Organicemos los barrios, fábricas y lugares de trabajo, para defender a nuestras familias.
En la provincia de Buenos Aires, sólo hay 398 respiradores, la mayoría de ellos a la espera de arreglos de mantenimiento para su uso. Sólo en La Matanza (con aproximadamente 2,2 millones de habitantes) el 40% de la población es pobre y vive hacinada en asentamientos, sin asfalto, agua potable, o servicios de salud. Esto se multiplica por las casi 1.000 villas o asentamientos más que hay en el conurbano.
El ministro de Seguridad de la provincia, Sergio Berni, un milico que también es médico, declaró que en Buenos Aires “tarde o temprano todos nos vamos a infectar” y destacó que la población más carenciada vive hacinada en casas de cartón, con una sola pieza. Por ello, desplegó a la policía bonaerense en siete centros operacionales alrededor de los focos más vulnerables.
La medicina que el teniente coronel Berni le recetó al gobernado Axel Kicillof fue desplegar un cordón sanitario para aislar a las barriadas obreras del resto de la población, no para curarlas del coronavirus, sino para contenerlas. Da respuesta así a “la preocupación por posibles hechos de violencia que abarca a todos los dirigentes de la provincia más poblada del país y no distingue oficialismo u oposición” (Clarín 21/3).
Ahora, en su puja con los intendentes -que buscan feudalizar sus territorios cerrando ingresos e imponiendo reglas propias, como presión al gobierno provincial para arrancar más recursos para sus cajas y reforzar su dominio político- el gobernador ha pedido la intervención de las fuerzas federales en la provincia y decretado la centralización del funcionamiento de la bonaerense, contra las policías comunales.
Resultado de esta estrategia la reunión de crisis frente al hambre en el conurbano, convocada en el día de ayer por el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, junto a organizaciones sociales vinculadas al gobierno, la cual excluyó taxativamente al Polo Obrero y a las organizaciones piqueteras independiente del gobierno, en una ratificación de que allí lo que se discutirá será una política de regimentación y no un plan global, económico y social, al servicio de las grandes mayorías.
El conurbano, una bomba de tiempo
El “conurbano es nuestro Wuhan”, declararon varios intendentes, en referencia a la ciudad China sede originaria del coronavirus, que fue encerrada con cuarentena completa por las fuerzas armadas de ese país.
Agréguese que de los 77 hospitales provinciales, 53 requieren inversión en infraestructura, para una población de casi 17 millones de habitantes, con un 35% sin obra social.
Tampoco nos cuidan en las escuelas ni en los hospitales, porque los que allí hacen guardias, entregan bolsones ultraprecarios, y en número más que insuficiente; o atienden pacientes sin los elementos de seguridad e higiene básicos; ni en las fábricas, en las que los trabajadores de actividades esenciales son agobiados con jornadas laborales agotadoras y en las mismas condiciones de desprotección frente al virus. Llueven, incluso, las denuncias de los aprietes patronales para que sus trabajadores violen las normas de aislamiento.
Kicillof prioriza el pago de la deuda y las ganancias empresarias
Buenos Aires está quebrada por el endeudamiento de la provincia y el colapso económico, ahora agravado por el coronavirus, pero que existe desde mucho antes. Según trascendió, en la segunda quincena de marzo la recaudación impositiva cayó un 40%. Kicillof -gobernador de una provincia rica- declara ser completamente insolvente. Sin embargo, a mediados de enero, pagó el equivalente a 20.000 millones de pesos a un puñado de fondos buitre, y al día de hoy privilegia el pago de la deuda usuraria de la provincia.
Paralelamente, no toca las ganancias empresarias ni obliga a las terminales fabriles paralizadas -como las automotrices, por ejemplo- a reconvertirse para fabricar respiradores, insumos para la salud y para las necesidades populares.
Repudiamos la militarización creciente en la provincia de Buenos Aires, para reprimir los justos reclamos de los trabajadores ante este abandono.
No esperen que nos crucemos de brazos. Comités populares de salubridad pública en cada fábrica y en cada barrio. El Partido Obrero y el Polo Obrero de la provincia de Buenos Aires llaman a los trabajadores a organizar miles de comités de defensa de la salud y de las necesidades de nuestras familias.
Reclamamos la centralización del sistema de salud, público y privado, para garantizar el plan de contingencia frente a la pandemia; una reconversión industrial para garantizar la producción masiva de los elementos necesarios para el sistema de salud y el alimento; un subsidio de $30.000 a todos los que no tienen empleo formal; y la garantía a todos los aspectos relacionados con la cuarentena.
Reclamamos anular de inmediato todo pago de la deuda externa y la concentración de todos los recursos en defensa de la salud popular.
Daniel Sierra
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