jueves, 25 de enero de 2018

"El Gobierno de la reforma permanente duró un mes"

Conversamos con Christian Castillo, dirigente del PTS-Frente de Izquierda, sobre la nueva situación política abierta tras las jornadas de lucha contra la reforma previsional, y sobre los desafíos de la izquierda y el movimiento obrero.

¿Cómo analizás la situación del Gobierno en este arranque de 2018?
El cambio en la situación política es notorio. Todas las encuestas publicadas, aún en los medios oficialistas como Clarín y La Nación, dan cuenta de la caída en la imagen de Macri y del Gobierno en general entre 10 y 15 puntos porcentuales, así como en las expectativas favorables para el 2018. Esta caída apreciable ya en diciembre se ha continuado en enero debido a los tarifazos y al “caso Triaca”, entre otros puntos. Esto muestra una licuación muy rápida de parte del capital político que el Gobierno había conseguido con su triunfo en las elecciones legislativas de octubre, un panorama bien distinto al que presentaban los que hablaban de la conquista por parte de Cambiemos de una “nueva hegemonía”. Macri no solo no avanza sobre base ajena, sino que pierde o tiene descontenta a parte de la propia, especialmente a sus votantes de sectores populares. Esto no significa que el Gobierno no mantenga una parte de su base social de apoyo, especialmente en las clases medias acomodadas y, obviamente, en el poder económico dominante, incluyendo a las corporaciones mediáticas. Pero el apoyo a sus medidas antipopulares es cada vez más minoritario. Aunque el Gobierno se trata de consolar con el hecho de que esta caída no es capitalizada por ningún referente de la oposición, que una franja de los votantes de Cambiemos se encuentra cada vez más descontenta es un dato insoslayable.
Sin duda fue la resistencia activa al saqueo a los jubilados el elemento central que explica este cambio.
El Gobierno pensó que los acuerdos por arriba con sectores del peronismo, como los gobernadores y la burocracia sindical, le garantizaban una aprobación tranquila de las contra reformas previsional y laboral, y lo que ocurrió fue muy distinto.
Las jornadas del 14 y el 18 de diciembre, en este último tanto la del Congreso como los cacerolazos de la noche, fueron la avanzada de un enorme y muy mayoritario rechazo social a esta medida confiscatoria contra los jubilados, quienes cobran la Asignación Universal por Hijo y quienes reciben otro tipo de pensiones. O sea que gracias a estas acciones, que tuvieron elementos de lo que los marxistas llamamos “acciones históricas independientes de las masas”, el Gobierno ha pagado un alto costo político que lo obliga a recalcular sus planes, incluyendo poner en el freezer la llamada “reforma laboral”. “Es la lucha de clases, Durán Barba”, podríamos decir parafraseando a Bill Clinton.
En quienes no votaron al Gobierno se ha reforzado la convicción de que es un gobierno “de ricos y para los ricos” mientras en sectores que lo votaron hay una desilusión importante. Una compañera nos contaba que el otro día en un micro escuchó a una mujer leyéndole al marido la carta de una de las enfermeras despedidas del Hospital Posadas y que se puso a llorar mientras le decía a su pareja: “No lo votamos para que haga esto ni para que baje las jubilaciones”. Refleja el desánimo de un sector de los que votaron por el oficialismo. Y ni te cuento en los lugares de trabajo, donde el arrepentimiento del voto a Cambiemos es más generalizado aún entre los asalariados.
Esto ocurre en un marco de estancamiento o crecimiento muy leve de la economía, con contradicciones estructurales que la política de Cambiemos no hace más que agravar, como el déficit comercial récord de 8500 millones de dólares o una inflación que no se frena y que la combinación de suba del dólar, caída de las tasas y los tarifazos van a presionar para que siga alta. El consumo, por su parte, ha caído luego de las elecciones, mientras la prometida lluvia de inversiones lleva más de dos años de retraso a pesar de los ruegos de Macri en cada viaje que hace al exterior, como ahora está haciendo en Davos.
