Aunque el constitucionalista Sabsay recibió un aplauso cerrado por su diatriba contra la presidenta Cristina Kirchner, varios de los empresarios más importantes que estuvieron en el coloquio de IDEA salieron rápidamente a desmarcarse. La presidenta de General Motors, que oficia de presidenta del cónclave empresarial, fue la primera en poner paños fríos. Tiene motivos para ello: su empresa recibió un préstamo de la Anses a tasas subsidiadas, y cotidianamente negocia con el gobierno la entrega de dólares para importar las autopartes que el monopolio automotriz yanqui ensambla en la ciudad de Rosario.
En la misma línea que los pulpos automotrices se expresaron otros capitalistas beneficiados por la política del gobierno. El propietario de uno de los principales laboratorios del país también reprobó a Sabsay. Después de todo Cristina Kirchner ha respetado la ley de patentes que asegura enormes beneficios a la industria de los laboratorios. También ha autorizado, en los últimos meses, un aumento permanente de las tarifas de las pre-pagadas, que son junto con el Estado y las obras sociales los principales compradores de medicamentos.
Las disidencias entre los capitalistas se eliminaron cuando fueron consultados sobre qué medida debe tomarse ante el agravamiento de la crisis económica. La respuesta unánime fue arreglar con los fondos buitres, para por esta vía volver a obtener financiamiento internacional que permita pagar la deuda externa, tanto pública como privada. Los propios empresarios hicieron saber que los cumplimientos a término de las deudas privadas estaban comprometidos en la próxima etapa, sino se logra un acuerdo rápido con los buitres. El default, que ya alcanza a una parte de la deuda pública, se propagaría así al conjunto de la economía.
Pero en este punto también los capitalistas tienen motivos para presentarse como componedores con el kirchnerismo. Es que las negociaciones entre el gobierno y los fondos buitres para alcanzar un acuerdo en enero, una vez que la cláusula RUFO pierda vigencia, son febriles. Lo atestigua, por ejemplo, que la primera actividad del nuevo presidente del Banco Central haya sido concurrir a una reunión organizada por la JP Morgan, donde afirmó que el gobierno ya tomó la decisión de regularizar la deuda en default en el 2015. Vanoli dijo que se buscará la forma para que el costo político sea el más reducido posible, sabiendo que el gobierno deberá mandar a blanquear las paredes pintadas con la consigna “patria o buitres”. Esta forma será, muy posiblemente, el pago con bonos, siguiendo el `modelo` Repsol y los juicios del CIADI.
El arreglo con los buitres será un gran negocio para los capitalistas reunidos en el coloquio de IDEA. Esto porque permitirá la valorización de todos los títulos de la deuda externa, que mayormente están en manos de la burguesía nacional. Sin embargo el pacto con los buitres no alcanzará para abrir un ciclo de endeudamiento internacional y de ingresos de capitales. Para que esto ocurra será necesario proceder a una mega-devaluación, que abarate los activos del país, levantar el cepo cambiario y aplicar un tarifazo. Este programa es un golpe brutal contra los trabajadores.
La clase capitalista no quiere sacar los pies de plato. Su objetivo es que el gobierno llegue a fin del mandato y que realice el trabajo sucio de llevar adelante el ajuste, que ya está en marcha. La diatriba de Sabsay es la bronca de un derechista que no entiende porqué Chevrón, Exxon Móbil, Soros y el Citibank aún siguen bancando al gobierno.
Gabriel Solano
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