuestros acreedores externos será mágico ni milagroso. Por más virtuoso que pueda resultar en la defensa de nuestros intereses nacionales, no nos eximirá a nosotros, los argentinos, del desafío de concertar el futuro con responsabilidad, solidaridad y sostenibilidad.”
Al tono estridente del último kirchnerismo -que muchas veces tenía realmente un desfasaje entre el fervor del enunciado y la mesura del hecho- parece que Alberto Fernández lo reemplaza con una armonización del discurso y acciones. Pero eso cambia la forma de la comunicación, no la naturaleza de los hechos. Y al último kirchnerismo, tanto como al macrismo se lo juzgó y terminaron desplazados del poder por los hechos y sobre todo, por la economía.
La política, aunque se la vista discursivamente de seda, es economía concentrada, es conflicto de intereses entre ganadores y perdedores. Y los perdedores de la era Macri votaron para cambiar la orientación que sufrieron en los últimos cuatro años, no para consolidar sus pérdidas y “tranquilizar la economía”. Votaron contra la pérdida de más del 20% de salarios y jubilaciones, contra los tarifazos asesinos, contra los especuladores que lucraron con la deuda que hoy -reestructurada o no- se propone que paguemos solidariamente todos. Eso no es un problema de comunicación, sino de política y de economía.
Fernando Rosso
@RossoFer
Domingo 1ro de marzo | 22:56
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