domingo, 11 de enero de 2015

Santa Fe: El régimen narcopolicial en tiempos de elecciones



Los cruces entre Berni y Binner. El retiro de la gendarmería de Rosario abre un panorama incierto. ¿Escalará la crisis policial en crisis política? El régimen narco-policial de Santa Fe inaugura el 2015 con otro joven asesinado por la policía y se conduce a una de las elecciones más antidemocráticas del país.

Horas antes de que Binner lanzara su pre candidatura presidencial por el alicaído FA-UNEN, Sergio Berni anunciaba el retiro de 2000 efectivos de las fuerzas federales que ocuparon Rosario desde abril de 2014. Fue la primera aparición de importancia del Secretario de Seguridad Nacional después de su derrota política en el conflicto de la autopartista Lear, donde la combinación entre infiltrados y gendarmes “caranchos” sepultaron sus ambiciones electorales y el protagonismo que venía teniendo en el Gobierno nacional.
El excarapitada fustigó contra el anestesista, acusándolo de ser responsable del crecimiento del narcotráfico en Santa Fe. Es que atacar a Binner paga más que meter balas de goma a trabajadores y diputados de izquierda en la panamericana. Y además es más fácil que quitarle un juguete a un chico: después del portazo de Carrió, que decidió jugar para Macri, vino la huída de los radicales PRO, que dejaron sin sustento serio al FA-UNEN.
Aunque fueron varios los dirigentes santafesinos del Partido Socialista que salieron a responder, Berni se cuidó de halagar la gestión de Antonio Bonfatti, separándolo de las aspiraciones presidenciales de Binner. Lo mismo había hecho Randazzo, cuando sugirió que le gustaría que Bonfatti lo acompañe como vicepresidente.
Pero la realidad es que el retiro de la Gendarmería, más allá de los cruces de campaña con Binner, abre un panorama incierto en la provincia de Santa Fe. Así parece entenderlo Ruben Giustiniani, de una línea opositora a Binner dentro del Partido Socialista, que declaró que la Gendarmería no debería haberse retirado y cuestionó a la provincia por no impedirlo. Monica Fein, la intendenta de Rosario declaró "Si [Berni] dice que Rosario tiene cinco veces más delitos que otras ciudades, por qué se llevó a la Gendarmería. ¿Por qué no la dejó en la ciudad?".

Crisis policial ¿Crisis política?

