1. El fallo dictado por la cámara judicial brasileña ratificando la condena a Lula por corrupción, dictada en primera instancia por el juez Moro, es una maniobra política orquestada por el aparato judicial y el poder ejecutivo.
Con independencia de la corruptela bajo su mandato, esta manipulación está a la vista cuando acusaciones aún más escandalosas pesan sobre el propio presidente Temer, con evidencias demoledoras en las que aparece comprometido recibiendo coimas. Estamos ante un sistema fraudulento que salpica al conjunto de los representantes de la burguesía, sus partidos y representantes políticos.
2. La condena a Lula es funcional a la tentativa de despejar el terreno a las variantes capitalistas más extremas, estableciendo un hilo conductor con la ofensiva actual que viene llevando el gobierno de Temer –con la reforma laboral, el ajuste en marcha y la reforma jubilatoria que se pretende sancionar.
3. Lula ha denunciado que los acusadores no han presentado ninguna prueba material de este cohecho y negó ser dueño de la vivienda. Pero más allá de ello, no se nos puede escapar la descomposición del PT y su gobierno, envuelto en un sinfín de actos de corrupción. Lula ha sido un agente de Odebrecht y vehículo de sus negociados, no solo en Brasil, sino en América Latina.
Los negociados mayores fueron, seguramente, los vinculados a Petrobras, en Brasil: Dilma Rousseff era la secretaria de Energía durante este período. La necesidad del PT de obtener mayorías en el Congreso llevó a un esquema de corrupción conocido como “mensalão”, que dejó en la cárcel al presidente del partido, José Dirceu. Por este y otros hechos de corrupción han sido condenados ex secretarios generales y ministros de Economía, como Antonio Palocci.
4. Advertimos que mientras se denuncia la tentativa de proscripción, Lula y el PT vienen dejando pasar el ataque que desarrolla el gobierno contra los trabajadores. La central obrera, encolumnada detrás del PT, ha entrado en una tregua con Temer cuando este está aplicando un ajuste en regla.
5. Denunciamos la condena a Lula como parte de una manipulación y proscripción política y llamamos a derrotar esta tentativa reaccionaria. A la izquierda de Brasil y a los luchadores del movimiento obrero se les plantea el desafío de superar a Lula y al PT políticamente, en la lucha de clases, en la lucha programática y en la lucha electoral. Denunciando su corrupción y su condición de apéndice de los explotadores capitalistas.
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