martes, 7 de octubre de 2014
Los frentes hablan
Sí, algo más para expresarnos. Luego de contemplar el mural con que modificamos el frente de mi casita, pensé que ojalá todos los vecinos y, por qué no, los habitantes porteños y de todas nuestras ciudades y pueblitos hicieran lo mismo. Sueños. Expresar sus gustos, sus deseos comunitarios, sus ansias, pintando con esos ideales el frente de sus viviendas. ¿Se imaginan los lectores a un Buenos Aires con miles de sueños y de ideologías en los colores de sus paredes frontales? Sería un paraíso para los niños, un abrirse a los sueños para los adolescentes, un mar de esperanzas para los adultos y un propósito tal vez no cumplido para los viejos como yo, por lo menos allí realizados, sin abandonar por ello lo que quisieron en vida.
Invito a todos los artistas pintores que expresen también así sus metas e ideales y que ofrezcan su arte a todos los que quieran expresarse a través de esos símbolos que reúne el dibujo y la pintura.
Todo comenzó cuando un estudiante de arte de la Universidad de La Plata tocó el timbre de “El tugurio”, mi vivienda, nombre puesto por el infalible Osvaldo Soriano a mi rancho. Con timidez, el joven estudiante que llamó a mi puerta me dijo:
–Buenas, don Bayer, soy Martín Meza, hijo de la familia Meza de Azul. Soy estudiante de arte en La Plata, y cuando vi el frente de su casa me dije: “Es apropiado para un mural. Tengo una idea luego de haber leído su último libro. Ese mural podría llamarse ‘Encuentro con los pueblos originarios’. ¿Le gustaría a usted?”.
Me sorprendió la pregunta porque yo estaba justamente en el paraíso del infierno leyendo una discusión filosófica sobre Nietzsche y le pregunté como si me hubiera despertado de la siesta “¿cómo dice, un qué?”... Y él me respondió con toda naturalidad: “Un mural”. Lo miré largamente y le respondí: “Bueno”. Me pareció una idea brillante. Presentar la casa de uno como surgida “del amor al arte”. A la mañana siguiente se presentó el joven Martín con tres ayudantes y baldes de pintura y pinceles y me pidió una escalera que le entregué ya mismo. Y sin demora comenzó la tarea. Que duró tres días ante vecinos estupefactos que se detenían para observar al artista que dibujaba estructuras nunca vistas para el frente de una casa. A veces se agrupaban varios vecinos en completo silencio con un gesto como si no entendieran nada o pensaban y no lo decían: “Otra locura de Bayer”. Y así fue. Al tercer día, el joven artista puso punto final a su atrevida obra: el abrazo argentino entre los pueblos originarios y lo europeo llegado a nuestras orillas. El abrazo de la paz y el futuro. Y la frase de San Martín que lo dice todo: “Nuestros paisanos, los indios”.
En el patio de “El tugurio” brindamos con un vaso de vino ese final. Alcé mi vaso brindando por el “encuentro definitivo entre las dos estirpes que pueblan nuestra tierra”. Y el artista respondió: “Para que todos los muros frentes de las viviendas se unan a través del arte”.
Y sí, es lo que pensamos. Un Buenos Aires que nos reúna todas las mañanas con los sueños de sus habitantes expresados así: “Sería un paraíso”, pensé. Una “sana provocación” para el debate constructivo. Sí, todos los sueños. E incitar a las ciudades del mundo a iniciar el diálogo interminable entre todos los frentes de cada vivienda. Ojalá triunfe siempre la imaginación.
Pero regresemos a la otra realidad. Vayamos al encuentro de lo que es real. Una parte de ella son los pueblos originarios. Y sus mujeres. Que no se rinden.
Ellas están preparando una gran marcha para el 11 de octubre, a las 18 horas, en el monumento a Roca, en el centro de Buenos Aires, para apoyar la ley del buen vivir. Esta, en gran parte, serviría para defender a la naturaleza y organizar la sociedad para que todos tengan trabajo, techo y salud. De ella participarían 36 naciones.
En el llamado a participar de la gran marcha se expresa: “Es un llamado desde el corazón, del tuyo, del mío, que es el de la tierra, un llamado que grita, que pretende despertarte, un llamado para que no te rindas, para descubrir que no estamos solas, que somos muchas, miles, millones, un llamado de unidad, de esperanza, de fortaleza”. Y anuncian este acontecimiento: “El 21 de abril de 2015, las mujeres originarias cambiaremos la historia, llegaremos a Buenos Aires y tomaremos la palabra en el recinto del Congreso de la Nación para presentar al pueblo argentino, a través de sus representantes parlamentarios, nuestra propuesta para el buen vivir”. Y añaden: “El 21 de abril del 2015, el Día Mundial de la Tierra, nos concentraremos frente al monumento del genocida Roca para reemplazarlo por el monumento a la mujer originaria. Desde allí marcharemos al Congreso de la Nación para presentar la propuesta de la ley del buen vivir. Esta ley busca instalar en la agenda política y social un buen vivir que no sólo sea para las comunidades originarias, sino para todos los que habitan la Tierra, entendiendo lo nacional desde la pluralidad. La armonía entre el territorio y la naturaleza. Todo desde la diversidad y los valores comunitarios”. Esta ley será redactada durante el mes de enero en la comunidad Pillín Mahuiza, Chubut. Además se recogerán un millón de firmas para respaldar el proyecto de la ley del buen vivir.
Por otra parte, diversos organismos de derechos humanos le han solicitado al gobernador de Formosa dar solución a todos los problemas que se mantienen allí con las comunidades originarias, que se preparan para organizar un movimiento nacional que analice esa problemática que existe desde hace años. Buscar la paz es, en sí, buscar el buen vivir, nuevo lema de los pueblos originarios. La paz, la bella palabra.
Osvaldo Bayer
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