sábado, 24 de enero de 2015
D'Elía y Esteche en la mira
Apunten contra Luis D'Elía y Fernando Esteche pareciera ser la consigna lanzada por los medios opositores para golpear al kirchnerismo y dar veracidad a las denuncias del fallecido fiscal Alberto Nisman. Pareciera ser que poco importa que las pruebas que se presentan hayan sido obtenidas haciendo espionaje interno por parte de la SIDE y en una causa contra Irán fabricada por la CIA y el Mossad con el expreso interés de culpar a los iranies por el atentado a la AMIA.
No se trata de defender al kirchnerismo, que elevó a política de Estado las acusaciones contra Irán, ni a D’Elía o a Fernado Esteche, que utilizan su lugar como referentes de lo que ellos llaman el “campo popular” para ponerse al servicio de la política burguesa. Pero en honor a la verdad, las escuchas reveladas no demuestran nada que no se sepa. A saber:
- Que D’Elia es un lobbysta proiraní, para el cual la “causa” nacional y popular debe aliarse a un régimen teocrático y reaccionario.
- Que Irán tiene sus defensores y lobbystas internos, así como la embajada norteamericana y los servicios de inteligencia israelíes tenían en Nisman un lobbysta de sus intereses.
- Que el kirchnerismo, como toda la política burguesa, tiene su diplomacia paralela y lobbystas que representan diversos intereses.
- Que el kirchnerismo, al igual que toda la política burguesa, recurre a las barras bravas y a la compra de voluntades para movilizar a los actos políticos públicos.
- Que D’Elía es un furibundo antitrotskista, como todo peronista que se precie de tal.
- Que los representantes de los movimientos sociales pro-K han sido bastante corrompidos por la política burguesa.
Lo más jugoso pareciera ser dos escuchas. Una donde D’Elía y Yussuf Khalil, sindicado como el contacto iraní, festejan el acuerdo con Irán y donde Khalil reconoce la pluma de un tal Fernando (quien sería Esteche). Y otra donde llaman “ruso de mierda”, aparentemente a Timerman, por no haber cumplido con lo charlado con Irán. Lo único que demuestran estas dos llamadas es un vínculo informal entre dos lobbystas iraníes que intercambian supuestos mensajes cruzados entre el Gobierno argentino y la embajada de Irán, los que serían canales informales de negociación.
Ciertamente las acusaciones contra D’Elía y Esteche lo que hacen es poner de manifiesto la podredumbre de la diplomacia secreta que impera en las relaciones entre los Estados capitalistas. El kirchnerismo, habiendo sentado a Irán en el banquillo de los acusados, seguramente debió recurrir a estos canales informales para recomponer las relaciones que pudieran llevar a la negociación del memorándum. Pero que D’Elía y Esteche (por favor: ¡Esteche!) sean la clave del memorándum con Irán habla a las claras del nivel de farsa y estupidez con que la oposición mediática y política pretenden denunciar una conspiración para encubrir los crímenes de la AMIA. Y, en el caso hipotético de que fueron ellos los dos personajes a los que el kirchnerismo recurrió, qué mal que anda la diplomacia argentina.
Con respecto a los personajes en cuestión, simplemente quedan al desnudo quiénes son. Lejos del antiimperialismo y de la defensa del interés nacional, como dijimos más arriba, referentes del llamado “campo popular”, que utilizan su ideología nacionalista como excusa para ser alternativamente lobbystas y fuerzas de choque de la política burguesa del kirchnerismo o del Estado teocrático iraní.
Lamentablemente, el pasado piquetero y “combativo” de ambos personajes va a ser usado para enlodar a los movimientos sociales y a la izquierda como capaces de servir al mejor postor.
Lo que no se dice, pero deja en claro la denuncia de los medios opositores, es su hipocresía, doble moral y cipayismo. Porque los lobbys a favor de los intereses norteamericanos e israelíes son presentados como sensatos canales de negociación. Una oficina de Puerto Madero es el lugar honesto para los lobbys antinacionales, mientras que una verdulería en la calle Bonpland es una cueva de conspiradores del terrorismo islámico.
Por su parte, el kirchnerismo compró las acusaciones de Nisman, la CIA y el Mossad; lo reafirmó en el Memorándum de Entendimiento, y cobijó bajo su ala a lúmpenes de la política y a mafias de los servicios de inteligencia, en un cóctel explosivo que hoy lo tiene contra las cuerdas.
Facundo Aguirre
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