Con dolor y preocupación debo confesar, que cualquiera de las dos frases del epígrafe, vienen como anillo al dedo, para graficar lo que a diario nos muestran casi todos los medios de comunicación, tanto nacionales como locales, salvo las honrosas excepciones que siempre existen, como noticia estelar.
La MUERTE, de “niñas o jóvenes”, ligadas o no a lo sexual, ya sea provenientes de hogares de buena o no familia, es la gran protagonista, que cada mañana en condiciones truculentas nos da los buenos días.
Tal vez, la orfandad de noticias, la pérdida de frenos inhibitorios o la falta de creatividad de los directores de contenido de esos medios, los llevan para conseguir unas migajas de rating, a apelar en una actitud de bajeza obscena a una escaza cantidad de casos de ataques fatales de adolescentes mujeres, transformando la excepción en una regla inflexible, frente a la que todos los padres se sienten angustiados y temerosos.
Casi en cadena nacional, esas empresas de noticias, difunden hasta el hastío, los entretelones escabrosos de estos hechos dolorosos y lamentables.
Mientras tanto, los comunicadores de turno abundan en detalles reales, supuestos o directamente inventados por mentes cuando más enfermizas mejor, contando con el acompañamiento morboso de una audiencia, que sigue los casos cual si fueran un culebrón de aquellos.
Hasta aquellos periodistas, pretendidamente serios, se suman sin reservas a la loca competencia por el rating de la muerte, poniendo voz y cara de circunstancia, cual Boris Karloff, presentando su famoso ciclo televisivo, con música de fondo acorde al clima y ambiente que pretenden crear.
En esa mise en escena, no actúan solos, sino que cuentan con la compañía y “asesoramiento” de toda una fauna variopinta de supuestos entendidos en la materia. En el desfile incesante de partenaires, vemos a ex policías, empresarios de la inseguridad, pica pleitos y aves negras (hoy denominados criminalistas y caranchos), psicólogos, sociólogos, videntes y volantineros varios, que opinan y elaboran hipótesis en muchos casos descabelladas, sobre el suceso, con una insensibilidad ante el dolor ajeno, pocas veces vista. Eso sí, en forma permanente dejan en claro lo lamentable del terrible hecho (que si no ocurriera los tendría fuera del programa) y su solidaridad de pacotilla con el dolor de la familia, aunque en realidad hagan hilachas la dignidad humana de la misma.
En ese tiovivo de la muerte, el nombre de pila de las víctimas es un sello característico, los que se suceden sin solución de continuidad y así vemos, leemos o escuchamos: Candela, Ángeles, Nicol, Melina y Lola entre otros. En ese desfile incesante, se pone, no sólo, en la picota a reales o supuestos autores del aberrante hecho, sino también se abren dudas y sospechas (cercana a la condena) sobre la conducta de las víctimas y de su entorno familiar.
Aunque creo, que nada nos puede extrañar, ya que en otros momentos, esos medios y sus receptores, popularizaron el “algo habrán hecho”, que tanto costó desterrar, si es que se ha desterrado.
Para muchos creo, que el súmmum noticioso, no sería ganar el Pulitzer, sino filmar y mostrar un homicidio o una violación en vivo y directo. Darían cualquier cosa por esa primicia.
Los movileros “en el lugar de los hechos”, no se quedan atrás, y más allá de sus notorias carencias profesionales, hacen gala de una insensibilidad rayana en la violación de la dignidad y condición humana.
La impertinencia, morbosidad y curiosidad malsana dudosamente puedan superarse y cuando alguien del entorno del afectado, rehúye a la requisitoria, se asombran, cuando no se sienten contrariados, ya que no alcanzan a comprender, el silencio y recogimiento ante el dolor.
La prudencia y respeto brillan por su ausencia, y por qué no pensar que estos mecanismos perversos y malsanos en la obtención de rating, pudieran estar generando una adicción peligrosa en los destinatarios, además de confundir, distraer o imposibilitar el real esclarecimiento del caso y quizás ayuden a la preparación del escenario de un próximo hecho.
Como dice el Martín Fierro: “Muchas cosas pierde el hombre, Que a veces las vuelve a hallar; Pero les debo enseñar, Y es bueno que lo recuerden: Si la vergüenza se pierde, Jamás se vuelve a encontrar.”.
Tal vez, mi indignación aquí expresada, no sirva de mucho, y no sea más que una endecha en el mar, pero lo que sí es seguro, que a esta forma de “periodismo” “la muerte le sienta bien”.
Los dejo para que lo piensen y me despido hasta la próxima AGUAFUERTES.
Ricardo Luis Mascheroni
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