Las acciones realizadas por el hombre durante un periodo, son analizadas por este en un balance recurrente. Año tras año, acontece esta práctica. Que sin duda arrojara crecimiento económico para una minoría, entre ellos, banqueros, mineros, sojeros, industriales, empresarios, jueces y políticos. Y en negativo, como ocurre año tras año, para la mayoría de los ciudadanos, que conviven con necesidades básicas insatisfechas.
En la desproporción del recuento sobre a quienes le va muy bien y los que le van muy mal, tiene a Salta, como un ejemplo. Las estadísticas siguen posicionando a nuestra provincia linda y rica en recurso naturales, como las de mayor desigualdad entre pobres y ricos. El aumento de la pobreza, es ascendente en los últimos 20 años, lo que sitúa a los salteños entre los más pobres de la argentina.
Como es posible, que en democracia los que menos tienen, sigan teniendo menos. Que sucede con la distribución de los recursos económicos, de los aportes en el pago de impuestos de los ciudadanos que engrosan los tesoros nacional y provincial. Las cifras de excluidos que no tiene acceso a servicios indispensables como el agua potable, ratifican que la administración de estos recursos no llegan a los que más lo necesitan, estableciendo al estado como ineficiente y asegurador del descenso en la calidad de vida de los argentinos. Los gobiernos de turno provincial y nacional acentúan las diferencias en la distribución de recursos entre necesitados y ricos. Siendo responsables del acrecentamiento de pobres y compatriotas que deben vivir sin servicios indispensables como el agua potable para el desarrollo de sus vidas.
Ante este panorama cruel pero real, según propias estadísticas oficiales que nos sitúan entre los más pobres del país, debemos seguir confiando en corregir esta desigualdad, sería insensato no creer, no tener fe, en que las mayorías pueden acceder a una mejor calidad de vida en Salta, pero para tal fin, habrá que evaluar quienes son los responsables políticos en estos pasados 31 años de este fracaso en la distribución de recursos económicos, fin del estado, que genera año tras año más pobres y acrecienta la brecha entre estos y los ricos en la provincia de Salta.
Para corregir esta desgracia y revertirla, es indispensable reconocer a los responsables que nos han gobernado en estas últimas tres décadas analizadas, que nos llevaron a este fracaso rotundo, de miseria y hambre, con una minoría cada vez más rica y una mayoría que paradójicamente les ha dado el poder, más pobre.
Marco Díaz Muñoz (COPENOA)
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