En el discurrir de esta sociedad, las formas subversivas al orden impuesto deben ser acalladas y encerradas. Esta es la lógica con la cual se sostiene un régimen de dominación pacificador. Las herramientas utilizadas en este espacio-tiempo son varias y aparentemente no guardan formas opresivas: la seducción y la culpabilización de une. Al correr el velo de esta apariencia, es posible vislumbrar las formas violentas y mejor acabadas de la dominación.
Hoy, ya no es necesario para la represión, la igualación en cantidad de personas para contrarrestar las fisuras de este sistema. En este espacio-tiempo nos constituimos como policías de une misma y de otres, con atravesamientos punitivistas, exigiendo castigo y encierro. Cuando se tienen formas diferentes a las “normales”, se está en los márgenes y las fisuras devienen en otredad no-humana, es cuando la legalidad opera en el disciplinamiento social.
La patologización psiquiátrica es una respuesta política de disciplinamiento y el encierro, un procedimiento. La ciencia blanca está al servicio de la normalización, la medicalización y el negocio de la industria farmacéutica psicotrópica tiene como finalidad crear personas enfermas. Esto se sostiene en la construcción de humanidad de quienes están sanas dentro de este sistema y quiénes no. Lo sano es político, sumiso y humano. El estado es orden y progreso. No se niega el sufrimiento de estadíos de “depresión” frente a la constitución de este mundo; pero creemos considerar la potencialidad política de transformación.
Una de las tantas formas que tiene el sistema para continuar fortaleciéndose, son los lugares de encierro. El incremento de las personas en cárceles o hospitales psiquiátricos parecería ser que no nos hacen preguntar qué sociedad fascista tenemos, sino que mal están les otres. La sociedad tiene una mirada sobre el sistema hospitalario como algo que te va a prolongar la vida. Esta es una de las formas de construcción de moralidad de nuestra sociedad; al denominarlo hospital psiquiátrico la construcción social es un espacio que te salvará y no un lugar de encierro. El pensamiento de salvación guarda una mirada profundamente moral en función de una estructura judeo-cristiana, no obstante; ¿Salvar a quien?
Actualmente, en la Argentina se estiman en 50000 personas solo en psiquiátricos públicos. En el año 2010, se aprobó una ley que establece cerrarlos en forma definitiva para el año 2020 reemplazándolos por hospitales generales. No obstante, como detalla el informe de 2017 del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) durante el periodo 2010-2015 no hubo importantes avances en la desmanicomialización y en los últimos años del gobierno de la Alianza Cambiemos se revirtió la tibieza de este proceso.
En el año 2016 el Ministerio de Salud decidió crear la Comisión Nacional de Salud Mental, designando personas autoritariamente sin un proceso amplio de selección. Se excluyó a las organizaciones civiles de familiares y organismos de Derechos Humanos. Asimismo, se eliminaron todos los requisitos que debían cumplir las instituciones públicas y privadas de encierro.
En un informe de 2016, de representantes civiles, denunciaron la prelación en psiquiátricos de terapias electroconvulsivas (TEC), más conocidas como electroshock y sujeciones físicas.
En el territorio denominado argentina, las armas del estado asesinan a una persona por día por gatillo fácil. En esta sociedad, cuando las balas del estado no realizan su cometido, se apela a los lugares de encierro que funcionan como disciplinador social y guetos.
Uno de los tantos ejemplos de gueto; hasta el año 2006 en el psiquiátrico de Lujan Domingo Cabred, murieron 70 personas por año. En el sistema carcelario, se encuentran 71464 personas privadas de su libertad y mueren cientos de personas por responsabilidad del estado. Desde Virginia Bolten, nos preguntamos: ¿cómo aboliremos los lugares de encierro del estado racista que perpetúan genocidio invisible?
Editorial Virginia Bolten (Argentina)
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