jueves, 12 de marzo de 2020
Coronavirus y dengue: las implicancias sociales detrás de las epidemias
El avance de la pandemia de coronavirus (CoVid19) ha generado la llegada de los primeros casos en Argentina y el primer caso mortal de un trabajador jubilado (un ex detenido desaparecido que había viajado a Francia a visitar a su familia). El ingreso del virus a nuestro país ha puesto de manifiesto rápidamente la crisis del sistema de salud y las dificultades que existen para lidiar con una posible situación epidémica que recrudecerá durante la temporada invernal. Las declaraciones del ministro de Salud, Ginés González García, confesando que el coronavirus había ingresado a Argentina antes de lo previsto, sumado a las denuncias de los propios trabajadores/as de la salud sobre la falta de condiciones básicas para lidiar con la vigilancia epidemiológica de los potenciales casos, confirman un panorama preocupante. En el caso del trabajador fallecido, se violaron no sólo los protocolos de aislamiento y contención sino la propia atención del paciente.
Las enfermedades emergentes y la crisis ambiental
La actual pandemia de CoVid19 se encuentra estrechamente ligada a los cambios ambientales a nivel global. Si bien aún no se ha podido aislar en un hospedador animal, el virus presenta un alto porcentaje de similitud genética con otras variantes previas halladas en murciélagos. Al igual que ocurrió con el SARS y el MERS, se trata de virus que circulan en ambientes silvestres afectando a distintas especies animales. El avance del hombre sobre estas áreas naturales y la comercialización de animales silvestres y domésticos en malas condiciones de higiene provocan el contacto con estos ciclos y posibilitan el salto de especie del virus que pasa a infectar a seres humanos. En el caso de otros coronavirus como el SARS y el MERS, está comprobada la capacidad de transmisión a humanos de las civetas (un pequeño mamífero silvestre comercializado en China y el sudeste asiático) y los dromedarios, respectivamente. Estos mamíferos habrían servido como puente para permitir el salto de especie del virus SARS de los murciélagos al hombre. La disrupción en áreas silvestres es la que generó también el salto de especie de otros virus transmitidos por mosquitos como el chikungunya y el Zika. La tendencia al surgimiento de nuevas enfermedades emergentes por el avance capitalista sobre el medio ambiente y las pésimas condiciones de producción animal es dada por hecho por la propia OMS.
La situación del dengue
Mientras llegan a Argentina los primeros casos de CoVid 19, se detecta un fuerte aumento en los casos de dengue en 11 provincias de nuestro país. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, se reportó un incremento semanal del 66% de los casos confirmados que hasta el 29/2 sumaban 364. Es importante señalar que estas estadísticas dan cuenta de los casos que efectivamente llegan al sistema de salud y son testeados en laboratorio, por lo que el número real de casos es ampliamente superior, especialmente si se tiene en cuenta que muchas infecciones pueden presentar síntomas leves o son directamente asintomáticas. En más de la mitad de los casos (53%), el origen de la transmisión fue autóctono, es decir que se trata de pacientes que no viajaron a zonas endémicas sino que se contagiaron en CABA. En el resto del país, el aumento ha sido más gradual pero sostenido, en especial en las provincias cercanas a países que cursan epidemias severas como es el caso de Paraguay y Brasil (Misiones, Formosa, Salta) donde los agentes de salud y las organizaciones sociales vienen denunciando el subreporte de casos sospechosos. En la mayoría de los casos, el serotipo detectado ha sido el DEN-1 (el causante de la epidemia 2016) aunque también se ha confirmado la circulación de DEN-4 y DEN-2 lo que implica un mayor riesgo de casos de fiebre hemorrágica (que puede ocurrir en personas que ya han sido infectadas con un serotipo al infectarse con uno distinto).
