miércoles, 2 de noviembre de 2016

Fuga y blanqueo: llueven dólares, faltan brotes verdes



Siguen ingresando divisas a la economía. La reactivación económica todavía no llega. Hacia el año que viene el Gobierno busca que la economía crezca impulsada por la deuda.

Hace un año atrás la escasez de dólares (la famosa “restricción externa”) enturbiaba las perspectivas. Si se compara con aquella situación, Argentina vive en estos días una situación inédita: llueven dólares sobre la economía.
Los factores que explican la inundación con divisas son: el endeudamiento, el ingreso de capitales con motivo de especulación y, más recientemente, el blanqueo.

Un aporte a la patria

La primera etapa del blanqueo, que comprende activos existentes en el país, arrojó un “sinceramiento” de $ 71 mil millones (equivalentes a U$S 4.600 millones), según informó el ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, Alfonso de Prat Gay.
Esas cifras son provisorias en función de las cuentas abiertas y las declaraciones recibidas por AFIP hacia fines de octubre. Aun así, la primera etapa supera los blanqueos impulsados por el kirchnerismo.
Incluso, los tributaristas señalan que los ingresos de la primera etapa podrían expandirse hasta rozar los U$S 8.000 millones cuando el 21 de noviembre se concrete el ingreso del dinero a los bancos.
Pero el plato fuerte vendría recién con las próximas etapas. Para quienes exterioricen activos localizados fuera del país existe un vencimiento el 31 de diciembre, con una multa del 10 %, y otro el 31 de marzo, cuando la penalidad se eleva al 15 %.
La AFIP ha redoblado los “esfuerzos” para reducir al mínimo los requisitos para ingresar al blanqueo. Con tantos beneficios, bancos, analistas y funcionarios se ilusionan con que el total blanqueado pueda superar los U$S 60 mil millones y algunos se animan a hablar de U$S 100 mil millones.

Un régimen de fugadores

Los dólares del blanqueo llegan de manos de aquellos que evadieron impuestos y fugaron capitales. En esas operaciones hay un gran pacto de impunidad entre el Estado, las empresas dueñas del país y los grandes grupos financieros.
Se estima que son más de U$S 400 mil millones los activos fugados por argentinos que están fuera del sistema. Es un monto similar al 75 % de lo que produce el país (PBI) en un año. Esa fuga no se detiene ni siquiera en tiempos de blanqueo: hasta septiembre se habrían fugado unos U$S 9 mil millones.
En las maniobras están implicados grandes bancos internacionales que construyen ingenieras financieras específicas. Algunos ex empleados han dejado al descubierto como la private bank se especializa en facilitar el ocultamiento de fondos.
Herve Falciani, quien trabajó en el HSBC, dio a conocer miles de cuentas abiertas por el banco en Suiza para ocultar activos, entre ellas las de 4.040 argentinos por un total de U$S 3.500 millones.
Stephanie Gibaud, ex ejecutiva de la Unión de Bancos Suizos (UBS), denunció como esa entidad facilitaba maniobras del mismo carácter que las del HSBC.
Un caso resonante es el del estafador y ex J.P. Morgan, Hernán Arbizu. El “arrepentido” describió como el banco facilitó el ocultamiento de fondos a 500 clientes por U$S 400 millones entre 2006 y 2008.
Entre los más “notables” beneficiarios de esas maniobras figuran: Ernestina Herrera de Noble y el Grupo Clarín, la familia Blaquier, Eduardo Constantini, Edenor, Nordelta, Petrobras Argentina y Autopistas del Sol. Solo un botón de muestra de quiénes saquean el país.
Ahora la J.P. Morgan amenaza con cerrar las cuentas de los argentinos que no exhiban un certificado de blanqueo de activos. Así lo anunció su titular en Argentina, Facundo Gómez Minujin. Los bancos suizos Credit Suisse y UBS ya están exigiendo esa certificación.
Primero facilitaron la evasión y ahora se presentan como adalides del “sinceramiento”. Eso sí, a un costo mucho menor que si se hubieran pagado los ya módicos impuestos que ayudaron a evadir del regresivo sistema impositivo local. El principal activo de esos bancos es la hipocresía.

