A raíz de la detención de Milagro Sala, dirigente de la organización Tupac Amaru, me han consultado acerca de si es correcto que la izquierda participe en movilizaciones, en reclamo de su liberación, junto a fuerzas kirchneristas.
En una serie de notas de 2012, y a propósito de paros o actos convocados por Moyano y otros dirigentes burocráticos contra el gobierno kirchnerista, he tratado el tema de la unidad de acción (ver aquí, aquí y aquí) y no veo motivos para cambiar el criterio. Sostengo que se puede y se debe participar en unidad de acción con otras fuerzas siempre que esto implique la posibilidad de que los trabajadores o el pueblo avancen en demandas concretas, principalmente económicas o democráticas. Milagro Sala ha sido detenida acusada de instigación al delito y al tumulto. Se trata de un ataque al derecho de protesta y a la libertad de manifestación. El mismo se inscribe en una política que desde hace mucho tiempo están reclamando las principales fuerzas del orden, y para la cual se han ganado incluso el consenso de una parte importante de la población, molesta por los cortes de calles o rutas. Tengamos presente que no solo el PRO y los radicales quieren limitar el derecho de protesta; durante la campaña electoral el candidato del FPV, Daniel Scioli, prometió que tendría “tolerancia cero con los piquetes para no joderle más la vida a la gente” (9/11/15).
Subrayo entonces que se trata de una política de conjunto, que acompaña al “ajuste” en curso sobre salarios y nivel de vida de los trabajadores. En este respecto, existe un hilo conductor sustancial entre este ataque y la Ley Antiterrorista, que en su momento votó el kirchnerismo. Para los que están débiles de memoria: esa ley permite judicializar a cualquier militante por el simple hecho de considerar que sus acciones aterrorizan a la población, y establece penas que van de 15 a 20 años a integrantes de organizaciones consideradas como terroristas e ilícitas. No es casual que entre las cosas que Cambiemos quiere cambiar de manera urgente, no figure esa ley; tampoco es casual que los diputados kirchneristas no digan palabra sobre el asunto.
Naturalmente, acordar en un punto específico con fuerzas burguesas, no significa apoyar sus programas u orientaciones políticas. La unidad de acción se hace por puntos delimitados. Los programas, las orientaciones estratégicas, no deben confundirse; ni hay razón para ocultar las críticas y diferencias que los socialistas tenemos con las otras organizaciones. Es el ABC de la táctica de unidad de acción, que por otra parte está en la tradición del marxismo (de hecho, fue recomendada por Marx y Engels ya en 1850). En el caso que hoy nos ocupa, el punto de unión es el rechazo a que se ponga en prisión a un dirigente o militante por convocar a una movilización. Por fuera de esto, las diferencias con el kirchnerismo, y con la propia Milagro Sala y la Tupac Amaru, deben quedar claras. Los socialistas nunca deberían olvidar que el kirchnerismo es tan enemigo de la clase trabajadora como lo son las fuerzas que conforman Cambiemos. En particular, pedir la libertad de la dirigente de la Tupac Amaru no significa defender los métodos de control estatal-bonapartista sobre los trabajadores a los que recurrió sistemáticamente el kirchnerismo. En una nota anterior, he planteado:
“La crítica a toda forma de control del movimiento obrero por el Estado está en la esencia de la tradición revolucionaria del marxismo. El estatismo burgués puesto al servicio de la división, cooptación y corrupción de los trabajadores no tiene un ápice de progresivo. Pero estas prácticas hoy están naturalizadas y son justificadas por gran parte del progresismo bienpensante izquierdista, y un amplio abanico de la izquierda ‘nacional, antiimperialista y popular’. Lo grave es cuando esta corrupción organizada penetra en las filas del movimiento obrero, divide, envenena las relaciones, amedrenta y corrompe. Y desde la izquierda marxista tenemos que admitir que amplios sectores de la clase obrera argentina toleran, por lo menos, esta injerencia sistemática del estatismo burgués burocrático. Para decirlo en las palabras de Marx, aceptar estas prácticas equivale a abandonar el punto de vista de clase” (ver aquí).
La unidad de acción por la liberación de Sala la defiendo en este marco crítico. Impedir que se mande a la cárcel a alguien por llamar a la movilización, ayuda a las luchas del pueblo. Apoyar los métodos de control burocrático, por el contrario, las debilita. Toda la cuestión táctica remite, en definitiva, a este tema.
Rolando Astarita
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