Nunca existió un control de cambios verdaderamente adecuado por parte del Banco Central. Por ejemplo, en los años 60’s/70’s, durante un período en la dictadura de Onganía-Levingston-Lanusse, existía un control estricto de cambios. El Banco Central publicaba un voluminoso libro donde figuraba taxativamente, la nomenclatura arancelaria exclusivamente bajo la cual los bancos estaban autorizados a vender divisas para pagos al exterior (importaciones y otros rubros). El sistema era mucho más estricto que la actual administración de las importaciones. En esas circunstancias por ejemplo, un gerente de una concesionaria de automóviles, en una ciudad del interior, podía abrir una caja de ahorros especial (Gold) en un banco en Londres. En la declaración jurada diaria del banco al Banco Central, se hacía figurar como ayuda familiar, falseando la información. Una información obviamente falsa, pues en esa época se autorizaban solamente u$s 300 mensuales por ayuda familiar. La sucursal de un banco extranjero en una ciudad del interior, vendía dólares en concepto de ayuda familiar algunos días de la semana, no todos y en esos casos, se efectuaban como máximo una o dos operaciones cada día. Declarar al BCRA ventas de u$s 50.000 por ese concepto representaban más de 160 operaciones por ayuda familiar en un solo día. Al revisar la declaración jurada el funcionario encargado del banco central inevitablemente debía tener la semiplena certeza de que había un falseamiento de la información. Pero no existían inspecciones. Y cuando las había no inspeccionaban nada relevante.
Si un gerente de una pequeña empresa podía obtener en 15 días -en los años ’60s/70’s- una libreta de caja de ahorro Gold en Londres, por u$s 50.000, ¿Qué se puede pensar de la fuga de divisas que podrían realizar las grandes empresas? Según el informe de la Comisión Especial de la Cámara de Diputados del año 2003 sobre la fuga de divisas durante el 2001, los bancos “fueron la autopista de la fuga de divisas” [1]. Siempre lo son. Cabe subrayar que ese depósito de u$s 50.000 dólares fue pagado mediante débito en la cuenta corriente en pesos del cliente. O sea que en definitiva, el cliente puso pesos y el Banco Central puso los dólares para pagarle al banco de Londres por el depósito. Dólares que, por supuesto, salieron de las reservas del Banco Central. Hoy en día la situación no ha cambiado mucho. La falta de verdaderos controles e inspecciones por parte del Banco Central, es generalizada. En la década del ’90 con la liberalización financiera la situación empeoró, pero durante la década actual no ha mejorado demasiado, a pesar de la nueva Carta Orgánica del Banco Central.
También la subfacturación de exportaciones es una práctica rutinaria y cuasilegal. En la misma época, por ejemplo, llegaba cada tanto un télex a la sucursal con el texto: “Páguese a tal empresa u$s 100.000, concepto: adelanto de exportaciones”. Con la firma del gerente y ese sólo télex se le compraban los dólares a esa empresa y se le acreditaba el equivalente en pesos en su cuenta corriente. ¿De dónde provenían esos dólares? De una cuenta corriente en dólares en un banco europeo propiedad de la misma empresa exportadora argentina. ¿Cómo llegaban esos dólares a la cuenta corriente de la empresa en el banco europeo? De exportaciones anteriores. ¿Cómo era la operatoria? El importador del exterior le pagaba al banco europeo los dólares de la exportación argentina. El banco europeo, cumpliendo las instrucciones de la exportadora argentina, depositaba por ejemplo, el 50% del pago en la cuenta corriente del cliente y el otro 50% lo enviaba a su sucursal en Argentina para el pago de la exportación. ¿Cómo se establecía ese 50%? De acuerdo a la facturación y la documentación aduanera efectuada por la empresa argentina. El procedimiento era de rutina. Tanto en el banco extranjero como en la sucursal bancaria argentina. El procedimiento contable lo realizaban empleados sin cargo jerárquico alguno, o de muy baja jerarquía. O sea era un procedimiento conocido por todos los empleados de los dos bancos, por los empleados de la empresa exportadora, etc. ¿En qué consistía toda la operación “adelanto de exportaciones”? Simplemente, cada vez que la exportadora necesitaba pesos para su operatoria en el país traía algunos de sus dólares de su cuenta corriente en el banco europeo, que eran parte de los dólares de sus exportaciones subfacturadas. ¿Control de cambios? Sólo en los papeles.
La fuga de divisas es cuasi legal y a través de la autopista que son los bancos. ¿Cómo se puede evitar la restricción externa (escasez de divisas) en estas condiciones? Si toda esta operatoria la conocen los empleados bancarios sin nivel jerárquico, si la conocen los empleados de las exportadoras, ¿No lo saben los gobiernos? ¿No lo saben los políticos? ¿No lo saben los economistas? Sí lo saben. El que no lo sabe es el pueblo. Los ciudadanos y ciudadanas comunes. Para ellos es este artículo.
Carlos A. Larriera
Nota:
[1] Expresión utilizada en el Informe Final de la Comisión Especial Investigadora sobre Fuga de Divisas de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, emitido en 2003, citada por C. Scaletta: “…Específicamente cómo el sector privado no financiero "es el agente más dinámico de la fuga", mientras que los bancos operan "como autopista que vehiculiza la salida", a la vez que el sector público actúa como "garante del proceso, mediante la disponibilidad de reservas y la ausencia de medidas" que restrinjan el drenaje…”, tomado del artículo de Claudio Scaletta publicado en Página 12 y reproducido por Rebelión el 27.10.03.
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