sábado, 23 de enero de 2016
Macri y el país “en situación de peligro”
Mauricio Macri no ahorra tiempo en demostrar que cualquiera de los actos, dichos o decretos que impulsa, están rodeados de una lógica, convertida en frase amenazante: “ahora mandamos nosotros y al que no le guste que se aguante”. Se trata de un mensaje subliminal para su barra adicta, esos votantes que antes y ahora le están pidiendo “mano dura” contra la “negrada”. De allí en más, MM lleva a la práctica ese comportamiento claramente represivo, sin ningún tipo de sutilezas ni respetando preceptos legales o constitucionales.
Así, un día puede llegar a festejar frívolamente que su perro “Balcarce” se siente en el sillón presidencial, abriendo la puerta a todo tipo de bromas sobre quién es en realidad el que gobierna en el país, y en otro momento, se pone al borde del ataque de nervios cuando un periodista lo interroga en Davos sobre su indudable doble rasero que lo lleva a enviar a la cárcel a la dirigente social Milagro Sala y a la vez seguir hostigando a Venezuela con su campaña por la libertad del fascista Leopoldo López. Tras ello, se enreda en su propia retahíla de dislates, cuando mirando al informador como si fuera un insecto, MM le repregunta con asombro sobre cómo puede comparar a la referente jujeña con “un buen hombre -como López- que no hizo nada malo”.
Provocador e impune, en su afán de cumplir con el relato impuesto por sus titiriteros de Washington, el mandatario pasa por alto que el tal López, tiene una larga lista de delitos, entre ellos la inducción de crímenes de 43 ciudadanos venezolanos durante las acciones violentas por él patrocinadas en febrero de 2014. Ese “buen hombre” al que defiende, es un recalcitrante adherente del golpismo que no dudó en que sus muchachos ejecutaran acciones callejeras que incluían la colocación de cables de acero a la altura del cuerpo y que provocaron varios civiles degollados, sólo por el hecho de querer ir a trabajar. O impulsó incendios de universidades, colegios y hasta guarderías infantiles, para generar terror en la población que no comulgaba con su “estilo” de hacer política. Que en el aquelarre violentista, incentivó episodios de guerra civil, en la que mercenarios y paramilitares (algunos de ellos enviados por su amigo Alvaro Uribe Vélez) balearan o rociaran con gasolina a soldados de la Guardia Nacional Bolivariana, matando a varios de ellos con toda frialdad.
Resulta paradójico que el mandatario quiera vender como carmelitas descalzas a López y su fantasiosa esposa (especialista en montar farsas sobre “malos tratos” por parte del “régimen dictatorial de Maduro”), o que se irrite cuando escucha el nombre de Milagro Sala, defendida unitariamente por todo el arco de la izquierda popular y combativa argentina, no tanto por su anterior accionar dentro del kirchnerismo, sino como un acto de madurez política y autodefensa, al tomar nota que lo que hoy le hacen a la dirigente de la Tupac Amaru, criminalizando la protesta, mañana lo podrán repetir, y con creces, con cualquier otro luchador o nucleamiento social.
Lo que ocurre es que detrás de todo este montaje represivo, en el que cuenta con la colaboración abierta del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, quien a su vez carga en su mochila con varias acusaciones de “enriquecimiento ilícito” y “lavado de dinero”, Macri intenta desafiar a las organizaciones populares. Tomarles el pulso, produciendo despidos masivos de trabajadores estatales, amparando a las grandes empresas privadas para que sigan el mismo camino con el “personal excedente”, y amenazando con meter en el calabozo a los díscolos que no se sometan a su poder. Es en ese marco, que su ministra Patricia Bullrich, está a punto de anunciar la puesta en marcha de una disparatada y peligrosísima “Emergencia de Seguridad Pública”, por la cual se otorga más poder a la Gendarmería, Prefectura e incluso a las tres Fuerzas Armadas, partiendo de una excusa muy usada en Estados Unidos: el país está en “situación de peligro colectivo” debido al accionar del narcotráfico.
Para dejar más claro aún de qué se trata, también se menciona la “asociación ilícita terrorista”. Tras esa pantalla, los uniformados podrán producir allanamientos sin orden judicial, y combatir contra virtuales “enemigos” por tierra, agua y aire, produciendo incluso el derribo de aviones que “invadan” el espacio aéreo argentino. Obviamente, los militares tendrán un premio extra: el Gobierno autorizará la compra de más armamento y tecnología bélica de punta.
Con semejante panorama, y los anuncios producidos desde Davos a nivel económico (regreso a la relaciones carnales con el FMI, inversiones multimillonarias de la Coca Cola y otras trasnacionales ligadas a los “buitres”), las organizaciones populares se preparan para que al macrismo no le resulte tan fácil la embestida. Tomando como referencia la injusta prisión de Milagro Sala, y la ostensible demonización de quienes reclaman en la calle para que no les arranquen de un día para el otro reivindicaciones ganadas con la lucha, los próximos serán abundantes en protestas callejeras y campañas de solidaridad para demostrar que si hay un “peligro” en el país, éste anida en la propia Casa Rosada. Y no es precisamente el perro “Balcarce”.
Carlos Aznárez / Resumen Latinoamericano
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