jueves, 5 de octubre de 2017
La lucha por el voto al Frente de Izquierda
La Bolsa de Valores ha saludado con una racha alcista los sondeos que dan cuenta de un progreso electoral del oficialismo en las elecciones del próximo 22 de octubre. La lectura más fina de estos datos, sin embargo, ayudan a explicar los artificios de ese escenario electoral. Las acciones que más han crecido están relacionadas con los servicios públicos y la energía, para los cuales el gobierno ha programado tarifazos después de las elecciones.
Por caso, las tarifas eléctricas tienen previstos aumentos de hasta el 50% entre noviembre y febrero de 2018. En el caso de las naftas, la reciente liberalización fue acompañada de un pacto con las petroleras, para contener los aumentos sólo hasta que pasen los comicios. Las expectativas electorales favorables del oficialismo, por lo tanto, cabalgan sobre la base de postergar choques sociales de carácter explosivo. Lo mismo vale para la reforma laboral que ya ha comenzado a urdirse con la burocracia sindical, y que debutaría con un megablanqueo para los capitalistas junto a una nueva rebaja en los aportes patronales.
Kirchnerismo
Pero las posibilidades de una victoria oficialista reposan también sobre otra constatación: en la estratégica provincia de Buenos Aires, la Unidad Ciudadana de Cristina Kirchner no logra construir una polarización política fundada en absorber los votos de las otras variantes opositoras. Hay varias razones para ello. Por un lado, la Justicia federal ha redoblado la ofensiva sobre el ex núcleo gobernante del FpV. Al juicio a De Vido por la masacre de Once y por Río Turbio, se suma ahora el desfile del ex vice Amado Boudou por los tribunales, a causa de la apropiación de la gráfica Ciccone y de otros negociados. El kirchnerismo atribuye esta escalada judicial a una “operación política”, algo indudable a la luz del alineamiento de la mayor parte de la Justicia federal con los propósitos del gobierno. Pero para que la “operación” camine, debieron existir los desfalcos a costa del presupuesto público y de los trabajadores -ése es el caso del vaciamiento del sistema ferroviario, que hoy tiene a De Vido en el banquillo. En este desfile de imputaciones penales, el kirchnerismo bebe de su propia medicina.
Lo mismo puede decirse de otra ofensiva judicial, la que pone la mira en algunos de los exponentes de la burocracia sindical. Una parte de los burócratas advierten que el “macrismo va por los gremios”, sin poder dar cuentas de la responsabilidad que les cabe en el saqueo a los fondos sindicales. Esas corruptelas contaron siempre con la vista gorda del Estado y de las patronales, mientras la burocracia, como contrapartida, resignaba conquistas laborales. De todos modos, el objetivo de la escalada antimafiosa del macrismo es extorsionar al resto de la burocracia y someterla, sin atenuantes, a la aplicación de la reforma laboral.
Pero la incapacidad del kirchnerismo para constituir un polo de oposición popular se relaciona principalmente con sus planteamientos políticos. Cristina ha pasado de la “unidad ciudadana” a una campaña abiertamente recostada en el Pejota, el cual, a su turno, ya está haciendo planes para una reorganización post octubre que mande al kirchnerismo al archivo, o que lo subordine a la jefatura de los gobernadores. La sobreactuada furia de Miguel Pichetto en relación con la cuestión mapuche, en medio de la crisis planteada con el caso Maldonado, es toda una señal en favor de redoblar los acuerdos pro-ajuste con Macri. El alineamiento de Cristina Kirchner con ellos revela la ausencia de cualquier perspectiva transformadora, más allá de las alusiones genéricas al “ajuste” o a las advertencias de que “vienen con todo”. El apoyo del frente patronal al rescate capitalista emprendido por el macrismo ha dejado sin sustento a Massa y a Cristina, y ha desenmascarado su incapacidad para enarbolar una oposición al macrismo en base a las aspiraciones obreras o populares. Este escenario fue anticipado por las Paso en la Ciudad de Buenos Aires, donde cualquier posibilidad de polarización quedó cancelada con la abultada victoria de Carrió sobre un kirchnerismo empantanado y un Lousteau en caída libre.
Frente de Izquierda
Este escenario debe ser seguido con la mayor atención por las fuerzas del Frente de Izquierda, en las dos escasas semanas que restan de campaña electoral. La “depresión” que envuelve a los kirchneristas -y a ciertos izquierdistas- es un encubrimiento de la responsabilidad que les cabe a todos ellos en la emergencia del macrismo. Pero por debajo de la celebración anticipada de la Bolsa -y de los “nacionales y populares” desmoralizados- existe una enorme inquietud popular, la misma que la burocracia y la oposición patronal ningunean cotidianamente. Aunque el endeudamiento creciente financia en parte a la construcción pública, ello no compensa la caída de 66.000 empleos industriales en dos años. La futura reforma laboral es motivo de deliberación en fábricas y reparticiones. La juventud, por su parte, ha sido sacudida por una reforma de la escuela media que precariza la educación, para facilitar su entrega al capital como mano de obra gratuita. En un plano más general, el operativo de rescate capitalista a manos del capital internacional se enfrenta a un escenario de disgregación política internacional (¡Cataluña!), cuyo telón de fondo es el trabajo dislocador de la bancarrota capitalista trasladada a las masas.
En este cuadro, vamos a la lucha por el voto en base a un programa de reivindicaciones y a una salida estratégica. Llamamos a votar al Frente de Izquierda en defensa del salario y de todas las conquistas laborales amenazadas, del 82% móvil y de un Anses y Pami dirigido por trabajadores y jubilados; por las libertades políticas, el derecho a luchar y la aparición con vida de Santiago Maldonado; por el desconocimiento de la deuda usuraria y una reorganización social de fondo bajo la dirección de los trabajadores. Esta es la gran tarea que votó el plenario sindical que organizamos junto a Izquierda Socialista el sábado pasado, donde 3.000 compañeros votaron un rumbo de lucha contra el pacto de la CGT y Macri, el apoyo a la marcha del 12 de octubre convocada por el clasismo y una gran campaña en los lugares de trabajo por el voto al Frente de Izquierda.
Marcelo Ramal
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