A esto hay que agregar el escándalo generado en torno al Ministro de Trabajo Jorge Triaca por su empleada sin registrar durante tres años y su nombramiento en la supuestamente transparente intervención del SOMU, cuestión que golpea al Gobierno de cara a las paritarias y a su política más general en el “frente sindical”. El Gobierno está mal pero, y esto es también un dato relevante, el peronismo también lo está, con una división muy importante. Esto abre una oportunidad muy importante para el desarrollo de la izquierda clasista, si logramos estar a la altura de los desafíos planteados.
¿Te parece que va a seguir adelante con su "plan de reformismo permanente"?
En esto creo que hay que ser categórico: el Gobierno de la “reforma permanente” duró un mes. Esto no significa que Macri no trate de continuar sus ataques fragmentándolos o recurriendo a su control del aparato gubernamental y de una parte central del poder judicial, como estamos viendo con los despidos en los distintos niveles de la administración pública o en el mega decretazo, que modifica numerosas leyes tratando de evitar el Congreso. Pero lo cierto es que donde los trabajadores se plantan con decisión se puede hacer retroceder al Gobierno, o que de mínima pague un alto costo con sus ataques. Ya María Eugenia Vidal, por ejemplo, ha dicho que no va a avanzar con la reforma del Instituto de Previsión Social, el IPS, el equivalente a la ANSES de la Provincia de Buenos Aires, cuando había hecho circular un borrador de modificaciones claramente reaccionarias. Y los diarios dicen que el mega decretazo es posible que sea derogado en el Congreso, lo cual sería otro traspié para Macri. Por la política gubernamental de fragmentar el ataque y los cierres y suspensiones producto de la acción patronal –que deja correr el Ministerio de Trabajo-, más las paritarias que prometen ser movidas, se está construyendo un escenario de multiplicidad de conflictos.
¿Cómo ves la relación del macrismo con los sindicatos?
Así como ha ocurrido con parte de los senadores y diputados del peronismo en el parlamento, la burocracia sindical ha sido el otro sector clave para el avance de cada medida anti obrera implementada por Macri desde su asunción. El triunvirato de la CGT había pactado incluso la contra reforma laboral. Pero luego de las jornadas del 14 y del 18 de diciembre hay una nueva situación, como señalamos. Y cada vez es más difícil que alguien quiera pagar el costo de votar un nuevo quite de conquistas a los trabajadores. Es por eso que el Gobierno está apretando a los burócratas con su punto más flojo, que son patrimonios personales injustificables y maniobras non sanctas con los fondos de los sindicatos. ¿Irán a la guerra abierta ? Veremos. Por ahora parece ser el tira y afloje tratando de lograr un nuevo modus vivendi. Si el ataque a la burocracia puede tener algún sentido desde el punto de vista electoral, ya que su imagen pública es muy baja y es un sector que va a jugar para la reconstitución del peronismo, para el Gobierno estratégicamente es jugar con fuego, ya que los burócratas juegan un papel central en contener al movimiento obrero. Hoy mismo, aunque hagan declaraciones como la de Mar Del Plata, dejan solos a los que están luchando contra los despidos. Y el 18 de diciembre el moyanismo estuvo ausente de las multitudinarias manifestaciones de protesta. Mientras en las calles se jugaba una batalla fundamental contra el saqueo a las jubilaciones, Hugo y Pablo Moyano estaban recibiendo al plantel de Independiente y explícitamente se negaron a que los camioneros movilicen, mientras al día de hoy no se sabe todavía a qué hora llamó a parar la CGT… Barrionuevo tiene en parte razón cuando, para convencer al Gobierno de que no los sigan apretando con causas por corrupción, dice que ellos son fundamentales para que no avance la izquierda en el movimiento obrero. Ahora Camioneros está llamando a movilizar el 22 de febrero en defensa de su convenio colectivo, pero hay que ver qué pasa en el medio.
Es evidente que al Gobierno no le preocupa la corrupción de la burocracia sindical, sino que la utilizan para disciplinar a los burócratas y atacar la organización sindical más de conjunto, como muestra el llamado de Vidal a los docentes a desafiliarse de los gremios en la Provincia de Buenos Aires.
Hablando de los trabajadores, vos que venís recorriendo algunos conflictos estas semanas, ¿cómo ves el ánimo? ¿Algo está cambiando? ¿Qué está pasando?
