domingo, 21 de enero de 2018

Macri se hunde en Londres



“Arranca un plan de obras por u$s26 mil millones”, es el titular eufórico que eligió La Nación (17/1) para comunicar un anuncio oficial que inauguraría el sistema de Participación Público Privada (PPP) para la realización de obras de infraestructura y otras. El subsecretario de PPP advierte, en el reportaje, que “el sector privado financiará las obras a través del mercado o de préstamos de organismos multilaterales (….). El riesgo del financiamiento es de los privados”.
El otro entrevistado, Luis Caputo, secretario de Finanzas, advierte que “hay empresas extranjeras interesadas” y añade que “el repago de esa inversión quedará atado a diferentes fuentes de fondeo”, entre los que menciona los “fideicomisos de infraestructura”. Días antes, un mega DNU estableció que el Fondo de Sustentabilidad de la Anses quedaba facultado para integrar esa clase de fondos financieros, o sea que el ‘repago’ pondrá “en riesgo’ la caja de u$s65 mil millones de los jubilados. Para sostener su planteo, Caputo dice que “tomaron las experiencias de otros países”, entre los que cita al “Reino Unido”.

Los diarios, 'please'

¿Es posible que las altas temperaturas del verano hayan forzado a los funcionarios macristas a dejar de leer los diarios? Si hubiera mantenido el hábito, Caputo se habría enterado que “La compañía que maneja a Gran Bretaña se encuentra cerca del colapso”. El inglés The Guardian (12.1) se refiere, de esta manera, a la bancarrota del pulpo Carillion, “que construye escuelas, autopistas, hospitales – y está a cargo de una gran parte del sistema ferroviario HS2”. La lista es corta, porque además es responsable del mantenimiento de los cuarteles de las Fuerzas Armadas, lo cual incluye una parte del armamento, y hasta los sistemas digitales de seguridad.
El derrumbe entraña deudas impagas por cerca de 3 mil millones de libras esterlinas (unos $80 mil millones), la mitad de las cuales afectan al Royal Bank of Scotland, Barclays, HSBC, Lloyds y Santander. En el paquete se encuentran compromisos previsionales de la empresa con sus trabajadores por cerca de mil millones de dólares – entre pagos corrientes y obligaciones futuras. “Carillion”, sin embargo, apenas “tenía 29 millones de libras en efectivo cuando la golpeó el desastre” – informa el Financial Times (17/1) sin anestesia. Entre las deudas que enumera el diario se encuentran descuentos bancarios para el pago a sus miles de sub-contratistas, que Carillion cancela con enorme demora, para financiarse a expensas de ellos. O sea que los “inversores” que conmueven a Caputo, en especial los extranjeros, tercerizan sus trabajos y ponen en la línea de ‘riesgo’ a otras empresas con sus correspondientes trabajadores.

Culpas ajenas

Carillion ocupa, sub-contratación mediante, a 40 mil asalariados – la mitad de ellos en Gran Bretaña. Ante la catástrofe, el Financial Times se cura en salud: en un editorial (16/1), luego de atribuir las responsabilidades a la “incompetencia contractual del gobierno”, declara que “incluso en tal caso, esto no encaja en la narrativa de que la privatización es cargada al pueblo británico mientras los contratistas hacen grandes beneficios (“make a killing”) a expensas del gobierno”. Ocurre que incluso en las propias páginas de ese diario, numerosos columnistas financieros han planteado la necesidad de nacionalizar el servicio eléctrico y otros “monopolios naturales”, como el ferroviario, cuyas tarifas son escandalosamente caras. Gran Bretaña asiste al riesgo de una quiebra como la que hundió a la ‘eléctrica’ Enron, en los comienzos del siglo, que se había convertido en una cueva de dinero.
“La responsabilidad contractual del gobierno” es real, pero no exculpa a la PPP, ni al capital. Después de todo, si el capital financiero chupa de la teta del mismo Tesoro, es obvio que algún día se retrasará en los pagos. Para atenuar este riesgo, Caputo-Macri sacan la carta de los fideicomisos, o sea la Anses, que vendría a hacerse cargo del quebranto que en GB afecta a los siete bancos mencionados. El sistema de repago a plazos, como se promueve a la PPP, no es, de ningún modo, gratuito, porque comporta el pago de intereses elevados. A esto se agrega la suba de costos por ‘demoras’. La “construcción” se convierte, de esta forma, en una operación “financiera”. Los capitalistas licitan obras a precios inferiores a los costos ('Dumping') para derrotar a la competencia, con la confianza de ‘superar’ este problema una vez que han quedado a cargo del emprendimiento. Es lo que hizo repetidamente Carillion, que se quejaba de su escaso margen operativo de ganancia, que trasladaba a los contratistas, y estos a los trabajadores.
La crisis fiscal que atraviesa a todos los estados, luego del rescate de bancos y pulpos con dinero público, golpea el negocio de infraestructura, pues el endeudamiento estatal se encuentra en un nivel de quiebra. La demora indefinida del plan de infraestructura prometido por Trump –tres billones en una década-, se explica por el nivel de la deuda pública yanqui, que supera al PBI, y el déficit fiscal creciente. Un nivel que ahuyenta a cualquier 'inversor' PP.

Quién rescata a quién

Ahora viene lo mejor: ¿el gobierno del Brexit saldrá al rescate de los acreedores de Carillion – incluso de sus accionistas? Si no lo hiciera, ¿quién sigue con la PPP de obras públicas? Y si lo hiciera, ¿cómo pagaría la continuidad de las obras? Por otro lado, si no protege el Fondo de Pensiones, Gran Bretaña podría experimentar una ‘primavera árabe’. El costo fiscal del Brexit está calculado en cerca de cien mil millones de dólares. Por otra parte, el estado atraviesa una gigantesca crisis con el sistema de salud, el NHS, que cubre a millones de personas.
La cadena financiera de la quiebra de Carillion va más lejos que sus deudas, pues involucra al conjunto de sub-contratistas. No solamente esto: como le gusta a Caputo, en el baile está asociado el capital extranjero – por ejemplo el mercado de crédito de Alemania, conocido como Schuldschhein, donde han comprado bonos empresas incluso de Taiwán. Si no son resarcidas, Madam May va a experimentar con los fondos buitres. En medio del Brexit, Su Majestad evitará comprarse una crisis con el capital financiero de Alemania.
El gobierno ha sido forzado a hacerse cargo de la continuidad de los emprendimientos de Carillion – como pago de salarios y cuentas de contratistas. A la PPP se le cayó la última P. La cancelación del contrato con la compañía East Coast, hace poco tiempo, por un fracaso similar, costó al Tesoro 2.8 mil millones de libras. La nacionalización de la obra pública significaría, por un lado, que el Estado debe asumir la organización de todo el proceso industrial de ella, no reemplazar a Carillion ante bancos y contratistas. Implicaría, asimismo, la nacionalización de la banca, pues la infraestructura requiere la utilización del dinero acumulado en las financieras, no alcanza la recaudación del Tesoro. En una palabra, la nacionalización parcial del emprendimiento representa un enorme costo financiero y no resuelve la crisis de la obra pública británica y del Estado en su conjunto.
Macri y Caputo, aunque cultivan un estilo lampiño, deberían poner las barbas en remojo, si bien todavía no empezaron con la depredación económica que anuncian sus DNU. El movimiento obrero debe tomar conciencia de todo el alcance social que tiene la bancarrota capitalista, y del agotamiento histórico del capital.

Jorge Altamira

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