Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CLXXXI)
Como en esa película de ficción el gobierno, encabezado por María Estela Martínez de Perón, luego de la espontánea y masiva movilización de los trabajadores y de nuestro pueblo que protagonizo el “Rodrigazo”, eyectando de este al Ministro de Economía Celestino Rodrigo y al de Bienestar Social José López Rega, cofundador y principal dirigente de la siniestra Triple A, persistió en la decisión de ampliar las facultades de las Fuerzas Armadas que ya habían transformado la provincia de Tucumán en un gigantesco “campo de concentración”.
En esos días, del invierno de 1975, se integraron al gabinete, a cargo de la cartera de Economía, Antonio Cafiero y, como Ministro de Trabajo, Carlos Ruckauf.
Ambos tenían sólidas vinculaciones con la burocracia sindical pactista y alguna relación con integrantes del partido militar.
El primero, fue el nominado por Lorenzo Miguel para oponerlo a la candidatura de Héctor Cámpora a la presidencia, en 1972.
Durante la gestión de este y del “Viejo”, ocupó la presidencia del Banco Hipotecario, siendo designado interventor de la provincia de Mendoza, para “legitimar” el desplazamiento del gobernador elegido por el voto popular Albero Martínez Vaca; que integraba el peronismo revolucionario, en esa provincia cuyana.
Por su lado el segundo había ocupado la Secretaria General del Sindicato del Seguro y tenía fuertes nexos con representantes de la gran burguesía-Bulgheroni, Blaquier, Rocca y con empresas como Acindar y Mercedes Benz, entre otras.
Públicamente había manifestado su oposición a puebladas como el” Villazo” y anteriormente, en la década del 60, denuncio a los trabajadores que protagonizaron el histórico “Cordobazo”, como ejecutores de un plan de la “zurda apátrida”.
La presencia del General Guillermo Suarez Mason, como Jefe de Inteligencia del “operativo Independencia”, respaldado por el Ejecutivo Nacional y con vínculos con el ala conservadora de la Unión Cívica Radical y la designación del General “democrático” Jorge Rafael Videla, a sugerencia del Ministro de Economía, como nuevo Comandante en Jefe del Ejército; completa un escenario en el que se advierte el avance de los sectores castrenses.
Además el nombramiento del General Albano Harguindeguy, como Jefe de la Policía Federal; lo que implicaba una virtual “militarización” de esta fuerza represiva, ratifica este.
Las nuevas medidas, en el terreno económico, que el Buenos Aires Herald señaló como coincidentes con la que adoptara en 1967 el entonces mandamás de la economía Adalbert Krieger Vasena se resumen en: Nuevas mini devaluaciones y liberación de los precios internos, menos lo de la canasta familiar, con una sola excepción, la del precio del azúcar, se autorizó su aumento; ya que el Ministro ostento la representación del Ingenio Ledesma; propiedad de la familia Blaquier.
A lo que se sumó la renegociación de la deuda externa, mediante la generación de nuevos compromisos y la gestión de créditos en organismos internacionales.
Se promovía, además, el comercio exterior; desmintiendo toda estatización de este.
En ese contexto nos aprestábamos a comenzar a editar “Nuevo Hombre”, quincenario que se distribuiría en todo el país y que imprimiríamos en Cogtal; la histórica Cooperativa en la que imprimimos “El Mundo” y luego “Respuesta Popular”.
Como los columnistas y periodistas no firmarían las notas, para evitar ser alcanzados por la represión, sólo figuraba mi nombre como responsable y director de la misma.
Necesitábamos una oficina en la que pudiéramos trabajar, una noche entera, para completar las notas y discutir el contenido, con todo el staff.
Luego el material, ya diagramado, más las fotos, Alba se lo entregaría a Osvaldo Acosta -un abogado amigo y compañero -que se encargaba de ir a la imprenta, encargar y pagar el trabajo y, luego, depositar los ejemplares en la playa de distribución.
Edgardo Silverskarter, que integraba la redacción, era el redactor jefe de una revista técnica relacionada con la refrigeración y tenía las llaves de la sede de la misma, ubicada en la calle Callao a dos cuadras del Congreso y frente a la “Americana”.
Ingresaríamos a la misma, pasadas las 20, cuando ya no había movimiento en el edificio y nos retiraríamos en las primeras horas del alba.
Así lo hicimos.
Enrique Raab, a la sazón Jefe de Redacción, sugirió que en vez de una editorial yo hiciera una carta a los lectores analizando el sumario que era muy amplio, ya que teníamos secciones de deportes, de espectáculos, vida cotidiana, comentarios de libros, política internacional, sindicatos, movimientos sociales y, obviamente, las páginas en las que analizábamos los acontecimientos más importantes de la política nacional.
En la tapa, además de una foto relacionada con algún hecho de esa quincena, habíamos puesto dos columnas que titulamos “Los de arriba” y “Los de abajo”.
En la primera incluíamos los representantes más genuinamente antipopulares, exponentes de las clases dominantes o que se habían “destacado” en la represión al movimiento popular y en la segunda a los luchadores populares y revolucionarios que protagonizaron acciones importantes, para el campo popular, en esos días.
En el primer encuentro nos divertimos mucho escuchando las anécdotas del “Chino”, en su lucha contra el multimedio “Clarín”, como integrante de la Comisión Interna en ese diario o el relato de los viajes de Quique a Cuba.
Susana Viaux, aportaba una mirada más “partidaria” que se compensaba con la amplitud de criterios que expresaban Roberto Jacoby, Alberto Spumberg y el “Negro” Héctor Demarchi.
Sentía, que habíamos conformado un equipo plural que garantizaba una excelente publicación que lógicamente iba a generar polémicas en la militancia partidaria; pero que tendría una importante inserción en el movimiento popular.
Cuándo ya el primer número estaba en la calle, Alberto, mi responsable, me convocó a una cita urgente; tenía una información importante que trasmitirme y la misma requería un plan de acción inmediato.
El Partido y el ERP habían conformado un eficiente servicio de “inteligencia” que coordinaba el histórico “Capitán Pepe”.
Integraban el mismo compañeros que estaban insertos en diferentes estructuras del gobierno y del partido militar.
Estos habían detectado que los mandos castrenses se aprestaban a dar un golpe, posiblemente en los primeros meses del año siguiente; cuándo el régimen estuviera suficientemente desgastado.
Participaban de la conspiración dirigentes políticos del sector conservador del radicalismo y de la derecha peronista.
Esta noticia se daba en un escenario internacional contradictorio en el que, por un lado, los pueblos del mundo festejaban el triunfo del pueblo vietnamita y la derrota de los Estados Unidos, el crecimiento de los movimientos de liberación en el Medio Oriente :Argelia, Libia, Siria entre otros y el desarrollo de los gobiernos anticolonialistas en Africa y, por otra parte, al mismo tiempo, se consolidaban las dictaduras pronorteamericanas en Chile, Uruguay, Brasil y los países centroamericanos.
El PRT ERP, como respuesta a esta situación adversa en esta parte del Continente, fortalecía y consolidaba la Junta Coordinadora Revolucionaria que conformara con el Movimiento de Liberación -Tupamaros - del Uruguay, el MIR chileno y el ELN boliviano.
¿Cómo enfrentar la amenaza golpista? ¿Cuál fue la respuesta de la dirigencia política al planteo de constituir un frente patriótico antigolpista? ¿Cuál fue el rol de Agustín Tosco en el armado de este? Estos y otros temas abordaremos en la próxima nota de esta saga.
Manuel Justo Gaggero
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