domingo, 14 de enero de 2018

La primera edición de "La voz de la mujer"



Era 1896 y un grupo de mujeres lanzaba esta iniciativa definiéndose como anarco- comunistas. Amor libre, derechos para las madres y niños, explotación laboral, la opresión de la Iglesia, algunos de sus temas.

“Hemos decidido levantar nuestra voz y exigir nuestra parte de placeres en el concierto de la vida."

La voz de la mujer, 1896

La Voz de la Mujer fue un diario de poca tirada, semiclandestino, cuyos miembros editoriales militaban en la tendencia comunista-anarquista. Su propio eslogan de presentación indicaba que “aparece cuando puede y por suscripción voluntaria”.
“Comprendíamos que teníamos un enemigo poderoso en la sociedad actual y fue entonces también que mirando a nuestro alrededor, vimos muchos de nuestros compañeros luchando contra tal sociedad; y como comprendimos que ese era también nuestro enemigo, decimos ir con ellos en contra del común enemigo, más como no queríamos depender de nadie, alzamos nosotras también un girón del rojo estandarte; salimos a la lucha….sin Dios ni jefe” (Año 1 Numero 1).
Lo distintivo de La Voz de la Mujer como periódico anarquista radicaba en su reconocimiento de la especificidad de la opresión de las mujeres. Las publicaciones fueron muy revulsivas; sus artículos estaban dedicados exclusivamente a visibilizar la situación de las mujeres, las cuales intentaban ser un aporte a la organización para la lucha por su emancipación. Sus artículos están escritos posicionándose desde la perspectiva de las mujeres obreras, quienes para ellas sufren “doble esclavitud, la del capital y la del hombre” (Año 1 Número 8).
Sus líneas no se cansarán de denunciar a la Iglesia Católica como una institución al servicio de los poderosos, que repudia las manifestaciones obreras y colabora en reproducir el estereotipo de mujer, cuyo único lugar exclusivo sería la casa con sus hijos. No ahorra en ironías a la hora de hablar de la burguesía y de sus amigos; a la policía, por ejemplo, los llaman “perros (sin collares)”.
Las publicaciones no profundizan en temáticas relacionadas con las mujeres trabajadoras o con sus lugares de trabajo; si bien está claramente dirigido a la clase trabajadora, parecería tener más el foco en hacer propaganda de las ideas anarquistas alrededor de situaciones de la vida cotidiana.
Las ediciones más conocidas del periódico son las de Buenos Aires, aunque quizás la referencia más inmediata con este periódico sea Virginia Bolten, quien relanzó esta idea en 1899, en Rosario. Entre las colaboradoras de la publicación porteña aparecen Teresa Marchisio, Pepita Gherra, María Calvia y Josefa Martínez.

La clase obrera y sus primeras luchas

El anarquismo (así como el socialismo) como ideología política fue originalmente impulsado por los inmigrantes provenientes de los países europeos. En total, entre 1857 y 1941, más de 6,5 millones de personas migraron a la Argentina, casi exclusivamente de países Europa, sobre todo de Italia y España. Para 1895 los inmigrantes representaban el 20% de los aproximadamente 4.000.000 de habitantes de la Argentina, y el 52% de la población de Buenos Aires.
La fusión entre los trabajadores inmigrantes y sus pares locales, dará surgimiento a una clase obrera que será combativa desde sus inicios. Desde principios de 1870 comenzaron a organizarse en sindicatos y mutuales, siendo los primeros los tipógrafos, ebanistas, carpinteros y obreros de la construcción. En general sus reclamos se centraban en exigir aumentos de salario y reducción de la jornada de trabajo.
Las condiciones laborales eran terribles: jornadas de diez horas, semana laboral de seis días, trabajo infantil y carencia absoluta de derechos del trabajador Entre 1889 y 1890 se dio una oleada de huelgas por la caída del salario debido a la devaluación de la moneda y no tardará en llegar la primera huelga general.
Como las condiciones de vida en la ciudad eran muy precarias para los trabajadores, sus reclamos también incluían la exigencia de viviendas dignas; muchos trabajadores vivían en conventillos, en los cuales la familia inmigrante promedio de cinco personas compartía una habitación de 3,6 x 3,6 metros aproximadamente… Lo que en 1907 llevó a la huelga de los inquilinos o “de las escobas”, donde las mujeres cumplieron un rol central.
Entre las actividades realizadas por los trabajadores, una de las más importantes estaba relacionada con la publicación de varios periódicos obreros en donde se denunciaban todas estas situaciones.

