lunes, 9 de marzo de 2020
Lunes negro: no es (solo) el coronavirus
La caída del precio del petróleo más abrupta desde la Guerra del Golfo, la suspensión de las operaciones en la bolsa de San Pablo o en Wall Street para evitar caídas aún más abruptas, las bolsas europeas cayendo casi 10% o el riesgo país argentino recuperando niveles de 2005 son algunas de las imágenes más estremecedoras de una jornada que anticipa un salto cualitativo en un agitado (o aquietado) mercado mundial.
La mayoría de la prensa internacional se limita a explicar la crisis exclusivamente por la disminución del comercio generado por la pandemia que azota al mundo, ignorando que el virus ha precipitado una recesión que desde Prensa Obrera planteábamos como inminente. Hoy le han agregado un comentario acerca de la caída del precio del petróleo, que muestra hasta qué punto la crisis mundial es también un escenario de disputa entre los distintos Estados, con el telón de fondo de la pelea por un sector estratégico como el energético.
Los comentaristas más agudos, en cambio, dan cuenta de la continuidad de la crisis mundial abierta en 2008 y la incapacidad del capital para reponerse de ella sin una destrucción de capital a escala mundial: “se está produciendo un escenario similar o quizás más grave que el que detonó la crisis hace doce años y aún tiene efectos mundiales. El trasfondo es una bomba de relojería por la enorme acumulación de deuda que se ha empinado en el norte mundial, especialmente, desde 2008” (Clarín, 9/3).
Lo concreto, como señalamos en la nota del jueves último, es que el corona ha penetrado en un cuerpo anémico, donde el crecimiento a “tasas chinas” del gigante asiático ya no es tal, la economía europea no ha vuelto a arrancar desde la crisis anterior y el crecimiento estadounidense se asienta en un recorte de impuestos y una creciente tasa de explotación que sin embargo ya comenzaron a mostrar su achatamiento.
Mucho más que un episodio aislado
Una jornada como la de hoy no puede entenderse como “un rayo en cielo sereno”. Las bolsas del mundo vienen teniendo un marzo para el olvido, con pérdidas de varios billones de dólares que responden a cómo los distintos actores buscan deshacerse de sus acciones para refugiarse en algún activo que consideran más seguro. No es casualidad, entonces, que el rendimiento de los bonos del tesoro a 10 años (que se consideran mundialmente como libres de riesgo) esté en el nivel más bajo de toda la historia.
La Reserva federal ha salido a repetir dos recetas que en el pasado no tuvieron el efecto buscado: por un lado bajó la tasa de interés al 1% y fue el propio Trump el que manifestó que esto no era suficiente para contrarrestar las tendencias a la recesión mundial y su impacto en los Estados Unidos. Por el otro aumenta un 50% la recompra de activos, inyectando liquidez e intentando producir un aterrizaje amortiguado para la economía norteamericana. No lo vienen logrando.
Algún distraído podría especular con que esta política volvería a abrir un ciclo de ingreso de capitales a los países emergentes y un nuevo aumento de los precios de las materias primas, pero a diferencia del 2008 China no está en condiciones de continuar con esa demanda que impulsaba los precios y los estados no se encontraban frente al quebranto que se encuentran hoy. El capital tampoco se baña dos veces en el mismo río.
Argentina en zona de buitres
Los mercados emergentes fueron duramente golpeados durante esta jornada que promete ser histórica. La bolsa brasileña ha suspendido sus operaciones luego de una caída impresionante donde Petrobras –la otrora “niña bonita” del Bovespa- perdió 74,7 billones de reales en apenas media hora. En el último mes la bolsa ha retrocedido todo lo que había ganado en los últimos 14 meses, mostrando la fragilidad de todo el crecimiento anterior.
Por el lado de los activos argentinos la cosa no anduvo mejor: el Merval cerró con una caída del 10,52% y algunos ADRs como YPF con caídas mayores al 20%. Sin embargo, eso no es el dato más negativo de la jornada: la deuda argentina ha pasado de tasas de default a tasas buitre.
El riesgo país superó los 2.800 puntos, con un crecimiento de 40% en un solo día. Esto quiere decir que el rendimiento de los bonos aumentó, producto de la caída de su precio. Los bonos argentinos que se negociaban a cerca del 45% de su valor nominal lo hacen ahora alrededor del 30% siendo un activo muy jugoso para que los fondos buitre lo compren, rechacen cualquier negociación y luego litiguen para cobrar la totalidad de la deuda.
El sometimiento del gobierno de Alberto Fernández al pago de la deuda externa, las reuniones con el FMI y el chichoneo con los jefes de Estado de todo el mundo dejan expuesto al país ante este tipo de vaivenes y lo convierte en rehén frente a estas maniobras. La ruptura con el Fondo Monetario y el no pago de la deuda son condición necesaria para el desarrollo nacional.
Guido Lapa
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario