Una vez más la muerte de un qom es noticia. Pero en esta oportunidad la muerte no se debió a golpes, tiros o por diversos signos de violencia física.
Aunque también es una forma de violencia, porque quién murió es un niño y fue por tuberculosis y un desesperante estado de desnutrición.
Debemos decir que no es un caso aislado ni tampoco nuevo, que desde hace tiempo la tuberculosis se niega a abandonar la Provincia del Chaco y que por supuesto ataca a aquellos que son los más olvidados de las políticas públicas provinciales y nacionales: en este caso los indígenas qom.
¿Cuántas muertes más hacen falta para que el Estado extienda su mano protectora a los más pobres entre los pobres? ¿Por qué este abandono de personas en un país que cuenta con una importante cantidad de legislación de reconocimiento a los derechos indígenas?
Nos estamos acostumbrando y naturalizando a que asesinen, golpeen y abandonen a hermanos indígenas en Chaco, Formosa y en muchas otras provincias de este hermoso país que es Argentina. Sin embargo reaccionamos airadamente cuando nos enteramos de hechos violentos, muy difundidos, en países europeos por ejemplo. Esto que pasa con los hermanos indígenas es una forma actual de genocidio por omisión, que tiene por objeto la eliminación gradual de los pueblos originarios.
Sin caer en golpes bajos, ni títulos televisivos rimbombantes, es fundamental hacer frente a esta situación, al reconocimiento real, concreto de personas con necesidades insatisfechas, que tal vez no engrosen las filas de concurrentes a movilizaciones de apoyo o votantes cautivos, son seres humanos que necesitan atención urgente y claras políticas públicas que los reconozcan como sujetos de derechos y merecedores de una vida digna.
Adolfo Pérez Esquivel
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