Escalada de endeudamiento

El ingreso de dólares está aceitado no sólo por el blanqueo. En lo que va del año, según estimó la agencia DyN, el total de la deuda emitida y registrada en el Boletín Oficial alcanzó casi U$S 50 mil millones, $ 321 mil millones y € 2.500 millones. Traducido a dólares, el total alcanza casi los U$S 75 mil millones.
Una parte de la emisión fue para atender los reclamos de los fondos buitre, pero la mayoría de las colocaciones están orientadas a cubrir el déficit fiscal.
En la escalada de emisiones tal vez incida el apresuramiento del gabinete económico frente a una posible suba de la tasa de interés de la FED de los Estados Unidos.
Hay más. Las provincias y empresas están aprovechando las ventajas de la “reinserción al mundo”. Según First Corporate Finance Advisors, el endeudamiento privado de las empresas asciende a U$S 5.000 en lo que va del año.
Aldo Pignanelli, ex presidente del Banco Central y referente económico de Sergio Massa, alertó que el nivel de endeudamiento del Estado Nacional llegaría al 50 % del PBI, pero si se agrega a provincias y privados, el nivel se eleva al 70 %.
“En diciembre de 2001, cuando fuimos al default, la deuda total de todo el sector público era el 42 % del PBI. Y ojo porque el mercado esto lo está viendo. Ojo con el festival y la lluvia de deuda. La última vez que ocurrió una cosa así fue en 2001. Por eso digo, ojo con lo que están haciendo con el país”, sentenció.
Lo que no aclaró Pignanelli es que la fuerza política a la que está vinculado votó, en el Congreso, el endeudamiento para pagarle a los fondos buitre y allanó el camino para la aprobación del Presupuesto 2017, que proyecta más colocaciones de deuda.
Las advertencias son sobre la dinámica que está adquiriendo el endeudamiento, no obstante la situación heredada de los "pagadores seriales", con una gran parte de la deuda intra Estado, ofrece cierto margen. Es un margen que se estrecha a pasos acelerados.
En un mundo donde proliferan las tasas de interés cero o negativas, nuestro país se ve como un paraíso para los especuladores que hacen “carry trade”.
Esos “inversores” venden dólares para comprar, además de títulos públicos, pesos y aprovechar las elevadas tasas que paga el Banco Central (BCRA) por las Lebac. Esa “bicicleta” está implicando otra bola de nieve, en este caso por la deuda de la entidad monetaria que se aproxima a los $ 700 mil millones.
Con la lluvia de dólares que ingresan a la economía el BCRA fortaleció sus reservas hasta superar los U$S 40 mil millones de dólares en octubre. Esta semana la entidad monetaria se dio el lujo de cancelar una deuda con el Banco de Pagos Internacionales (BIS) por U$S 2.500 millones, reduciendo levemente sus tenencias.
La decisión de la autoridad monetaria de realizar esa cancelación está orientada a dejar el terreno allanado para el mayor flujo de divisas, que se prevé tendrá lugar con las próximas etapas del blanqueo de capitales.
Es que el exceso de dólares es un problema tanto como la escasez. Son los inconvenientes de una economía dependiente de las potencias imperialistas.

Sin brotes verdes

Lluvia de dólares no es equivalente a lluvia de inversiones. Lejos de eso, las divisas que entran al país están atraídas principalmente por motivos especulativos.
Por ende, las contradicciones que implica no son menores. El relativo exceso de dólares está conduciendo a una apreciación cambiaria que varios analistas económicos opinan que va a sostenerse al menos durante todo 2017. Hoy Argentina tiene una moneda “fuerte” gracias al apoyo del capital financiero internacional.
Se trata, claro, de una fortaleza ficticia debido a que no se sostiene en la producción de riqueza material. En simultáneo, la apreciación cambiaria y las altas tasas de interés que fija el BCRA constituyen un relativo límite para la reactivación económica en un país donde los industriales “compiten” apoyados en la tradicional receta de la devaluación cambiaria y salarial.
Que los dólares no se canalizan en lo inmediato a la producción lo muestran con contundencia las estadísticas oficiales. Los datos publicados por el Indec exhiben un derrumbe de la construcción de 13,1 % interanual en septiembre. Por su parte, la industria cayó 7,3 % en el noveno mes en relación a 2015.
Con todas las disyuntivas que entraña, en lo inmediato el ingreso de dólares es una buena noticia para el Gobierno dado que le permite apuntalar su proyecto político e intentar llegar con cierta reactivación a las elecciones del año que viene mediante el empuje de la obra pública que financiará con deuda.
Pignanelli no es el único economista alarmado. El ortodoxo Daniel Artana publicó una nota de opinión en la web de Fiel (la consultora que dirige) donde señala que: "La Argentina ha pasado muchas veces en su historia por períodos de alto déficit fiscal financiado con endeudamiento externo en una economía cerrada a las importaciones y con regulaciones prebendarias".
Luego concluye que "El final de la historia, luego de un período de atraso cambiario, fue siempre una crisis externa cuando los mercados de capitales dejaron de financiar los déficits gemelos. Para que esta vez tengamos un final feliz hace falta evitar repetir los errores del pasado. Dada la coyuntura electoral habrá que esperar doce meses para poder saber si el gobierno nacional está dispuesto a intentarlo".
El oficialismo evitó con esos dólares que ingresan al país un ajuste de mayor caladura, en parte por cálculo electoral, en parte porque la relación de fuerzas entre las clases sociales no le permitió avanzar más en los objetivos estratégicos del capital: aniquilar el valor de la fuerza de trabajo.
Si el ajuste se moderó fue en homenaje a las luchas parciales de resistencia a despidos, de rechazo a los tarifazos, en defensa al salario y al malestar social. La clase obrera tiene que realizar un autoreconocimiento de su fuerza social, que se expresó de manera distorsionada, a pesar de la tregua eterna de la burocracia que evita por todos los medios llamar a un paro nacional.

Pablo Anino

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