El triunfo de Cambiemos en las elecciones legislativas provocó sorpresa. ¿Cómo es posible que un gobierno que impulsa el ajuste económico y que es responsable de la represión que desencadenó la muerte de Santiago Maldonado haya obtenido tales niveles de aprobación popular?
No hay nada nuevo bajo el sol. En la década del ´90, cada victoria electoral del menemismo generaba preguntas similares. Ayer, como hoy, las letanías contra los electores que votaban a sus verdugos llenaban las columnas de los medios de comunicación progresistas.
Sin embargo, Cambiemos ganó las elecciones y hay que explicar por qué sucedió. Para ello nada mejor que salir del terreno de la moral, el de las buenas y mala acciones, para pasar al terreno de la política, en el que confrontan las clases sociales y no seres imaginarios.
Certeza 1. La economía experimentó un largo estancamiento a partir de 2011, el mismo año que Cristina asumió su segunda presidencia. En 2016 el estancamiento se transformó en recesión, es decir, la economía no sólo no creció, sino que se achicó. El estancamiento se manifestó en una inflación creciente, que erosionó los ingresos de los sectores populares y de las clases medias.
Certeza 2. El kirchnerismo se mostró doblemente incapaz en 2011-2015. Incapaz para contener la inflación (negar su existencia no fue, por cierto, la medida más inteligente). Incapaz para llevar adelante el ajuste reclamado por los empresarios, que exigían mayor explotación de la clase trabajadora para así volver a invertir.
Certeza 3. Sin inversión no hay crecimiento económico. Sin crecimiento económico es imposible mantener mucho tiempo la marcha normal de una economía capitalista. El período que va de 2011 a 2015 educó a los trabajadores y demás sectores populares respecto a la necesidad de aceptar el ajuste, es decir, aceptar el empeoramiento de sus condiciones de vida a cambio de la reactivación económica. No se trata de una conducta masoquista. La inflación, las crecientes dificultades para acceder a un empleo estable, el progresivo deterioro de los servicios públicos, fueron conformando un combo que se impuso por cansancio.
Certeza 4. El kirchnerismo promovió al máximo la idea de que el Estado resuelve todos los problemas. El liderazgo verticalista de Cristina no es más que la expresión extrema de una política dirigida a eliminar cualquier vestigio de iniciativa autónoma de los sectores populares. No debe olvidarse que el kirchnerismo fue la respuesta de los sectores dominantes al “¡Que se vayan todos!” de 2001-2002.
Certeza 5. A la izquierda del capitalismo está la pared. Todavía persisten los efectos de la caída de la URSS en 1989-91. El socialismo no es visto como alternativa.
Certeza 6. El macrismo se presenta como el partido del cambio. Considerarlo solo como el partido del orden es ver las cosas de un modo demasiado sesgado. El deterioro de los servicios públicos, de los hospitales, de las escuelas, el implacable impacto de la inflación, hicieron creíble su propuesta de cambio. El kirchnerismo no puede ofrecer nada mejor que la defensa de un pasado reciente marcado por ese deterioro. La izquierda es percibida como un conjunto de “buenos muchachos” pero incapaces de mover la aguja. Cambiemos se convierte así en la mejor opción.
Certeza 7. En ausencia de salidas por izquierda, las crisis provocan un recrudecimiento del individualismo y de las tendencias a preservar lo propio a costa de los más débiles. La violencia estatal contra los trabajadores, los pobres, los mapuches, las mujeres, es aplaudida por vastos sectores de la población. Por eso el asesinato de Santiago Maldonado no tuvo mayor impacto electoral.
Es preciso cambiar la pregunta formulada al principio de esta nota. El triunfo de Cambiemos es lo más natural del mundo. La pregunta que corresponde es: ¿por qué se sigue pensando en Cambiemos como una anomalía? ¿Por qué resulta imposible salir del análisis moral de la política?
La burguesía piensa en términos de clase, de su clase. El ajuste es más explotación, o sea, menores salarios, aumento de la jornada laboral, precarización. Ayer se votó a favor del ajuste, aunque los motivos para hacerlo hayan sido muy diversos. No importa. El hecho es que si se votó a Cambiemos, se votó el ajuste. Lo mismo vale para la mayoría de las fuerzas políticas que se presentaron ayer.
Cambiemos expresa a la burguesía. Sus dirigentes lo dicen abiertamente. No hay nada oculto. Las cartas están sobre la mesa.
El problema no es Cambiemos. El problema somos nosotros, que no podemos pensar en términos de clase y defender mejor nuestros intereses.
Recuperar la conciencia de clase de los trabajadores. Esa es la tarea de los próximos años.
De lo contrario, seguiremos viendo los bailes de Macri o el monigote de turno.
Ariel Mayo
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