La Voz de la Mujer

El periódico surge en un periodo de luchas y organización de la clase obrera. Su aporte fue ser un periódico de mujeres para mujeres, que se ocupaba de dar tratamiento a las cuestiones que estaban silenciadas en otras prensas de grupos o movimientos que se reivindicaban revolucionarios, en muchas de sus editoriales son muy críticas por esto de sus propios compañeros anarquistas.
La publicación muestra un periódico de creación colectiva, ya que se reproducen artículos y cartas que mandan los lectores y se financia de forma autónoma con los aportes de las y los adeptos a las causas que allí se defienden. Hacia el final de cada número se indican los aportes hechos por cada grupos de suscriptores, las ciudades a las que pertenecen y una rendición de cuentas de lo recaudado.
Para las editoras de La Voz de la Mujer, ellas no debían esperar a hacer la revolución para exigir sus demandas, debían ser activas; “así como la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos, obra de las mujeres mismas ha de ser su emancipación para ellas “(Año 1 Número 3)

Sus temáticas centrales

Muchas de las editoriales buscan entusiasmar a nuevas mujeres para sumarse a las ideas del anarquismo. También se encuentran algunas denuncias, por ejemplo a un cura abusador. Hay artículos de polémica y contrapunto con declaraciones negativas que se sucintan a raíz de la edición del primer número del periódico. También denuncian a los compañeros que se dicen anarquistas pero que no viven de acuerdo a sus ideales “(…) sí señores anarquistas cangrejiles, es por esto que no queréis la emancipación de la mujer, porque os gusta ser temidos y obedecidos, os gusta ser admirados y alabados” (Año 1 Número 2). Además. En cada publicación, se puede leer un poema y una narración con moraleja, siempre revolucionaria.
Varios de sus artículos problematizan el tema del amor libre y cuestionan la familia como institución obligada, que en la mayoría de los casos se convierte en un lugar infeliz tanto para hombres como para mujeres.
Por eso propugnan el amor libre, el ejercicio de los sentimientos no atado a las obligaciones matrimoniales que obliga a los cónyuges a permanecer unidos de por vida (todavía no existía el divorcio).
Además denuncian que son las mujeres quienes más pierden bajo estas imposiciones ya que no tienen derechos ni autonomía, pero sí deben hacerse responsables de sus hijos. Por eso es que denuncian la situación a la que llegan muchas madres solteras por la pobreza y el hambre que viven: la prostitución. “Madre querida tengo una niña, una hija, ¿comprendes? A la que amo como tú me amabas a mí, como aman las madres y convencida que con mi trabajo jamás podría ganar los suficiente para criarla y atender mis necesidades; a causa de lo mezquino de los salarios, he tomado la resolución de vender mi cuerpo” (Año 1 Numero 7), se puede leer como reproducción de una carta de una hija adolescente a su madre.
El último número del primer año sale a principio del año 1897. Quizás por problemas económicos y/o organizativos debido a la persecución policial, no vuelve a editarse hasta a 1899 por iniciativa de Virginia Bolten y otras dirigentes anarquistas, quienes harán popular la frase “Ni Dios, ni Patrón, ni Marido”.

Ana Sanchez
Agrupación Pan y Rosas / Docente @anitaezkerrean

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