Es claro que hay una nueva disposición a la lucha en amplios sectores de la clase obrera. Son decenas las anécdotas de quienes se movilizaron el 18 de diciembre y, lejos de amedrentarse por la represión y la campaña mediática de demonización de los manifestantes, sacaron como conclusión que había que prepararse mejor para que no pase la reforma laboral. Los despidos tanto en el sector público como en el privado están enfrentando una muy importante resistencia, a pesar de la borrada de la CGT y la débil o nula respuesta de las conducciones sindicales. En Azul, un distrito donde ganó Cambiemos, todo el pueblo se viene movilizando contra el cierre de Fabricaciones Militares. Ahora estamos viendo también la resistencia a los despidos en el Hospital Posadas, donde hubo un paro y movilización muy importante el martes pasado, pese a la actitud carnera de UPCN y la conducción de ATE Morón. A esto hay que sumar la lucha en la UEP en La Plata, en los medios públicos y privados afectados por despidos, el paro contra los despidos en la mina de Río Turbio, Santa Cruz, o la resistencia en distintas fábricas, como las de Campana o la autopartista Stockl en Burzaco. O la gran lucha de los obreros del Ingenio La Esperanza con el apoyo de la población de San Pedro en Jujuy. Como vemos disposición de los trabajadores al combate es lo que sobra. En el sector público, el problema no es solo la política abiertamente traidora de UPCN sino que tanto ATE Nacional y de Provincia de Buenos Aires, conducidos por la lista verde, como ATE Capital, liderado por la verde y blanca kirchnerista, han compartido este mes la política de que luche cada sector por su lado, mientras se niegan a cualquier tipo de coordinación para realizar acciones en común que permitan tratar de conquistar en el sector la tan necesaria “unidad de los trabajadores”, como se grita cada vez más frecuentemente en cada movilización. Lo grave es que si esta tanda de despidos en el sector público, unos 1500 aproximadamente, pasa sin respuestas de envergadura el gobierno va a avanzar con una cifra mayor durante marzo, por eso lo importante de batallar ahora mismo. Aunque ahora el eje sea frenar los despidos, aquí hay que preparar una gran lucha contra los distintos tipos de contratos precarios en el sector que son mayoría, que vienen desde los ’90 y fueron mantenidos, y en ciertas áreas ampliados, por el kirchnerismo.
¿Cómo ves la situación del peronismo?
Ya mencioné que se encuentra dividido, como se vio en las elecciones. A los sectores más conciliadores les fue mal en las elecciones y jugaron un rol central para la aprobación del saqueo a los jubilados, cuestión que no les ha provocado un aumento de su prestigio popular precisamente… A la vez, distintas encuestas señalan que Cristina no se ha beneficiado de la caída de imagen de Macri y es poco probable que logre alinear detrás suyo a los gobernadores y al peronismo de “centro nacional”, como lo definió Pichetto. La “oposición de diseño”, como la nombró la propia Cristina en su discurso en el Senado. Sin embargo, con la expectativa de que podrían volver en 2019 el kirchnerismo viene haciendo numerosos gestos de conciliación con este sector, empezando por la aceptación del liderazgo de Menéndez, el intendente de Merlo, en el PJ de la Provincia de Buenos Aires, con la sola expectativa de que “no los dejen afuera”. En medio de una multiplicidad de despidos la gran acción del PJ bonaerense es… ¡juntar firmas! El otro día leía un artículo que decía que en el peronismo habían pasado de buscar un “Massaccesi”, por el candidato perdedor del radicalismo contra Menem en 1995, a un “Framini”, en referencia a que se proponían encontrar alguien “competitivo” como lo fue el dirigente de los textiles que ganó la gobernación de la Provincia de Buenos Aires en marzo de 1962. Pero una cosa son los deseos y otra la realidad. Hoy por hoy no se avizora en el peronismo quien podría jugar ese papel y encarnar un nuevo liderazgo aunque para las elecciones aún falta un mundo. Basta ver como todos los gobernadores se arrastraron serviles ante Macri. Parte de la tarea que tenemos desde la izquierda es que el descontento que está creciendo con el macrismo permita superar la experiencia histórica de los trabajadores con el peronismo.
Ante estos ataques que contás, que en general tiene respuestas, ¿qué vienen planteando desde las agrupaciones clasistas que impulsa el PTS?
