viernes, 26 de enero de 2018
Pacto Macri-CGT: barajar y dar de nuevo
Luchemos por un Congreso de Delegados con mandato de bases, de la CGT, la CTA y todos los sindicatos
“El gobierno decidió desarmar la reforma laboral. Sin el respaldo del peronismo y con la CGT en contra, la nueva meta tiene un claro objetivo: dividir el proyecto para alcanzar pequeños triunfos” (La Nación, 20/1).
¿Es así? ¿Se acabó el pacto Macri-CGT? ¿La Justicia irá contra la corrupción sindical, después de los resonantes casos últimos? Más aún, ¿el gobierno renunció a la reforma laboral en su versión original y también a la ley de 127 artículos que pactaron entre Triaca y más de 20 asesores legales de la CGT, incluido el abogado “Huguito Moyano”?
Es indudable que el pacto Macri-CGT que garantizó la perpetuación del Impuesto al Salario, la ley de ART y la Reforma Laboral “consensuada” sufrió un golpe decisivo en las jornadas de diciembre. El gobierno no pudo convocar las sesiones extraordinarias prometidas por Marcos Peña el 28 de diciembre, cuyo eje era la ley laboral. Y esto antes del “Triacagate”.
El pacto Macri-CGT, como lo conocimos hasta ahora, ante una nueva disposición de lucha de amplios sectores de trabajadores y el acompañamiento de sectores medios (cacerolazos, pueblada de Azul), no pudo ser sostenido. Entre otras cosas, porque la propia CGT “unificada” fue golpeada y ha pasado a un letargo hasta mayo, donde se replanteará su esquema de dirección y se dirimirá una posible escisión.
Dentro de la crisis interna de la burocracia sindical cegetista ocupa todo un lugar la implosión de la otrora poderosa CATT, del Transporte, que llegó a decidir por encima de la CGT si había que parar el país o no y cómo hacerlo. Se ha roto. La UTA fue clave en el carnereaje al fallido paro de 12 horas del 18 de diciembre y los gremios ferroviarios tampoco pararon. Por otro lado, la UOM renunció al Consejo Directivo en el marco de una enorme deliberación interna entre fracciones, que derivó en la participación de diversas seccionales rebeldes en las movilizaciones previas al 18D. En la UOM, pejotistas tradicionales y kirchneristas disputan en medio del desprestigio de toda la burocracia metalúrgica. Emergen también delegados independientes y clasistas en diversos sectores. Luchas profundas, como las de Envases del Plata y Stockl, no encuentran respuestas de conjunto.
Plan de guerra
Mientras esto ocurre, el gobierno continúa su plan de guerra contra los trabajadores. Dicho de otra manera, descarga sus fracasos sobre los trabajadores. Por medio de la escalada inflacionaria, al tiempo que busca imponer un tope del 15% sin cláusula gatillo. A través de una nueva ola de despidos en el Estado y en ramas industriales que cierran o despiden en masa (Dass, Creta Roja, Ingenio San Isidro). Y mediante los decretazos que, en rigor, empezaron la reforma laboral –y profundizan el robo al Anses- por otras vías. A esto se le añade la persecución a los luchadores de las jornadas del 14 y el 18, que rompieron los marcos de la regimentación sindical.
Se trata de un mandato de fondo del capital financiero y del conjunto de la burguesía. En este punto, los 100 mil millones robados a los jubilados y el conjunto de las reformas previsional y tributaria, con su enorme impacto de caja y el golpe a los trabajadores, son sólo una parte de los objetivos. Tal vez el más importante y estratégico de todos sea la reforma laboral, porque su destino es incrementar la tasa de explotación de los trabajadores como herramienta esencial de recomposición de beneficios y competitividad internacional de la clase capitalista. Es decir, la baja del llamado “costo laboral”, mientras trepan por las nubes los “costos empresariales”, como los subsidiados combustibles, las tasas financieras usurarias, el hiperendeudamiento, las rebajas de impuestos y aportes patronales. En resumen, el rescate a una clase capitalista a costa de los trabajadores. Intentarán imponerlo por todas las vías posibles.