El fracaso y los peligros de la fumigación como estrategia de prevención del dengue
Esta nueva epidemia en ciernes vuelve a poner de manifiesto el fracaso de las estrategias de prevención del dengue cuando se cumplen más de 20 años de la primera epidemia en nuestro país (Tartagal, 1997). El planteo de las fumigaciones masivas contra el mosquito ya se ha demostrado insuficiente en todo el mundo. En primer lugar porque solo afecta a los adultos sin afectar ni a los huevos ni a los estadios acuáticos inmaduros (larvas y pupas, lo que se puede observar como "gusanitos" en el agua) con lo que a los pocos días ya habrá nuevos adultos. En segundo lugar, porque se trata de un mosquito exclusivamente asociado a las viviendas que se cría en recipientes artificiales con agua y no en zanjas, lagunas, charcos, ríos, por lo que las fumigaciones en las calles no llegan a afectarlo. En tercer lugar, porque el uso indiscriminado de insecticidas ya ha generado poblaciones resistentes en todo el mundo, incluyendo a nuestro país.
Ante la falta de verdaderas políticas públicas de concientización, campañas de descacharrado y mejoramiento de las viviendas y los servicios públicos, los gobiernos nacional y provinciales plantean las fumigaciones como única salida. Detrás de estos planteos, se encuentra el lobby de grandes monopolios como Johnson & Johnson que producen los insecticidas y financian campañas para imponerlos con la venia estatal.
Coronavirus vs. dengue: una falsa contraposición
Previamente a la llegada de los primeros casos de coronavirus, se pretendió instalar, sobre todo desde sectores "progresistas", una falsa antinomia entre la situación sanitaria del coronavirus y el virus del dengue. Según este planteo, advertir sobre los peligros del primero sería funcional a ocultar el aumento de casos del segundo. Llevado al extremo, se llegó a denunciar que el coronavirus es una enfermedad de "ricos" mientras que el dengue afecta solamente a los sectores empobrecidos. Nada más lejos de la realidad.
Si los primeros casos importados no son aislados, una enfermedad de trasmisión directa como el coronavirus afectará desproporcionadamente a los sectores más vulnerables de la población, particularmente en zonas urbanas donde el hacinamiento y la falta de condiciones básicas de higiene (acceso a agua potable, elementos de limpieza) son moneda corriente. Lo mismo corre en relación al acceso al sistema de salud y a la ocurrencia de factores de riesgo, que podrían agudizar el cuadro clínico, mucho más frecuentes en estos sectores.
Uno de los principales debates epidemiológicos respecto a la actual pandemia radica en las diferencias en la patogénesis del CoVid19 respecto de otros virus de la misma familia que causaron epidemias a menor escala (SARS y MERS). En particular respecto al rol de los pacientes asintomáticos o con síntomas leves en la transmisión. En este punto juegan un papel central las presiones patronales para no frenar la producción, algo que ya ha quedado demostrado en Italia en el caso de la fábrica Fiat donde los obreros se organizaron para reclamar el cierre frente a la negativa de la empresa. Una vez más es la clase obrera la principal perjudicada, especialmente en la situación de crisis económica actual, con millones de personas que dependen de trabajos precarizados donde si no trabajan no cobran.
Algo similar ocurre con el dengue, donde la falta de acceso a agua potable genera la acumulación en tanques que son utilizados por el mosquito que trasmite la enfermedad (Aedes aegypti) para colocar sus huevos. La deficiencia o ausencia de recolección de residuos en los barrios carenciados favorece la proliferación de recipientes en desuso en las viviendas que al acumular agua de lluvia se convierten en criaderos para el mosquito trasmisor. Si bien el dengue no se transmite directamente entre personas, el hacinamiento favorece la transmisión a través del mosquito que se encuentra presente en los principales centros urbanos del país.
La pandemia de coronavirus (y en Sudamérica, la epidemia de dengue en curso) vuelve a poner de manifiesto el carácter social de las principales problemáticas sanitarias. La actual emergencia no se trata solo de las características biológicas y epidemiológicas de un agente patógeno sino de la incapacidad de un sistema basado en el lucro y la explotación de protegernos contra los mismos. Es sobre la matriz de las brutales desigualdades sociales provocadas por el capitalismo que se cimentan nuevas inequidades en relación al contagio y la supervivencia frente a viejas y nuevas enfermedades. La organización de los trabajadores y trabajadoras para exigir medidas estatales para frenar la expansión del actual contexto epidemiológico resulta más que nunca fundamental.
Lu Maffey
bióloga, integrante del grupo de estudio de mosquitos CONICET-UBA
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