Como reflejamos en La Izquierda Diario, la ocupación militar de la Gendarmería y otras fuerzas federales acordadas entre el Gobierno nacional y el provincial en abril de 2014 fracasó. Había sido anunciada como un operativo contra el narcotráfico, pero no le hizo ni cosquillas. Había sido anunciada como una forma de control sobre las fuerzas policiales, y sin embargo hubo 328 personas torturadas en las comisarías en solo un año, con el asesinato de Franco Casco como caso testigo.
El Gobierno provincial, que se jacta de querer renovar las fuerzas policiales, reemplazó a dos jefes de la Policía de Santa Fe acusados por tráfico de drogas con un policía nazi. El escándalo fue tal que tuvo que retroceder y volverían a sus funciones los dos jefes acusados por narcotráfico: parece que no hay más que manzanas podridas.
La ocupación de Gendarmería no resolvió nada, más bien lo contrario: empezó a caer también la imagen de la fuerza federal que había sido recibida con entusiasmo por sectores de la población pero que rápidamente se mostró como un recrudecimiento de la represión en los barrios trabajadores y populares. Abusos contra jóvenes, homosexuales, transexuales, detenciones arbitrarias y golpizas: la gendarmería empezó a parecerse a la policía. Lo que sí logró el desembarco de la gendarmería en Rosario fue desprestigiar aún más a la policía provincial. No hay sector de la sociedad, desde la clase media más acaudalada que reclama “mano dura” contra los pobres, hasta los sectores más empobrecidos de la ciudad, que no vea a la policía como un grupo de criminales impunes.
Manifestaciones de odio contra la policía –y los narcos- empiezan a ser moneda corriente. Ante el asesinato de Jonathan Herrera por la policía que disparaba arbitrariamente en un barrio obrero, los vecinos atacaron a piedrazos a los uniformados. El hecho es premonitorio: en el lugar actuaban efectivos de la Policía de Acción Táctica, una nueva fuerza anunciada como “el reemplazo de la gendarmería”, creada por Bonfatti en un intento de sanear el desprestigio policial. En la edición de hoy se puede leer el desgarrador testimonio de la familia de Jonathan, que como la de Franco Casco, comienzan un camino de lucha.
Al cierre de esta edición, en barrio Ludueña un joven de 20 años fue asesinado y los vecinos del lugar respondieron también con piedrazos contra los narcos que consideran responsables. Según testigos, con el fiscal y los periodistas presentes, se desató una balacera desde el bunker que se encontraba en el lugar, que afortunadamente no se cobró muertos ni heridos.
Después de 9 meses de ocupación de la gendarmería, la ciudad queda en manos de una policía que solo aumentó su desprestigio en la misma proporción en que aumentó su impunidad. Berni, Binner y los funcionarios del Gobierno Provincial se tiran responsabilidades entre sí, pero ambos sectores son cómplices de esta situación crítica. Otro condimento sazona esta bomba de tiempo “made in Rosario”: el flamante Secretario de Seguridad provincial Chaumont, un ex comandante de la gendarmería echado por corrupto, no es muy querido por las bases uniformadas, según informan esas asociaciones ilícitas llamadas sindicatos policiales.
Hasta ahora la crisis narco-policial no llegó a costarle la imagen positiva a Antonio Bonfatti, que sale a jugar fuerte en la categoría de Diputados Provinciales y buscando un efecto “arrastre” para que Miguel Liftschitz sea su sucesor. Pero la descomposición policial es una historia de finales impredecibles.

Las elecciones proscriptivas del régimen narco-policial

A dos mandatos del Partido Socialista y sus aliados de la UCR, el régimen político santafesino se convirtió en un régimen narco-policial. Un bonapartismo que viaja en patrullero. Binner saltó de la Intendencia de Rosario a la Casa Gris derrotando la ley de lemas peronista, una herramienta antidemocrática que permitía al PJ mantenerse en el poder indefinidamente aunque el gobernador que asumiera no fuera el candidato más votado. El Partido Socialista se jactó de una democratización del régimen, habló de buenos tiempos, vendió la boleta única como la panacea socialdemócrata. Pero un régimen basado en el sostenimiento de una policía narco, criminal e impune, no puede ser democrático. El 2015 es el año del sinceramiento: este régimen del patrullero y la cocaína, tiene ahora una de las elecciones más proscriptivas del país. Amparados en el antecedente de la reforma política kirchnerista, las elecciones santafesinas tienen un piso aún más alto que en las PASO nacionales: para pasar las Internas provinciales, una lista debe obtener el 1,5% del padrón electoral. Para colmo, si se logra pasar este primer piso proscriptivo y llegar a las elecciones generales, sigue vigente una ley de la dictadura que indica que solo se pueden acceder a cargos públicos sacando el 3% del padrón electoral. Esta medida tiene como objetivo favorecer al PRO, el PJ y el Frente PS-UCR, que cuentan con enorme financiamiento empresarial (en el caso del PS tiene denuncias por financiamiento narco) y aparatos de propaganda. Y a su vez, silenciar al Frente de Izquierda, que levanta los reclamos de los trabajadores, las mujeres y la juventud, que se moviliza con los familiares que reclaman justicia por sus hijos y hermanos asesinados por la narco-policía. La mordaza que quieren ponerle a la izquierda es una mordaza contra todos los que se conmueven y se llenan de bronca frente a cada uno de los crímenes de la policía asesina y torturadora.

Úrsula Vivas / Cecilia Rodríguez

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