Ante la negativa rotunda de los bonistas a aceptar la propuesta de reestructuración de la deuda, que pone en jaque al ministro Guzmán, el presidente Fernández recibió en Olivos el apoyo de la UIA, de las cámaras empresarias de comercio/ servicios y de la construcción, de la Asociación de Bancos de la República Argentina, de la Sociedad Rural Argentina y de la Bolsa de Comercio, así como de la CGT.
Los representantes del sector empresario presente señalaron: “Estamos en el mismo barco, somos la misma Argentina, y necesitamos un escenario de previsibilidad, necesitamos el acuerdo para crecer. Tenemos un gobierno que habla de industria y de trabajo, vamos a acompañar ciegamente al Gobierno nacional”.
Por su lado desde la CGT “acompañan la premisa de no someter a la sociedad para sostener la deuda”.
Desde la Casa Rosada celebran como "histórico" el acuerdo alcanzado entre la UIA y la CGT. Dejaron en evidencia que están embarcados en imponer a rajatablas el descuento del 25% de los sueldos y las suspensiones en el medio de una inflación descontrolada.
Pero el barco no navega en aguas serenas. Bajo la crisis sanitaria y la negativa de los bonistas se agudiza la crisis económica, social y política. Desde el gobierno dicen tener esperanza de que los acreedores reconozcan que, especialmente a raíz de la crisis del COVID-19, Argentina no puede pagar más. Pero como planteamos en Política Obrera en la nota (https://politicaobrera.com/politicas/1124-frente-al-default), los bonistas declaran la intención de cobrar la deuda de Argentina hasta la usura, para jugar en una crisis política a favor de su propio proyecto. Reducir un 6% del capital en una deuda que cotiza al 40% de su valor, y proponer una curva de intereses anuales que va de casi el 3% al 7% anual, como lo plantea la oferta de Guzmán, es un negocio redondo para cualquier especulador, incluso si prevé un período de gracia de tres años.
En este marco lo que es realmente histórico de la reunión de Fernández con la oligarquía financiera local, es el saqueo al salario y la tentaba de trazar un nuevo mapa en la relación capital-trabajo en favor de las patronales. Por su parte lo que acompaña ciegamente el empresariado es que no se declare el default porque esto arrastraría el no pago a ellos mismos, que tienen bonos locales como extranjeros, en dólares como en pesos.
Durante el transcurso de la reunión tanto los representantes de los empresarios como la burocracia sindical le plantearon a Fernández la necesidad de ir saliendo del aislamiento social obligatorio para reactivar la economía aún sin haber llegado al pico de contagios esperados para mediados de junio. Queda en evidencia, una vez más, que la lucha contra el capital es una lucha de los trabajadores por su vida.
Ana Belinco
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