Lo primero es señalar con claridad que el Gobierno está debilitado y que hay que plantarse ante cada ataque, buscando que sus medidas de lucha sean visibles ante la censura de los grandes medios, que conquisten apoyo popular como en Azul o La Esperanza o de los usuarios como en el Posadas y llamando a la coordinación entre los que están peleando. Porque uno de los grandes dramas de la clase obrera es la fragmentación que han garantizado las cúpulas sindicales, entonces en un lugar de trabajo te encontrás con 5 o 6 gremios y varias formas de contratación.
Por eso insistimos en todas las medidas que ayuden a unificar la fuerza obrera, desde las asambleas comunes, los cuerpos de delegados comunes o la coordinación entre los conflictos.
También colaborando desde las bancas de nuestros diputados y legisladores con los fondos de lucha y exigiendo a los sindicatos que se pongan al frente de las luchas para frenar los ataques. Mientras decimos que es necesario un plan de lucha de conjunto contra los despidos y contra el techo del 15 % en las paritarias no nos quedamos esperando pasivamente sino que tratamos de incidir para que triunfe cada una de las luchas en curso. Es un momento donde las agrupaciones del Movimiento de Agrupaciones Clasistas pueden tener un crecimiento importante en función de cómo intervengan en los conflictos en curso, impulsando el frente único obrero, o sea la unidad de todos los que se oponen al ajuste del Gobierno y las patronales. Sabemos que las cúpulas se vienen oponiendo a esa unidad, por eso desde la izquierda y en conjunto con los que luchan tenemos que reclamar, realizar acciones y sumar fuerzas para imponer a las centrales y sindicatos un plan de lucha común que pueda frenar el ataque. En ese camino queremos fortalecer al clasismo como alternativa a las conducciones sindicales burocráticas.
Y ante la actitud que ha tomado el Gobierno ante las movilizaciones, incluso antes de diciembre, encarcelando militantes y militarizando los conflictos, obviamente impulsamos la más amplia unidad en defensa del derecho de protesta, movilizándonos por la libertad y sobreseimiento de todos los presos por luchar.
¿Qué oportunidad y qué rol te parece que puede tener la izquierda clasista en esta nueva situación?
La izquierda anticapitalista y socialista, como la que expresamos desde el PTS y el Frente de Izquierda, tiene un muy importante capital político que se ha reforzado de las elecciones de octubre, donde obtuvimos casi 1.200.000 votos, a esta parte. También contamos con una importante implantación militante entre los trabajadores y la juventud. Si bien somos aún una fuerza minoritaria lo que hagamos o dejemos de hacer incide en cierta medida en el curso de los acontecimientos y como resultado de esa intervención puede crecer nuestra influencia entre los trabajadores y la juventud, que es a lo que aspiramos. La responsabilidad también nos cabe para tratar de que la respuesta de los trabajadores pueda frenar y derrotar los ataques del Gobierno, haciendo que allí donde podamos llegar con nuestras propuestas para la lucha, esta sea la mejor posible. Del primero al último de nuestros militantes vamos a hacer todos los esfuerzos por estar a la altura del desafío que tenemos por delante. Obviamente nuestra obligación no es garantizar el triunfo de cada batalla pero sí dar la pelea lo mejor posible, como hicieron por ejemplo los trabajadores de PepsiCo. Si en decenas de conflictos se resiste mostrando voluntad de lucha aportaremos a que los trabajadores vuelquen la situación a su favor y se forje una vanguardia combativa que avance hacia posiciones clasistas y permita superar la experiencia histórica del peronismo. El Gobierno de los ricos perdió un importante apoyo y ha resuelto por el momento fragmentar el ataque ante la imposibilidad de dar golpes de conjunto. El peronismo, por su parte, está dividido y también desprestigiado por haber sido co-responsable de la contra reforma previsional, gracias al apoyo de sus gobernadores y de parte de sus senadores y diputados. No olvidemos que hasta Alicia Kirchner hizo apoyar con represión el pacto infame en la legislatura de Santa Cruz. Tenemos que hacer todos los esfuerzos para que la resistencia a los ataques en curso sea la preparación para una contra ofensiva de los trabajadores para lograr que la crisis la paguen los capitalistas.

LID

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