El relato de la crisis que ha eclosionado con la fuga de los responsables del triple crimen de General Rodríguez tiene un hilo político que guarda una diferencia relativa con el delictivo. El kirchnerismo intentó desenvolver este ángulo de características políticas casi en forma inmediata de conocida la fuga, cuando la caracterizó como ‘un vuelto’ que abonaba el macrismo por el servicio que le habían prestado para su victoria electoral las denuncias de Martín Lanatta, que sindicaron a Aníbal Fernández como el jefe de la banda de la efedrina. Con un abono del ‘vuelto’ tan rápido, el macrismo se habría revelado como un deudor de puntualidad calvinista, al igual de lo que ocurre con los bonos que emite para saldar, a plazos diversos, los ‘muertos’ financieros que dejó el kirchnerismo -sin necesidad, claro, de un decreto de necesidad y urgencia.
En un sentido estricto, sin embargo, los promotores del operativo ‘destituyente’ contra Hannibal, que Página/12 atribuye al macrismo, se habían dado a conocer en su momento en forma pública, y no venían precisamente del macrismo. Eran las cabezas de la lista rival al ex jefe de gabinete en las Paso del FpV, que no vacilaron en responsabilizarlo por el desarrollo del narcotráfico en Argentina. Según todas las informaciones de aquel momento, el operativo contaba con el apoyo de Scioli y asimismo del Vaticano. Al papa Francisco se le ha imputado un apoyo político completo a Scioli. En el dispositivo K, por otro lado, la presencia de Hannibal formaba parte de un entramado para poner al PJ bajo la dirección de La Cámpora en la provincia de Buenos Aires. Es así que puso la ‘ley de medios’ Sabbatella como candidato a vice y copó las listas a diputados - que hoy perturban la aprobación de un ignominioso Presupuesto de endeudamiento prolífico de la gobernadora Vidal, que apunta a la ‘compra’ de intendentes peronistas. La entrevista que logró Lanata (el Jorge) a Lanatta (el efedro) transcurrió en un escenario dominado por Scioli y Casal, su ministro de Seguridad, la Bonaerense y el Servicio Penitenciario.
Un tiro por la culata
El desenlace de estos operativos de una elección, que todo el sistema calificó de ‘transparente’, es conocido: Hannibal ganó la interna del FpV, pero perdió la gobernación y con ello le hizo perder a Scioli la presidencia. El tiro le salió por la culata a todo el pejotismo anti-K, incluido Francisco, y a la derrota del propio kirchnerismo. A la luz de todo esto, no era el macrismo el que estaba comprometido a pagar ‘vueltos’ sino el sciolismo a pagar las reparaciones por servicios cumplidos pero infructuosos. El pagaré con Lanatta y sus compinches no estaba firmado por los expertos en fuga de capitales que hoy gobiernan Argentina, sino por los apostadores al mercado de futuros amañado que estaban confiados en ganar la presidencia.
La derrota de Scioli, y por derivación del kirchnerismo, ha producido el colapso de todos los acuerdos políticos previos con los delincuentes de Quilmes-General Rodríguez. Este es el significado fundamental de la fuga y por eso constituye un episodio político fundamental de la pretendida transición que pilotea el macrismo. Más allá de cumplir con un compromiso firmado con el narcotráfico ‘nacional’, los aparatos de seguridad procuran, con la crisis que desata la fuga, una ratificación de los acuerdos con el poder político que rigieron bajo la larga dominación peronista. En función de este objetivo es verosímil que Hannibal haya participado en forma activa en crear una ‘zona liberada’ en la cárcel de General Alvear, menester en el que sabe mucho, como lo demostró en la masacre de Puente Pueyrredón y en el asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra. Es conocida la tendencia de los criminales a volver al lugar del hecho -en la masacre de Once reaparecieron los responsables del crimen contra Mariano. En un aspecto fundamental, la ‘fuga’ consentida para Lanatta y compañía se asimila a la muerte del fiscal Nisman, por las mismas razones: en este caso el colapso de los acuerdos con la ex Side, Stiuso y los ‘services’ extranjeros.
Acuerdos derrumbados
El derrumbe de los acuerdos con las mafias policiales, penitenciarias, futboleras o del juego amenaza con desenlaces políticos violentos, que podrían derribar la ‘transición’ macrista. Por eso ya están en marcha las componendas para evitarlo. Es una cuestión que divide al macrismo y al pejotismo y kirchnerismo, pero los vasos comunicantes son muy fluidos entre ellos y responden al interés de un mismo sistema social. ¿Alcanzaría el apoyo del capital internacional para bancar una purga del Estado por parte del macrismo, o suficiente para ‘persuadir’ a una parte del pejotismo para apoyar algo semejante? El conjunto de la crisis hace inviable una alternativa de depuración que podría modificar la estructura política de Argentina. Se viene ahora, entonces, la puja de canjes y concesiones recíprocas, de perdones y favores de corta duración -que no afecte los intereses en pugna hasta el comienzo de la campaña electoral de 2017. Es lo que viene ocurriendo en Brasil, con intensidad aún mayor, y el acuerdo con el chavismo ‘civilizado’ y el Ejército que propone en forma insistente el derechista Capriles en Venezuela: en Caracas acaba de ser designado un caprilista para presidir la Asamblea Nacional, enfrentado a la fracción del aún más derechista Leopoldo López.
Es tarea del Frente de Izquierda desarrollar una intensa agitación política de denuncia de estos contubernios y de los protagonistas de la disputa. El FIT debe emerger como la fuerza capaz de acabar con esta podredumbre, o sea con el Estado capitalista ‘realmente existente’.
Jorge Altamira
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