Del 2 al 5 de noviembre se desarrolló en el Vaticano el “Encuentro Mundial de Movimientos Populares”. El principal organizador del evento fue el argentino Juan Grabois, ahora consultor oficial del Vaticano y líder de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular).
El objetivo del “encuentro” fue “articular las organizaciones populares e instituciones como la Iglesia, en espacios de diálogo, que posibiliten debates sobre las problemáticas en la agenda internacional”. Se trata de la política de “mediación” que viene impulsando el Vaticano en todo el mundo, particularmente en Latinoamérica, por ahora sin grandes resultados. En esa línea, Francisco ha apadrinado los acuerdos de la burocracia cubana con el imperialismo norteamericano primero, y ahora el intento de acuerdo entre los yanquis y el chavismo.
Una línea de colaboración con el Estado capitalista y la burocracia sindical
De nuestro país, asistieron las organizaciones que impulsaron la movilización a San Cayetano en agosto pasado (CTEP, CCC, Barrios de Pie, Patria Grande, etc.), así como representantes políticos del kirchnerismo y del macrismo. Grabois se valió de esto último para aclarar que el Encuentro no era anti Macri (La Nación, 28/10).
Los concurrentes votaron una agenda común bajo la orientación del Papa. Gildo Onorato, del Movimiento Evita, explicó la lógica subyacente en relación a nuestro país: “No creo que Argentina se recupere. Es necesario que el Congreso declare la emergencia social, que se aumente la asignación por hijo y se concrete en diciembre el aguinaldo social, como paliativos necesarios” (Clarín, 4/11). Traducción: el rol de los movimientos populares no sería el de luchar para superar las condiciones de base que generan la degradación social actual, sino simplemente para buscar ‘paliativos’. Se trata de una agenda reaccionaria, en tanto busca contener la reacción de las masas ante la crisis capitalista y, particularmente, defender la “gobernabilidad” macrista.
Esto va de la mano de la consagración de las condiciones de súper-explotación actualmente existentes. En lugar de luchar por la eliminación del trabajo precario, plantean “implementar un salario social complementario para los trabajadores de la economía popular y trabajadores de base (renta para la vida, renta de responsabilidad)”. Por esta vía se consolida una fractura al interior de la clase obrera, embelleciendo la precariedad laboral como expresión de una “economía popular” que termine desvalorizando al conjunto de la fuerza de trabajo.
Otro retroceso es la posición ante la burocracia sindical: el movimiento piquetero surgió íntimamente ligado al movimiento de lucha contra la burocracia en los sindicatos. Ahora, estos “movimientos populares” resolvieron “fortalecer los vínculos e iniciar un diálogo y colaboración con los sindicatos”. Es la cobertura del acuerdo multimillonario que busca la CTEP con la dirigencia de la CGT y las CTA bajo el paraguas de una obra social para los cooperativistas.
En este terreno de acuerdos millonarios, la CTEP, la CCC y Barrios de Pie acaban de tejer un arreglo por unos $ 55 millones con el gobierno de Macri para que sus militantes realicen un censo en condiciones laborales precarias (el 10% de los ingresos irá directamente a las organizaciones). Un cronista lo interpretó con agudeza: “por vía de esa tercerización [el macrismo] apunta a conseguir un beneficio indirecto: paz social, justo cuando falta casi un mes para diciembre, con sus fantasmas de conflictos callejeros incluidos” (Perfil, 29/10). De hecho, fue la mediación del Papa y sus voceros lo que terminó de abortar el jamás gestado paro nacional de la CGT, en nombre de la “paz social”.
Francisco: un discurso contra las mujeres y el socialismo
El cierre del Encuentro estuvo a cargo del Papa Francisco. Algunos trasnochados creyeron escuchar un discurso “revolucionario” por algunas generalidades contra la injusticia social. Con la fe de los conversos, se destacó Itaí Hagman, de Patria Grande, quien tuiteó exultante el texto completo del discurso.
Al parecer, les emocionó particularmente una cita de la Encíclica Quadragesimo Anno, de 1931, en la que Pio XI denunciaba una “dictadura económica mundial”, que él llamó “imperialismo internacional del dinero”. Pero esto no tiene nada que ver con una posición anti imperialista: por el contrario, se vincula con el discurso nazi y fascista contra la “sinarquía internacional”, muchas veces ligado al antisemitismo. Pío XI fue el Papa que firmó los infames Pactos Lateranenses con Mussolini y que bendijo las masacres del fascismo italiano en Etiopía. La Encíclica mencionada condena rabiosamente al socialismo y al comunismo, saluda la prohibición de las huelgas instaurada por el fascismo y defiende abiertamente el sistema fascista de liquidación de sindicatos y su reemplazo por organizaciones de tipo "corporativo", integradas por los patrones.
Francisco también citó la Octogesima Adveniens, donde se condena al marxismo y rescató en distintos pasajes a su autor, Paolo VI, quien definió oficialmente la doctrina de la Iglesia contra el derecho al aborto, los métodos anticonceptivos y la sexualidad. Por si a alguno le quedaban dudas, el Papa dedicó el cierre de su discurso a su exhortación “Amoris Laetitia” (“La alegría del amor”), que fue volanteada entre los presentes, y en la que, entre otras cosas, ataca el derecho al aborto (llega a exigir que los médicos católicos practiquen la ‘objeción de conciencia’), promueve una “educación sexual” enemiga de los anticonceptivos y de las "políticas mundiales de salud reproductiva", rechaza el sexo fuera del matrimonio y la convivencia de los no casados, rechaza tajantemente el matrimonio entre homosexuales, la ideología de género y otros derechos como la eutanasia, considerando al divorcio como una “situación irregular”. Finalmente, defiende explícitamente la concepción primitiva de la mujer que tiene el Génesis, donde es creada de una "costilla" del hombre.
A la luz de lo antedicho, no es casual que la CCC, Patria Grande y grupos relacionados estén buscando boicotear la resolución del último Encuentro Nacional de Mujeres de que el próximo Encuentro Nacional de Mujeres se realice en Ciudad de Buenos Aires.
Por una agenda de la clase obrera
Con el carácter ladino que lo caracteriza, el Vaticano ha puesto huevos en todas las canastas: a través de los “movimientos populares”, tiene agentes en todos los sectores de “oposición” (kirchnerismo, massismo, centroizquierda), en un operativo que apunta a contener cualquier atisbo de rebelión popular. Esto busca constituir a los “movimientos sociales” como pata izquierda de sostén del Estado capitalista, tomando como modelo a la burocracia sindical.
La única fuerza política que se mantiene por fuera de esta agenda reaccionaria es el Frente de Izquierda. Al operativo papal de contención política para “cuidar a Macri”, debemos oponer la puesta en marcha de una agenda política propia, a partir del acto de Atlanta, que desarrolle las luchas obreras y populares tomando como punta de lanza la histórica conquista clasista del Sutna, con un objetivo estratégico: el gobierno de los trabajadores.
Maximiliano Jozami
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