En menos de un mes, el Macrismo en el Gobierno (y por Macrismo llamaré ahora al vasto conglomerado de fuerzas de derecha que van mucho más allá de la Alianza Cambiemos) ha producido cambios formidable en el terreno de la economía y el orden institucional.
Absolutamente todos ellos de carácter regresivo y de derechas.
Se confirma así que la designación del Gabinete con altos ejecutivos de los principales Grupos Económicos que –al menos desde el Genocidio- dominan las relaciones económicas y sociales de los argentinos definía sin dudas el carácter de clase y la alineación subordinada al Imperio norteamericano del gobierno.
Muchos lo han dicho: una colosal transferencia de ingresos con la mega devaluación y la quita de retenciones e impuestos a los ricos, acompañada de un alza colosal de los precios se ha consumado en pocos meses. Igual que a principios del 2014 con la devaluación de Cristina/Kicillof pero sin ninguna de las medidas paliativas que caracterizaron al Kirchnerismo.
Como una cirugía mayor sin anestesia.
Aprovechando el estupor de algunos y la complicidad de otros, el Macrismo ha producido un festival de Decretos de Necesidad y Urgencia que van desde la pretensión de completar la Corte Suprema a modificar la Ley de Medios y otras leyes.
Pero no son solo los funcionarios macristas los que ejecutan estas acciones. También los miembros del Poder Judicial y de las llamadas Fuerzas de Seguridad. Es que la catástrofe del 2001, las luchas populares, el modo en que Néstor Kirchner pensó en construir gobernabilidad, el avance de los Juicios contra los Terroristas de Estado, el acercamiento de Argentina a América Latina y sus procesos más avanzados, el despliegue de nuevas fuerzas sociales y políticas consustanciadas con estas políticas y procesos condicionó, durante un tiempo, a una derecha que desde 1930 ha apoyado la vulneración de la Constitución Nacional con su rostro republicano y su ropaje legalista. Si hasta Clarín escribía notas sobre Echecolatz y los 24 de Marzo.
Lo hemos dicho varias veces, expuesta en su impotencia en el 2001, derrotada electoralmente en los primeros años del siglo, aislada regionalmente por el desarrollo de la integración latinoamericana, la derecha simuló retirarse de la escena y emprendió un largo camino de recomposición de su ideario y mística. En el centro de ese proceso estuvo la instalación de la idea de la inseguridad vinculada a la presencia de jóvenes pobres en las barriadas populares y la supuesta falta de acción de las Policías por el “garantismo” que a su vez derivaba del ansia de venganza contra los patriotas militares que nos salvaron del Comunismo Internacional. La reivindicación de todas las formas de la violencia institucional y de todas las formas de estigmatización de los pobres y de quienes se ponían de su lado, ha sido la viga maestra para cambiar el clima social y permitir el triunfo del Macrismo.
Pero su triunfo está potenciando lo más ruin y podrido del sentido común de los argentinos, esa famosas identidad nacional que forjaron Roca, Uriburu, Videla, Menem y ahora Macri.
A ellos les habla el Macrismo cuando echa trabajadores con el fundamento de que “no permitirá que los ñoquis se roben el dinero de los contribuyentes”; o cuando reprime a los trabajadores de Cresta Roja porque hay “que terminar con el despropósito de la ocupación callejera con la protesta social” o cuando liquida la Ley de Medios porque algunos funcionarios de Sabatella utilizaban el cargo más para sus propósitos políticos que para desplegar la Ley no solo en un sentido restrictivo (contra Clarín) sino sobre todo en su sentido constructivo de contribuir a una red de medios alternativos y verdaderamente autónomos (que si se hubiera formado hoy estaría liderando la batalla cultural contra el Macrismo)
La decisión del Tribunal Superior de Justicia de la ciudad de Buenos Aires tiene esa impronta. Permite a la Policía que actúa en la ciudad, ahora unificada, que detenga por unos minutos a los transeúntes para verificar su documentación con el mismo discurso de la Dictadura: los que tienen documentos y no tienen deudas con la Justicia, ¿en que los puede molestar que alguien les pida el DNI?
Los miembros del Tribunal serán más o menos instruidos, no lo podría asegurar, pero seguro que conocen el articulo 13 de la Constitución ciudadana que es un verdadero despliegue de derechos individuales contra el autoritarismo policial y administrativo que prohíbe de manera terminante la práctica por ellos autorizada. Puntualmente en sus incisos dos, cinco y once dice: 2. Los documentos que acrediten identidad personal no pueden ser retenidos.; 5. Se prohíben las declaraciones de detenidos ante la autoridad policial y 11. En materia contravencional no rige la detención preventiva. En caso de hecho que produzca daño o peligro que hiciere necesaria la aprehensión, la persona debe ser conducida directa e inmediatamente ante el juez competente.
Me importa resaltar lo siguiente: no es que el Tribunal pretenda, por ahora, modificar la Constitución ciudadana, no le hace falta. Sabe que con mensajes de este tipo las Policías y todas las derechas locales incrementarán su labor de discriminación y estigmatización para justificar la violencia institucional y la represión lisa y llana, cuando sea conveniente y necesaria.
Una policía que tiene en su ADN las acciones de desaparición forzada de personas de la época dictatorial y todas las prácticas vejatorias de las personas del periodo de vigencia de los Códigos Contravencionales que desde la Colonia hasta aquí han permitido a un simple policía actuar como Juez y Verdugo de los pobres, las mujeres y los débiles.
Es en la batalla contra estos avances reaccionarios y represivos que se juega hoy la batalla por Memoria, Verdad y Justicia, y nuestra condición de luchadores por los derechos humanos.
José Ernesto Schulman. Secretario nacional de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre
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