La crisis de la burocracia
Ante esta realidad, la burocracia muestra su raíz histórica profunda: la de sostén del régimen de los explotadores. Sólo que bajo nuevas condiciones. Un sector, Barrionuevo, Moyano y Palazzo, se exhibieron en Mar del Plata con un texto opositor para recomponer la autoridad perdida y capacidad de negociación con un gobierno al que no le pudieron “ahorrar” el 18 de diciembre. Pero ninguno de ellos jugó un rol ese día ni en los previos, como tampoco se proponen ahora convocar al movimiento obrero a una deliberación y a un plan de lucha consecuente. Preparan maniobras de reacomodamiento ante el gobierno y ante las bases.
Por otro lado, aparece Héctor Daer, como vocero de “gordos” e “independientes”, dispuesto a acompañar el desguasamiento de la reforma laboral en leyes parciales, o sea a inaugurar un ala directamente colaboracionista. Hasta ahora, garantizaron ese colaboracionismo, de manera compleja, con articulación parlamentaria con el PJ-FPV y el Frente Renovador, en el marco de la CGT unificada. Ante la nueva situación retoman una senda de divisiones y pactos parciales.
El desenlace de la crisis cegetista dependerá de la evolución de la lucha obrera y de la deriva de la colaboración del PJ con el gobierno. Hay que tener en cuenta que la mesa de unidad en marcha incluye al kirchnerismo. En el campo sindical, a Palazzo, que fue uno más en Mar del Plata, junto a Barrionuevo y Moyano, conducta que ya había seguido el 29 de noviembre en aquella movilización de compromiso, destinada a marcar postura y nada más.
Mientras se producen estos reacomodamientos, las luchas obreras se desarrollan en el más completo aislamiento por parte de la CGT. La fragua de un nuevo y superior 18 de diciembre, por el salario, contra los despidos, para que no pase ninguna forma de reforma laboral, no provendrá de la dirección de la CGT, sino contra ella. No olvidemos el reducto último de la reforma laboral que son los convenios colectivos a la baja: en ellos colaboraron desde el ex moyanista Pereyra de petroleros, el “independiente” Andrés Rodríguez de UPCN, hasta el kirchnerista Ponce de Atilra.
Derrotar el ajuste
El gobierno de Macri ha tomado nota de que hay que barajar y dar de nuevo para continuar con sus objetivos patronales. La burocracia sindical también, para preservar su papel de freno. Pero se trata de una crisis que ofrece un nuevo escenario a la vanguardia obrera y al clasismo.
Los “carpetazos sindicales” no tienen la menor posibilidad, ni el propósito, de socavar las bases del sindicalismo pro-patronal. Esa será tarea de los trabajadores con el horizonte de su independencia política. La CSC-PO ha editado un folleto llamado “Que no pase la Reforma Laboral”, que clarifica a los activistas y al conjunto de los trabajadores los objetivos de fondo de la clase capitalista, para mejor comprender y armarnos políticamente en la lucha. En él impulsamos el debate de un programa de los trabajadores y la perspectiva de un Congreso de Delegados Electos con mandato de las Bases, de la CGT, la CTA y todos los sindicatos para poner en pie al movimiento obrero. Un terreno clave en esta dirección es la elección de paritarios en asamblea y con mandato salarial y convencional de las mismas.
La derrota del ajuste requiere una respuesta de conjunto que sólo puede garantizar el método de la huelga general. Para aproximarnos en ese derrotero, sacando las conclusiones de las jornadas de diciembre, impulsamos un paro activo nacional y un plan de lucha por las reivindicaciones vitales de los trabajadores y la derrota de la política de represión a las luchas obreras.
Néstor Pitrola
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